L¨ªber Seregni un general torturado
Comenzar¨¢ entonces el per¨ªodo m¨¢s doloroso y terrible de su existencia. En el mismo cuartel de Maldonado donde estuviera internado en 1973, Seregni ser¨¢ salvajemente torturado durante varias semanas.Gregorio Alvarez, actual presidente de Uruguay y antiguo compa?ero de Seregni en la Academia Militar, es el responsable m¨¢ximo de la instalaci¨®n militar de Maldonado. Pero la estrecha relaci¨®n profesional mantenida por ambos a lo largo de toda su carrera no impedir¨¢ que las torturas ejercidas contra Seregni, que cuenta en ese momento sesenta a?os, se lleven a cabo con la aprobaci¨®n del ambicioso y fr¨ªo Goyo Alvarez, en otro tiempo suscriptor de la legendaria revista izquierdista Marcha.
Desde el 11 de enero hasta el 13 de febrero de 1976 nadie sabe absolutamente nada de la suerte corrida por Seregni. En marzo se le traslada a la jefatura superior de polic¨ªa de Montevideo, donde quedar¨¢ definitivamente recluido. Cuando llega a la jefatura, su estado f¨ªsico es tan lamentable que el jefe de polic¨ªa hace elaborar un acta m¨¦dica para deslindar as¨ª las responsabilidades de la instituci¨®n en relaci¨®n con el nuevo preso. De sus dram¨¢ticas experiencias en las continuas sesiones de tortura, de sus padecimientos, Seregni guardar¨¢ un estricto e ¨ªntimo silencio.
En la c¨¢rcel de Montevideo, reservada para prisioneros especiales, coincidir¨¢ con otro de los generales vinculados al Frente Amplio, V¨ªctor Licandro, del arma de Caballer¨ªa, detenido junto con Seregni, y el coronel Carlos Zufriategui el 9 de julio de 1973. Condenado a nueve a?os de prisi¨®n y habiendo cumplido recientemente la pena impuesta, Licandro, que padece de una ser¨ªa afecci¨®n asm¨¢tica, no ha sido a¨²n liberado, desconoci¨¦ndose las aut¨¦nticas intenciones del r¨¦gimen respecto de su futuro.Una nueva salva de acusaciones constituir¨¢n la base del segundo procesamiento, dictado el 17 de enero. Actuando como siempre sobre testimonios de detenidos, el juez incriminar¨¢ a Seregni ?de tenencia il¨ªcita de armas! y de "haber atentado a la Constituci¨®n en grado de conspiraci¨®n seguida de actos preparatorios".
La primera acusaci¨®n no prosperar¨¢ por cuanto el general Tamiel, a cargo del comando en jefe del Ej¨¦rcito en 1971 y hoy en situaci¨®n de retiro, declarar¨¢ haberle hecho llegar el arma ante informes que apuntaban a la preparaci¨®n de un atentado contra Seregni y que poco despu¨¦s, sin haber sido utilizada, ¨¦sta hab¨ªa sido devuelta.
Pese a todas las irregularidades jur¨ªdicas y procesales, el fiscal elevar¨¢ a mediados de 1977 el pedido de acusaci¨®n a una pena de diez a?os de penitenciar¨ªa, que el juez, inaugurando atribuciones en el r¨¦gimen penal uruguayo, subir¨¢ a catorce a?os de prisi¨®n.
Catorce a?os de c¨¢rcel
La sentencia toma en consideraci¨®n como circunstancias y hechos agravantes de los supuestos delitos algunos de los aspectos de la vida de Seregni. As¨ª, por ejemplo; la ideolog¨ªa anarquista de su padre, inmigrante italiano, y la vieja amistad del procesado con un antiguo oficial uruguayo que desertara de las filas del Ej¨¦rcito para ir a luchar en Espa?a -dice el juez- contra "la revoluci¨®n del general Franco".
Con fecha 9 de marzo de 1978, el juez militar de primera instancia dictar¨¢ sentencia (n? 1/78) contra el general L¨ªber Seregni, conden¨¢ndolo a las siguientes penas: catorce a?os de penitenciar¨ªa, p¨¦rdida del estado militar, inhabilitaci¨®n absoluta para cualquier actividad comercial o industrial por diez a?os, traba de embargo gen¨¦rico de bienes, obligaciones impuestas, pago de los gastos del proceso e ?indemnizaci¨®n al Estado por los gastos de alimentaci¨®n, vestido y alojamiento durante el tiempo del proceso y la condena?
