Dos congresos y un erizo
La ciencia es cada vez m¨¢s, y cada vez m¨¢s directamente, poder. De aqu¨ª que en los ¨¢mbitos institucionales del saber cient¨ªfico la disputa por los criterios dominantes y por las posiciones hegem¨®nicas sea hoy tan ¨¢spera, como si de la conquista de los consejos de administraci¨®n de las grandes empresas o de los comit¨¦s ejecutivos de los grandes partidos se tratara. Contienda a todos los niveles, individual y colectivo, nacional e internacional. Hasta en ciencias de tan problem¨¢tica y evanescente productividad como las sociales, donde las preeminencias son particularmente accesibles y precarias, en las que lo simb¨®lico es indisociable de lo anal¨ªtico y cuya servidumbre ideol¨®gica es patente e irremediable.Las asociaciones cient¨ªfico-sociales de car¨¢cter internacional son ejemplo, casi emblema, de este moderno recurso en el que la instituci¨®n se dice ciencia, la ciencia quiere ser, es casi ya, imperio, y la voluntad de presencia e intervenci¨®n inmediatas en el reparto mundial del poder simb¨®lico ha devenido en destino expl¨ªcito del prop¨®sito cient¨ªfico. Por ello, los congresos internacionales, apoyados en su vocaci¨®n exhibicionista, es decir, en su condici¨®n de verbena de saberes y mercado de sabios, se han constituido en la expresi¨®n m¨¢s visible de la vigencia y fecundidad del ¨¢rea cient¨ªfica que representan, de su posici¨®n dentro del universo cient¨ªfico global, de sus principales l¨ªneas de fuerza. El qui¨¦n y el qu¨¦ -pa¨ªses, actores, teor¨ªas, doctrinas, escuelas, temas- de su quehacer espec¨ªfico, ahormados en la secuencia temporal de sus primac¨ªas y prioridades, nos proporcionan una galer¨ªa de autorretratos institucionales del mundo de la ciencia -a medio camino entre el arte na?f y el psicoan¨¢lisis lacaniano- de gran capacidad reveladora.
Este a?o ha sido de congresos. En lo m¨ªo, cinco internacionales en los ¨²ltimos meses y cuatro a los que me haya sido dado asistir: la Conferencia Internacional de Pol¨ªticas Culturales, de Unesco; el Congreso Mundial de la Comunicaci¨®n, en Par¨ªs; el de Ciencia Pol¨ªtica, en R¨ªo de Janeiro, y el de Sociolog¨ªa, en M¨¦xico. Desde los mismos, y m¨¢s en particular desde los dos ¨²ltimos, puede intentar componerse la imagen de la pr¨¢ctica cient¨ªfica social dominante en este ¨²ltimo cuarto del siglo XX. Voy a ello.
La salud cuantitativa
Antes que nada, comprobar que los congresos cient¨ªficos internacionales gozan de buena salud. Casi dos mil personas en R¨ªo y algo m¨¢s de cuatro mil en M¨¦xico, a pesar de los precios disparados y de la pat¨¦tica disminuci¨®n de los presupuestos universitarios y de investigaci¨®n, son prueba incontestable. Aunque reduzcamos de ambas cifras las importantes asistencias nacionales. La desigualdad de participantes en el Congreso de Sociolog¨ªa y en el de: Ciencia Pol¨ªtica -m¨¢s del doble en el primero que en el segundo- tiene su confirmaci¨®n en el desarrollo efectivo de ambos: al de Sociolog¨ªa asisten 4.235 personas, procedentes de 1.108 universidades o centros de investigaci¨®n, situados en 169 pa¨ªses, que presentan 2.773 ponencias expuestas a lo largo de 526 sesiones, distribuidas en cuatro sesiones plenarias, 35 simposios, 37 comit¨¦s de investigaci¨®n, 22 grupos ad hoc y 13 reuniones especiales promovidas por organizaciones distintas a la AIS.
Esta diferencia num¨¦rica entre los dos congresos -que invierte la situaci¨®n existente en los a?os cincuenta y sesenta- traduce la mayor presencia a nivel mundial de la Sociolog¨ªa en relaci¨®n con la Ciencia Pol¨ªtica, tanto a nivel profesional como acad¨¦mico. Sin que quepa decir que este desequilibrio cuantitativo se reequilibra cualitativamente a favor de la politolog¨ªa -al menos en los congresos de que me estoy ocupando- y aunque ninguna de las dos aparezcan como figuras protagonistas en el escenario acad¨¦mico-intelectual de los a?os ochenta, que reserva los primeros puestos del reparto a la Historia, el Psicoan¨¢lisis, la Antropolog¨ªa, la Comunicaci¨®n, el Derecho, etc¨¦tera.
