Los mineros del carb¨®n de la mina de 'Wujek' fueron los primeros muertos tras la toma del poder por los militares polacos
El 16 de diciembre de 1981, tres d¨ªas despu¨¦s de la declaraci¨®n de estado de guerra en Polonia, en una mina de hulla de la Alta Silesia, al lado de la ciudad de Katowice, se produjeron los primeros muertos en un choque sangriento entre mineros y fuerzas de la milicja. Siete mineros murieron a balazos y se habla de cuatro polic¨ªas muertos. Un redactor de EL PAIS visit¨® la mina Wujek la v¨ªspera del primer aniversario del enfrentamiento entre los mineras y las fuerzas del llamado poder popular.
Nadie quiere recordar aquel d¨ªa. Ni los mineros, ni el director de la mina. Nadie ha olvidado. Prueba de ello es el primitivo monumento, junto a una puerta de la mina Wujek, en el lugar donde ocurrieron los choques sangrientos aquel d¨ªa de diciembre, hace un a?o, cuando el Ej¨¦rcito tom¨® las riendas del poder en Polonia para tratar de salvar los restos del socialismo real, que en tres d¨¦cadas de poder popular hab¨ªa provocado un desastre de caos econ¨®mico y corrupci¨®n.Cuando los mineros pasan apresuradamente ante la sencilla cruz, las flores, las estampas, un rosario y los cascos de los siete compa?eros abatidos por las balas, dirigen una mirada r¨¢pida y autom¨¢ticamente se quitan el sombrero en se?al de respeto. Un anciano se detiene para poner de pie un florero que se hab¨ªa ca¨ªdo.
Una se?ora de unos cincuenta a?os explica, desganada, lo ocurrido hace un a?o: "Hubo tres d¨ªas de huelga y al tercero pas¨® la cosa, aqu¨ª, donde el muro. Los zomo (unidades especiales de la polic¨ªa) entraron y aqu¨ª se levant¨® el monumento". No quiere decir m¨¢s que: "Chicos j¨®venes murieron".
En uno de los siete cascos de mineros que coronan el monumento improvisado se aprecia el impacto de una bala que lo atraves¨®. En las paredes del edificio de la mina se ven cristales rotos con la forma t¨ªpica de los balazos. Nadie olvida en la mina Wujek, nombre que significa Tiito, pero todos tratan de reprimir los recuerdos, incluso en el d¨ªa en que se avecinaba el primer aniversario.
"Resistencia, actividad, disciplina..."
El entorno es oscuro, triste y sucio, a pesar del suave sol invernal. S¨®lo las letras rojas de los esl¨®ganes del partido rompen la monoton¨ªa gris: "Cien a?os de movimiento obrero polaco", "Tarea del afiliado al partido: resistencia, actividad, disciplina".Al lado de los letreros oficiales, las estampas an¨®nimas, casi borradas por la lluvia y la intemperie, resultan insignificantes. Hay una estampa del padre Kilbe, asesinado por los nazis en el campo de exterminio de Auschwitz; un bander¨ªn de un club deportivo; no falta la Virgen Negra de Czestochowa y, c¨®mo no, el Papa polaco.
La estampa del papa Karol Wojtyla trae unas palabras pronunciadas ante la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas (ONU) que encajan perfectamente con lo ocurrido en esta mina perdida en la Alta Silesia: "Nunca m¨¢s guerra. Nunca m¨¢s. Nunca m¨¢s los unos contra los otros, sino los unos con los otros".
El edificio de la direcci¨®n, contiguo a la entrada de la mina, no desentona con la monoton¨ªa gris que le rodea: s¨®rdidos pasillos, techos alt¨ªsimos y paredes pintadas de pl¨¢stico ocre. El director de la mina, Maciej Zaremba, es una persona agradable que da impresi¨®n de competencia y capacidad.
Podr¨ªa ser un ejecutivo de cualquier empresa occidental si no fuese por el pobre aspecto del despacho, con las paredes cubiertas de gr¨¢ficos que muestran las subidas y bajadas de la producci¨®n de carb¨®n.
El carb¨®n, la sangre de Polonia
El carb¨®n es la primera fuente de divisas de Polonia, de las divisas que tan urgentemente necesita el pa¨ªs para pagar al menos los intereses de la deuda exterior, que rebasa los 30.000 millones de d¨®lares.El Consejo Militar de Salvaci¨®n Nacional (WRON) intent¨® desde el primer momento en que asumi¨® el poder forzar la producci¨®n de carb¨®n, para exportarlo y conseguir las divisas que Polonia necesita para sobrevivir. La megaloman¨ªa econ¨®mica de la era Gierek (1970-1980) llev¨® al pa¨ªs a una fuerte dependencia de la tecnolog¨ªa occidental. Cuando lleg¨® la crisis que ha llevado al pa¨ªs casi a la bancarrota, las m¨¢quinas importadas dependen casi por completo de los repuestos, que tienen que ser adquiridos en Occidente, en divisas fuertes, que no hay por ninguna parte en Polonia.
