El derecho a la intimidad

Desde el pasado 15 de noviembre, fecha de inscripci¨®n en el Registro Civil de Buenavista de mi segundo hijo, he venido recibiendo cartas y visitas domiciliarias que, bajo el pretexto de felicitar por tan feliz acontecimiento o realizar una encuesta de neonatolog¨ªa, intentaban captar ventas de enciclopedias o canalizar ahorros hacia instituciones financieras bajo la promesa de regalos.Anteriormente, y sin solicitarlos, ya hab¨ªa recibido, entre otros, env¨ªos de tarjetas de cr¨¦dito de grandes almacenes, cat¨¢logos de productos varios o felicitaciones del Parque de Atracciones por el cumplea?os de mi hijo mayor, invitando a celebrar all¨ª el d¨ªa; ofrecimientos todos que ven¨ªan con etiquetas de direcci¨®n del mismo formato y contenido que las que traen las cartas que, peri¨®dicamente, me manda el banco (uno de los siete grandes) o la mutua de seguros de autom¨®viles.

Todo ello, pues, viene a reforzar, si no a confirmar, mi fundada sospecha de que existe un comercio de informaci¨®n confidencial de direcciones, una aut¨¦ntica trata de datos, entre los depositarios de los mismos y empresas que se dedican a la difusi¨®n o venta domiciliaria por correo.

En estos d¨ªas de merecida y gozosa celebraci¨®n de nuestra Constituci¨®n y entrada en la esperanzadora era del cambio ?no ser¨ªa hora de plantear el cumplimiento de su art¨ªculo 18, que, adem¨¢s de garantizar el derecho a la intimidad personal, la inviolabilidad del domicilio y el secreto de las comunicaciones, prev¨¦ que una "ley limitar¨¢ el uso de la inform¨¢tica para garantizar el honor y la intimidad personal y familiar de los ciudadanos"?