Al¨ª Agca implica a Bulgaria en el atentado contra el Papa
El terrorista turco de extrema derecha Mehmet Al¨ª Agca, encarcelado en Italia por haber disparado contra el Papa en Roma, ha afirmado que el intento de magnicidio que pudo costar la vida a Juan Pablo II se fragu¨® en Bulgaria.Ayer apareci¨® en algunos de los principales peri¨®dicos italianos, entre ellos Corriere della Sera, Repubblica, Il Tempo y Paese Sera, un resumen detallado de las declaraciones que Agca hizo, a los jueces sobre su atentado contra el Papa, el 13 de mayo del pasado a?o, en la plaza de San Pedro.
Al¨ª Agca acusa a Bulgaria de los preparativos, pero sus declaraciones y su contradictoria personalidad plantean importantes interrogantes sobre el alcance de su confesi¨®n.
Las contradictorias revelaciones del extremista turco Al¨ª Agca proceden, evidentemente, de una fuga de noticias del informe que tiene en sus manos, bajo secreto judicial, el magistrado Ilarlo Martella, encargado de la investigaci¨®n sobre el intento de magnicidio, y que est¨¢ considerado como uno de los jueces m¨¢s serios e imparciales de este pa¨ªs.
Seg¨²n el terrorista turco, el asesinato del Papa polaco se fragu¨® en Sof¨ªa, la capital de Bulgaria. De la c¨¢rcel turca de Kartal-Maltepe, donde estaba internado, condenado a muerte por haber asesinado al director del diario liberal Milliyet, Agca logr¨® escaparse con la ayuda del terrorista turco de veintisiete a?os Oral Celik, agente de los servicios secretos b¨²lgaros.
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El cerebro del atentado contra el Papa es un traficante de armas y drogas buscado por la polic¨ªa
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En un principio, Al¨ª Agca se neg¨® a hablar. Luego intent¨® confundir a los jueces, despu¨¦s empez¨® a confesar poco a poco, lanzando mensajes a sus c¨®mplices, y, por fin, en los ¨²ltimos meses, sinti¨¦ndose abandonado, se ha decidido a contar toda su verdad.
Protegido por el esp¨ªa Celik, Al¨ª Agea se traslad¨® a Bulgaria, donde permaneci¨® cincuenta d¨ªas. All¨ª se encontr¨® con un personaje de primera fila en el tr¨¢fico internacional de armas y droga: Beckir Celenk, sobre quien indaga en este momento el juez de Trento que sigue la imponente investigaci¨®n sobre el tr¨¢fico de armas y drogas. De hecho, dicho juez lleg¨® el martes pasado a Roma para encontrarse con su colega el magistrado Ilario Martella, que investiga sobre el atentado al Papa.
Seg¨²n Al¨ª Agca, Celenc, propietario de naves y conocido contrabandista con sede en el lujoso hotel Vitosha, de Sof¨ªa, le present¨® a algunos agentes de los servicios secretos b¨²lgaros, a quienes deber¨ªa llamar siempre s¨®lo con su nombre de guerra.
En realidad, se trata de tres personalidades de la representaci¨®n diplom¨¢tica b¨²lgara en Roma, acusadas ahora por la justicia italiana: Teodor Stoyanov Ayvazov (nombre de batalla, Kolev), cajero de la Embajada; Serghey Ivanov Antonov (Bayramic), vicedirector de la compa?¨ªa a¨¦rea b¨²lgara Balkan en Roma, hoy en la c¨¢rcel, y Juelio Kolev Vassiliev (Petrov), secretario del consejero militar de la Embajada. Excepto Antonov, detenido en la capital italiana, los otros dos est¨¢n ya fuera de Italia.
Estas tres personas, junto con Celenk, le hablaron en Soria del plan preparado "para asesinar al Papa polaco". El precio ofrecido era de tres millones de marcos alemanes. El terrorista recibi¨® enseguida una primera parte del dinero y le dijeron que ten¨ªa que viajar durante varios meses por diversas partes del inundo para despistar, hasta que en determinado momento le llamar¨ªan para que actuara.
Esta mensaje le lleg¨® a primeros de mayo del a?o pasado. Al¨ª Agca lleg¨® a Italia. Se present¨® en Mil¨¢n, donde uno de los c¨®mplices, Omer Bagci, le dio la pistola Browning calibre nueve para que realizase el atentado preparado contra el Papa. Y junto con la pistola le dieron cinco n¨²meros de tel¨¦fono de Roma: dos correspond¨ªan a los tel¨¦fonos de la Embajada de Bulgaria, uno al consulado y otro a la compa?¨ªa a¨¦rea b¨²lgara Balkan. El quinto, que no figura en el list¨ªn de tel¨¦fonos, correspond¨ªa, seg¨²n ha podido comprobar la polic¨ªa, a la casa particular de Ayvazov, el tesorero de la Embajada b¨²lgara. Los d¨ªas 11 y 12 de mayo, v¨ªsperas del atentado, el terrorista turco, junto con los dos b¨²lgaros, visitaron la plaza de San Pedro y escogieron el lugar m¨¢s id¨®neo. El d¨ªa 13 se encontr¨® con Ayvazov y Antonov en la plaza de la Rep¨²blica, cerca de la estaci¨®n de Roma. Le llevaron, en una furgoneta azul, alquilada, a casa de Ayvazov, calle Galiani, 36. El cajero de la Embajada meti¨® en un bolsa dos pistolas y dos bombas de mano detonadoras p¨¢nico, es decir, de las que se usan s¨®lo para asustar.
Llegaron a San Pedro cuando estaba la gente congreg¨¢ndose para la audiencia en la plaza. Aparcaron en la calle de la Conciliazione, delante de la Embajada de Canad¨¢. La cita, despu¨¦s del atentado, era en aquel punto. Los dos b¨²lgaros le hab¨ªan prometido esconderle unos d¨ªas en Roma y despu¨¦s sacarle de Italia en un gran cami¨®n de transportes de muebles b¨²lgaro. Pero a Al¨ª Agea se le complicaron las cosas porque una monja, adem¨¢s de impedirle disparar bien, le sujet¨® por la camisa, facilitando as¨ª la labor de la polic¨ªa, que pudo detener a Al¨ª Agca.
Ahora su hip¨®tesis, confesada a los jueces, es que en realidad sus c¨®mplices deseaban, en caso que de escapara, asesinarle "para evitar que se pudiese pensar en un compl¨®".
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