El carb¨®n ha sido en la pol¨ªtica econ¨®mica del WRON la pieza clave, encargada de abrir la puerta a las divisas. Por eso se incrementaron los premios a los mineros, hasta pagar el 300% del jornal diario a los que aceptan trabajar la jornada laboral, cuando el sindicato independiente Solidaridad impuso la jornada de cinco d¨ªas.
El director Zaremba lleva en la mina Wujek desde 1947, reci¨¦n salido de la Escuela de Ingenier¨ªa de Cracovia. En la antesala del despacho de la direcci¨®n est¨¢ entreabierta la puerta de otro despacho, donde se ve un militar de uniforme. Es un coronel; el director Zaremba dice que no supone ning¨²n problema trabajar con el comisario militar: "El se ocupa de los problemas sociales y humanos. Me entiendo bien con ¨¦l. Esto siempre depende de las personas".
Los gr¨¢ficos de la producci¨®n en las paredes registran los altibajos de la ¨²ltima d¨¦cada. Algo m¨¢s de dos millones de toneladas en 1970 que ascienden hasta m¨¢s de tres millones en 1975 y llegan a la cumbre de 3.628.500 el a?o 1979. Luego viene la ca¨ªda hasta poco m¨¢s de tres millones en 1980 y 2.630.115 en 1981. Zaremba atribuye ese descenso a la supresi¨®n del sistema de cuatro brigadas de trabajo creado por Gierek, la introducci¨®n de los s¨¢bados libres y las huelgas del per¨ªodo de Solidaridad.
Ahora la situaci¨®n mejor¨®: "En este momento se producen 400.000 toneladas m¨¢s. Con la militarizaci¨®n aument¨® la disciplina. El trabajo de los s¨¢bados ha sido decisivo". El director de la mina tiene que reconocer, sin embargo, que, a pesar del aumento de la producci¨®n, la productividad por trabajador ha disminuido. El n¨²mero de mineros se ha incrementado mucho gracias a los salarios elevados y las ventajas que tienen con relaci¨®n a los otros trabajadores polacos. El aumento de la producci¨®n no ha sido proporcional al incremento del n¨²mero de trabajadores.
Aquel nefasto 16 de diciembre
Zaremba recuerda de mala gana lo ocurrido aquel 16 de diciembre, hace un a?o, y atribuye lo ocurrido a los "activistas venidos de fuera. Yo no ten¨ªa miedo, y fui a hablar con la gente y les dije que la huelga era ilegal bajo la ley marcial. Intent¨¦ paliar la tensi¨®n. Trabajo con esta gente desde hace muchos a?os. Los mineros estaban fuera de las galer¨ªas y dentro s¨®lo quedaba el servicio de mantenimiento. La polic¨ªa vino e intervinieron cuando ya no hab¨ªa m¨¢s remedio. Nunca pensamos que las consecuencias iban a ser as¨ª. Despu¨¦s de lo ocurrido hubo una pausa y fui a negociar. Las dos partes se retiraron".Es d¨ªa de paga en la mina Wujek. Los mineros salen con los estadillos de la n¨®mina del edificio de la direcci¨®n. Con desconfianza, mirando continuamente a derecha e izquierda, en busca de potenciales chivatos, dos mineros aceptan una conversaci¨®n. Reconocen que "tenemos miedo. Hay bastantes en la c¨¢rcel por mucho menos de lo que hicimos nosotros aquel d¨ªa".
Cuando escuchan lo de los sueldos elevados de los mineros, se animan y gesticulan. "Eso son mitos", dice uno que lleva veinticuatro a?os en la mina, y asegura que "nosotros ganamos unos 25.000 zlotys (unas 38.000 pesetas), y los t¨¦cnicos reciben hasta 70.000 zlotys (105.000 pesetas), s¨®lo por apretarnos los tornillos a los trabajadores. El director Zaremba dice que estas afirmaciones son falsas: "El salario medio del personal del exterior es de 21.000 zlotys (31.500 pesetas), y los que trabajan dentro perciben 24.000 (36.000 pesetas) por t¨¦rmino medio".
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