El que recibe las bofetadas

Tiene a veces la naturaleza una forma demasiado abrupta y terrible de cumplir la paradoja que le ordenaba Wilde: imitar al arte. Este payaso blanco, este Tonetti ahorcado en el s¨®tano de su casa es la demostraci¨®n punzante de la eterna, continua literatura, hecha ya t¨®pico, de la contradici¨®n entre la tragedia ¨ªntima y la alegr¨ªa externa del hombre que hace reir, del que "recibe las bofetadas" como dec¨ªa el t¨ªtulo de una obra que fue famosa de Andreiev, cuyo personaje se hace payaso para expresar, simb¨®licamente, la situaci¨®n m¨¢xima de un dolor.El circo, todo el circo, es hoy "el que recibe las bofetadas". Los hermanos Tonetti llevaban casi a cuestas su Circo Atlas: una carpa de feria en feria, de ciudad en ciudad. Pocas personas saben lo que es eso. Todav¨ªa a estos circos ambulantes se les trata como a los comediantes de la legua. Los ayuntamientos les niegan los solares para instalarse; o les cobran precios exorbitantes, cargados con toda clase de impuestos.

La carpa es fr¨¢gil -al soplo del viento, al fr¨ªo, al exceso de calor-; los gastos de viaje y de instalaci¨®n elevados. La concurrencia no es fuerte. Basta con que la entrada sea d¨¦bil para que todo el esfuerzo econ¨®mico y art¨ªstico se venga abajo.

El circo agoniza

Y hay, ahora, una agon¨ªa del circo. No se sabr¨ªa decir por qu¨¦. Quiz¨¢ -como en la ¨®pera, como en el ballet- porque hay una inmensa separaci¨®n entre lo pobre y lo rico. Se mantienen, contra todo pron¨®stico, los grandes espect¨¢culos car¨ªsimos; se hunden los medios.

Quiz¨¢ sea un dictamen de la sociedad de consumo. Quiz¨¢ una cierta quiebra psicol¨®gica de nuestras sociedades.

Espa?a, sobre todo, es una crudel¨ªsima asesina de tradiciones. En los pa¨ªses del Este el circo es una fiesta nacional, en Inglaterra a¨²n se sigue diciendo lo que dec¨ªa Shakespeare, "para m¨ª un payaso es tan importante como beber y comer". Madrid dej¨® de moler su Circo de Price, que ten¨ªa una largu¨ªsima tradici¨®n, y las promesas de que se construir¨ªa otro en otro lugar no se han cumplido nunca. Tiene el brillo anual del Festival Mundial, en el Palacio de los Deportes, y a veces deja que llegue hasta ¨¦l tina carpa acreditada valiente. Pero apenas hay m¨¢s all¨¢. El circo pobre es una tristeza errabunda, en busca de solares y de p¨²blico, en busca de n¨²meros que siempre emigran buscando situaciones mejores...

Nadie sabe lo que hay en la mente de un suicida cuando aprieta el nudo de la cuerda que ha de cerrar lo que ha sido su vida. En los comentarios p¨®stumos a la muerte de Manolo Villa -Tonetti era un nombre de dinast¨ªa- hay estas ref¨¦rencias al hundimiento econ¨®mico del Circo Atlas, a la indiferencia del p¨²blico, a la mente que se le quedaba en blanco en medio de una actuaci¨®n -los Tonetti, el payaso Nolo y el augusto Pepe eran artistas de chiste, de intenci¨®n, de cr¨ªtica social-, a una depresi¨®n que ya le llev¨® a un hospital. Quiz¨¢ se pueda compediar todo en esa situaci¨®n del hombre que ve Ia vida huir velozmente de ¨¦l sin llegar nunca a alcanzarla; al profesional de una profesi¨®n que ve como cada d¨ªa se le va de las manos.

Lo dem¨¢s -la paradoja del payaso, del "hombre que recibe las bofetadas" para que los dem¨¢s rian- es literatura, melodrama. No hay nada m¨¢s parecido al melodrama que la vida diaria.