La visita del "gran padre blanco'
La independencia de Guinea Bis sau, declarada unilateralmente por los nacionalistas del Partido Africano Africano para la Independencia de Guinea Bissau y Cabo Verde (PAIGC) el 24 de sep tiembre de 1973, fue reconocida oficialmente por la ONU en no viembre del mismo a?o y formalizada en septiembre de 1974 por e r¨¦ imen instaurado en Portugal despu¨¦s de la revoluci¨®n de los claveles. Bissau ofrec¨ªa el pasado d¨ªa 3 de diciembre, a la llegada del presi dente portugu¨¦s, Antonio Ra malho Eanes, el aspecto habitual de las capitales africanas cuando sus dirigentes reciben un hu¨¦sped extranjero al que quieren honrar con especial atenci¨®n: banderas, banderolas, retratos, grupos de m¨²sicos, bailarines con trajes tradicionales, cantos y danzas y muchedumbres dando gritos de bienvenida.
Hab¨ªa una diferencia, sin embargo: la pobreza y la subalimentaci¨®n eran m¨¢s visibles sobre los rostros y los cuerpos de los miles de adultos y ni?os que aplaud¨ªan a los visitantes portugueses que en otros pa¨ªses del mismo continente y el entusiasmo y la alegr¨ªa parec¨ªan tambi¨¦n m¨¢s espont¨¢neos m¨¢s profundos. Independientemente de las intenciones del presidente, Jo?o Bernardo Vieira, de recibir de la mejor manera posible al primer jefe de Estado europeo que visitaba su pa¨ªs desde el golpe de Estado de noviembre de 1980, el pueblo de Bissau ten¨ªa buenas razones para sentirse alegre y lleno de esperanzas con la presencia de su gran padre blanco.
Sin contar con aquellos que a?oran el regreso de los portugas (portugueses) y de los tiempos de abundancia (relativa) que fueron, al menos para los habitantes de la capital, los ¨²ltimos a?os de la presencia colonial portuguesa, la mayor parte de la poblaci¨®n agradeci¨® la visita del presidente Ramalho Eanes.
Pocos d¨ªas antes de la llegada del jefe del Estado portugu¨¦s hab¨ªa vuelto a funcionar el generador principal de la central t¨¦rmica que abastece a la capital y que estaba parado desde hac¨ªa meses. Es dif¨ªcil imaginar lo que puede ser vivir d¨ªas y semanas bajo el clima tropical h¨²medo de Bissau con unos pocos generadores privados como ¨²nica fuente de energ¨ªa. Sin luz, sin frigor¨ªficos, sin poder conservar los alimentos. Y las pocas actividades industriales existentes en el pa¨ªs, paralizadas por falta de energ¨ªa, a?adiendo con su silencio una nota m¨¢s al ambiente general de marasmo y estancamiento.
Las pocas divisas de que dispon¨ªa a¨²n el Banco de Bissau fueron sacrificadas para la compra, a los pa¨ªses vecinos, de productos alimenticios y otros bienes de primera necesidad. Dos barcos hab¨ªan tra¨ªdo, d¨ªas antes, productos desaparecidos desde hac¨ªa meses del mercado oficial y accesible ¨²nicamente a los privilegiados capaces de adquirirlos, a precios exorbitantes, en el mercado negro o abastecidos directamente por las embajadas extranjeras.
Se sab¨ªa que la reapertura, el d¨ªa de la llegada de Eanes, de las dos lojas do povo, las tiendas estatales, ser¨ªa sol de poca duraci¨®n y se formaron largas colas para adquirir un poco de arroz, de aceite o de jab¨®n, y lo inevitable aconteci¨®: las existencias se agotaron, los que no hab¨ªan podido comprar nada intentaron asaltar los almacenes y los polic¨ªas golpearon sin compasi¨®n a los m¨¢s exaltados bajo la mirada horrorizada de algunos periodistas portugueses.
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