Trabajos art¨ªsticos
En su celda con guardia continua, que comparte con otros catorce militares considerados constitucionalistas por la dictadura militar -uno de ellos detenido por haberse manifestado contra la pr¨¢ctica de la tortura-, Seregni ha mantenido en estos siete a?os una ejemplar actitud de dignidad y entereza. Su salud, deteriorada por los malos tratos sufridos en el pasado, mejorar¨¢ progresivamente merced a su firme voluntad. En su reducido espacio camina varios kil¨®metros al d¨ªa y realiza diversos ejercicios f¨ªsicos. Se le permiten dos horas de recreo semanal, en un patio al que no llega el sol y puede recibir visitas dos horas a la sema na, exclusivamente de su familia A sus abogados se les permite verlo tan s¨®lo una hora por semana, siempre y cuando est¨¦ desalojado el patio de visitas. Tiene prohibida la lectura de peri¨®dicos, autoriz¨¢ndosele en cambio el acceso a aquellos libros que logran salvar los irracionales criterios de la censura. Hace apenas unos meses, una as¨¦ptica historia del Pa¨ªs Vas co enviada por militantes del Frente en el exilio fue vetada por las autoridades de la prisi¨®n.
De todas las actividades que le son permitidas, quiz¨¢ sean los trabajos art¨ªsticos los que merezcan mayor dedicaci¨®n por parte de Seregni. En 1973, en su primer arresto en el cuartel de Maldonado, comienza a pintar. Su primera obra reproduce la habitaci¨®n en la que est¨¢ recluido, cuya ventana ha sido tapiada para impedirle cualquier relaci¨®n con el exterior.
Acuarelas para localizarle
M¨¢s adelante elegir¨¢ el Quijote para realizar una acuarela en tonos verdes y negros. Algunos de sus paisajes, que logran traspasar incomprensiblemente el control militar, llegar¨¢n a manos de su esposa, Lil¨ª Lerena, y servir¨¢n para que familiares y amigos localicen su lugar de detenci¨®n, un dato celosamente guardado hasta entonces por la dictadura. En todos estos a?os de cautiverio, el l¨ªder de la izquierda uruguaya seguir¨¢ trabajando en dibujos, pinturas y peque?as obras de artesan¨ªa, elaboradas con manos pacientes y sensibles.
Dos elementos de claro contenido simb¨®lico estar¨¢n presentes de manera constante en sus escritos y creaciones: el tema de la luz y el de las palomas. Temas que, habituales tambi¨¦n en el pensamiento pol¨ªtico de Seregni, se reflejan en la frase que con el tiempo habr¨¢ de convertirse en lema de batalla de los militantes frentistas esparcidos en todos los rincones del exilio: "Al final del camino, una luz puntual nos espera".
S¨ªmbolo de los detenidos pol¨ªticos de Am¨¦rica Latina
En 1976, Amnesty International adopta a Seregni como preso de conciencia. En 1979, la totalidad de los partidos pol¨ªticos espa?oles con representaci¨®n parlamentaria firman un manifiesto dirigido al presidente de la Rep¨²blica Oriental de Uruguay solicitando su libertad. El Consejo Mundial de la Paz le concede la medalla Joliot-Curie y los Parlamentos de Italia y M¨¦xico expresan su preocupaci¨®n por la suerte de Seregni, instando a sus respectivos Gobiernos que ofrezcan oficialmente el asilo pol¨ªtico al l¨ªder uruguayo.
Los Gobiernos de Costa Rica y Suecia se ofrecen para recibirlo en caso de que sea liberado y Ar¨ªstides Royo, presidente de Panam¨¢, hace entrega en 1981 a Bethel Seregni, en representaci¨®n de su padre, de la m¨¢s alta condecoraci¨®n nacional, manifestando que le es otorgada en honor a la libertad de los detenidos pol¨ªticos de Am¨¦rica. En noviembre de 1982, el Parlamento Europeo adopta una resoluci¨®n en la que pide al Gobierno de Montevideo la liberaci¨®n de todos los presos pol¨ªticos y sindicales y, en espera, la del general L¨ªber Seregni. Las iniciativas por su libertad se acumulan en las embajadas uruguayas y en los m¨¢s altos despachos oficales del r¨¦gimen militar. In¨²tilmente. A todas estas peticiones, el Gobierno responder¨¢ con el silencio. L¨ªber Seregn¨ª parece no existir.
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