Homenaje a un gran director

El gran director ruso, que fuera primer titular de la Sinf¨®nica de RTVE, deja la direcci¨®n de orquesta cuando tan s¨®lo ha cumplido setenta a?os.Las razones de esa retirada han sido explicadas por Markevitch en estas y otras muchas p¨¢ginas a trav¨¦s de declaraciones y entrevistas. No hay que comentar, entonces, sino el -por ahora- definitivo adi¨®s de Markevitch a Madrid.

Quiso Markevitch -tal y como hizo en el d¨¦cimo aniversario de la orquesta- repetir el programa de presentaci¨®n, interpretado en el teatro de la Zarauela el 27 de mayo de 1965. En ¨¦l pudieron calibrarse aquel d¨ªa, de un lado, las caracter¨ªsticas de una personalidad fuertemente individualizada, como es la de Markevitch; de otro, las posibilidades de una orquesta reci¨¦n nacida y en la que muchos no cre¨ªan entonces hasta el extremo de oponerse a su misma existencia.

La dif¨ªcil y agil Sinfon¨ªa cl¨¢sica, de prokofiev; el Preludio y la muerte de Isolda, que Markevitch dinamiza hasta la m¨¢xima excitaci¨®n, y El sombrero de tres picos, de nuestro Falla, tan acertado en las dos primeras danzas como discutible en la jota, dieron paso a la Quinta sonfon¨ªa, de Beethoven.

Es bien sabido que, desde hace a?os, Markevitch se ocupa en la edici¨®n enciclop¨¦dica de las sinfon¨ªas beethovenianas, a las que aplica su rigor de investigador y su experiencia de int¨¦rpretes: desde uno y otra, Markevitch busca "el impulso y desarrollo de la acci¨®n musical" y, por decirlo con sus palabras, "la evoluci¨®n y las metamorfosis de los elementos tem¨¢ticos que evidencian el acto est¨¦tico en s¨ª mismo, creador y generador de organismos".

El an¨¢lisis de Markevitch sobre las sinfon¨ªas de Beethoven ha de dar con "el dinamismo interno en sus menores detalles". Estas breves citas aumentan su valor al recordarlas despu¨¦s de o¨ªr la Quinta, de Markevitch, y, muy especialmente, con el recuerdo y la impresi¨®n del primer tiempo muy presentes.

El adi¨®s de Markevitch mud¨® el concierto en acto de adhesi¨®n, del que es preciso dar testimonio por cuantos valores encierra: adhesi¨®n de la orquesta, el coro y el p¨²blico; adhesi¨®n a un trabajo de cuyos frutos se benefici¨® la Sinf¨®nica de RTVE.

A la hora de definir sus perfiles, adhesi¨®n a una carrera y una significaci¨®n muy precisas y, en fin, adhesi¨®n a una inteligencia fuera de lo com¨²n. Markevitch y Espa?a se han entendido bien desde los d¨ªas, tan lejanos, de aquella sorprendente Pat¨¦tica en el Monumental, al frente de la orquesta Arb¨®s, hasta ayer mismo.

Markevitch atendi¨® nuestra m¨²sica en sus grandes nombres -Manuel de Falla, Granados, Alb¨¦niz, Soler, Victoria-, contribuy¨® a desenterrar p¨¢ginas de Ferrer y Pedrell, estuvo con gran entusiasmo al lado de sus compa?eros de generaci¨®n y de Par¨ªs, Federico Mompot¨ª y Ernesto Halffter, cedi¨® a la tentaci¨®n de la zarzuela, en la que encontr¨® valores positivos y duraderos, y, hay que decirlo a la ahora de este flash, se desinteres¨® por los compositores espa?oles m¨¢s j¨®venes, a partir de los que ya han cumplido los cincuenta. Es un saldo en contra, al lado de tantos otros a favor.