Diferencia que no impide que la convergencia de sus respectivos comportamientos cient¨ªficos sea notable y aleccionadora. Ve¨¢moslo en nuestro tema. Al mismo tiempo, y por primera vez, Am¨¦rica Latina alberga un congreso mundial de Ciencia Pol¨ªtica -en R¨ªo- y otro de Sociolog¨ªa -en M¨¦xico-; al mismo tiempo, y por primera vez, un latinoamericano preside la Asociaci¨®n Internacional de Ciencia Pol¨ªtica -el brasile?o C¨¢ndido Mendes- y otro latinoamericano -el tambi¨¦n brasile?o Fernando Henrique Cardoso- la de Sociolog¨ªa; en ambos congresos, y por primera vez, los participantes originarios de pa¨ªses en desarrollo son clara mayor¨ªa; en ambos congresos, y por primera vez, el espa?ol es utilizado, con frecuencia y generalidad, como lengua de exposici¨®n y debate. Los pa¨ªses de desarrollo intermedio han descubierto no s¨®lo que el poder simb¨®lico es poder, sino tambi¨¦n que, a nivel internacional, es el ¨²nico poder al que les cabe tener acceso.
La crisis como contradicci¨®n
Pero es sobre todo en las grandes orientaciones te¨®ricas y tem¨¢ticas donde esta coincidencia es m¨¢s patente. Cuatro me parecen ser los n¨²cleos duros de esta conjunci¨®n de pr¨¢cticas. En primer lugar, la inevitable globalidad de todo planteamiento te¨®rico-anal¨ªtico como imperativa consecuencia de la planetarizaci¨®n de la realidad social. Temas, problemas, agentes, procesos, por parciales y sectorizados que nos parezcan en su surgimiento y condici¨®n, remiten, a trav¨¦s de una cadena cada vez m¨¢s corta de mediaciones-dependencias, al contexto mundial, que es la ¨²nica instancia-marco capaz de otorgarles sentido. Aunque ese marco de interdependencias a escala mundial se d¨¦ en estricta simultaneidad con una activa fragmentaci¨®n de la sociedad y con un pugnaz amebismo en el ¨¢mbito del Estado.
El congreso de R¨ªo dedica en exclusiva a esta perspectiva globalizadora la primera parte -"La b¨²squeda de un nuevo orden internacional" es su t¨ªtulo-, de las tres en que divide su trabajo, y las otras dos est¨¢n ampliamente impregnadas de ella. En M¨¦xico, Ralph Turner, presidente del programa del Congreso, propone como uno de los temas principales el de los "problemas globales m¨¢s urgentes", cuya localizaci¨®n es tanto micro como macrosocial, y los posibles modelos para su tratamiento, tanto miero como macroparadigm¨¢ticos. Pero esta globalidad no hay que entenderla desde la perspectiva de la totalidad homogeneizadora y del unitarismo reduccionista, sino como el enfrentamiento interdependiente entre la multiplicaci¨®n de actores y procesos de car¨¢cter transnacional y la multiplicidad de pueblos, culturas, identidades, intereses y grupos que hacen de la reivindicaci¨®n de su diversidad la raz¨®n de su existencia.
En segundo t¨¦rmino, la actitud que califico de perplejidad te¨®rica e ideol¨®gica, fruto de una muy ejercitada conciencia cr¨ªtica que tiene como corolario la afirmaci¨®n del pluralismo cognitivo y de sus irrenunciables aprioris individuales y colectivos. En ese sentido, la ausencia en ambos congresos de una doctrina, escuela o paradigma te¨®rico dominante; la pluralidad de t¨¦cnicas y m¨¦todos utilizados, a veces en una misma investigaci¨®n; la insistencia en el control cr¨ªtico, o m¨¢s precisamente, la autocr¨ªtica, de la pr¨¢ctica anal¨ªtica; la evidencia de la atingencia temporal y de la contingencia social de todo an¨¢lisis sobre el hombre y la sociedad, son datos que, m¨¢s all¨¢ del supuesto subjetivismo que dise?an, intentan romper la inge-
Pasa a la p¨¢gina 12
Dos congresos y un erizo
Viene de la p¨¢gina 11
nua circularidad del positivismo cient¨ªfico-social (sea de corte empirista o marxista) mediante la acumulaci¨®n cr¨ªtica del saber social, contextualmente -y en el contexto est¨¢, obvio es precisarlo, el investigador con sus teor¨ªas, m¨¦todos y t¨¦cnicas- acumulable.
En tercer lugar, la crisis, le¨ªda como la constataci¨®n, aparentemente impotente, de las numerosas contradicciones de nuestra realidad social. La reiteraci¨®n literal de algunas de ellas, dichas en los dos congresos o escritas en sus programas, nos ilustran m¨¢s que cualquier reflexi¨®n a su respecto. Las burocracias -estatales y privadas-, cuya expansi¨®n es tan incontenible como impotente; la reafirmaci¨®n de los grupos sociales de base como v¨ªa eminente de la difusi¨®n democr¨¢tica, que sirven a la vez como soporte del enclaustramiento corporatista; la asimetr¨ªa internacional, cada d¨ªa m¨¢s explosiva, simult¨¢nea con la actitud de los pa¨ªses hegem¨®nicos, que consideran toda postulaci¨®n de mayor equidad en las relaciones internacionales como un atentado a la paz mundial; la urgencia de acometer democr¨¢ticamente los cambios que la crisis impone y que la ausencia de mayor¨ªas pol¨ªticas suficientes -m¨¢s all¨¢ del cincuenta y pocos por ciento de los votantes- y de liderazgo pol¨ªtico ampliamente aceptado, hace impracticable; la inevitable universalizaci¨®n del ciudadano, incompatible con la inevitable adscripci¨®n nacional de su ciudadan¨ªa; la reemergencia de la sociedad civil, como saludable contenci¨®n del Estado, a la par que como instrumento privilegiado para confirmar la estructura del poder social que lo sustenta; las formas patriarcales de la autoridad como ¨²nico soporte institucional de la familia y del Estado, inconciliables con las pr¨¢cticas sociales dominantes y con la racionalidad jur¨ªdico-formal que les es propia; las expectativas individuales y las esperanzas colectivas que no cesan de aumentar al mismo tiempo que no cesan de disminuir las posibilidades de su cumplimiento... Y un largo etc¨¦tera.
Finalmente, esta inminencia del posible naufragio que nos cura de divertimientos conceptuales, nos atiene a la realidad al mismo tiempo que nos empuja a intervenir en ella, pero no a ciegas y desde s¨ª misma, sino desde supuestos te¨®ricos que hagan posible su esclarecimiento y autorreconstrucci¨®n. El t¨ªtulo general del congreso de M¨¦xico, "Teor¨ªa sociol¨®gica y pr¨¢ctica social", que tan frontalmente lo enuncia, parece devolvernos a los a?os treinta, a la orientaci¨®n determinada por los social problems y a la voluntad terap¨¦utica del saber social. Y los temas de sus diferentes sesiones plenarias, simposios, reuniones de comit¨¦s, etc¨¦tera, as¨ª lo prueban. Diez de car¨¢cter te¨®rico, y todos los restantes, m¨¢s de cien, ce?idos a lo concreto de la realidad m¨¢s inmediata y confiriendo a la pr¨¢ct¨ªca sociol¨®gica un puesto de honor: roles del soci¨®logo, aprendizaje de la pr¨¢ctica de la sociolog¨ªa, condiciones de la aplicaci¨®n del conocimiento sociol¨®gico, superaci¨®n de los l¨ªmites de la especializaci¨®n cient¨ªfico- social, etc¨¦tera.
Pero este proyecto, cuya buena fe es tan primaria y ambigua como el propio oficio de analista social (a caballo siempre de la denuncia / iinvuenaci¨®n de los que mandan y de la provisi¨®n de materiales para la manipulaci¨®n / encuadramiento de los mandados), tropieza siempre con la hostilidad -m¨¢s o menos cort¨¦s, seg¨²n momentos y situaciones- de todo aquello y de todos aquellos que se propone investigar.
Se dir¨ªa que esa realidad social, sea planetaria o local, se resiste al conocimiento y rechaza la mirada sociol¨®gica como los erizos del Caribe rechazan el pie humano que intenta reconocer la insidiosa, bell¨ªsima transparencia que es opacidad de la aguas que asedian la isla de las mujeres. Y tal vez por ello los dos congresos de que he hablado fueron, como las guerras convencionales y los conciertos de rock, pasto abrumadoramente mayoritario de j¨®venes.
Al viejo verde que se asoma a los mismos le queda la funci¨®n de memorial, que aqu¨ª se cumple. Con erizo incluido.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.