Manolo de las Heras, un 'cantaor' a rescatar
La hermosa gente del caf¨¦ de Silverio de Madrid quiso regalarnos en las fechas navide?as con un gran festival flamenco.En el cartel no hab¨ªa sido anunciado quien para m¨ª result¨® lo m¨¢s interesante de la noche: un viejo cantaor llamado Manolo de las Heras, conocido por pocos, pero depositario de las esencias aut¨¦nticas, las que siempre deben prevalecer en el cante. Su treno fue el m¨¢s estremecedor que se oy¨® esa noche en el escenario del cine Europa. Luchando a veces con la penuria de sus facultades, Manolo de las Heras demuestra, una vez m¨¢s, que lo fundamental en flamenco no es el poder puramente f¨ªsico, sino el conocimiento de los cantes, la emoci¨®n interiorizada, la b¨²squeda de la jondura y la capacidad de transmitirla, el v¨ªnculo invisible que necesariamente debe establecerse entre cantaor y p¨²blico para que el milagro de este arte se produzca en t¨®da su plenitud. Y es injusto que, a estas alturas de su vida, un artista como Manolo de las Heras permanezca casi en el an¨®nimo.
Derroche de facultades f¨ªsicas tiene Vicente Soto, hijo de Sordera y perteneciente, por tanto, a una dinast¨ªa jerezana que se remonta a m¨¢s de un siglo de existencia, con el legendario Paco la Luz en sus principios. Pero Vicente se equivoca al confiarlo todo a su potent¨ªsima voz. Pienso que deber¨ªa buscar tambi¨¦n los tonos oscuros, matizar m¨¢s, dulcificar el cante, en fin. Su primo Jos¨¦ Merc¨¦, asimismo con poderosas facultades, ha entendido esto, y canta cuando quiere en una tesitura de grito terrible.
Carmen Linares es una cantaora que nunca defrauda. Tiene rajo, tiene una voz muy flamenca y tiene, sobre todo, ese entra?amiento con el arte que hace sentir y que puede hacer llorar. Carmen aporta siempre a cada cante su propio sentimiento, su propia emoci¨®n, es decir su propia verdad.
Enrique Morente abandon¨® la l¨ªnea en que viene produci¨¦ndose ¨²ltimamente para mantenerse dentro de la ortodoxia cl¨¢sica en que el festival discurr¨ªa, y ello nos permiti¨® redescubrir que efectivamente su voz es muy flamenca, muy cantaora, con ecos de extraordinaria belleza.
Rafael Romero no tiene que dermostrar nada, porque es un maestro indiscutible. Los tientos, la ca?a, la petenera. Cantes antiguos, que ¨¦l hace con pureza
Chaquet¨®n tambi¨¦n tiene su sitio de honor en los estilos de C¨¢diz. La malague?a del Mellizo, un cante, como es sabido, con influencia de cantos de Iglesia, para m¨ª la m¨¢s hermosa de todas las malague?as, adquiere en el decir de Chaquet¨®n toda la grandiosidad que le es debida, una belleza impresionante. Como contrapunto, el fulgor, la gracia de las alegr¨ªas, las canti?as, las buler¨ªas, que el cantaor domina de manera ejemplar. Por ¨²ltimo, citar a Ram¨®n el Portugu¨¦s, que a veces hace un cante de resonancias camaroneras y otras aborda los estilos tradicionales de manera no muy afortunada, a mi juicio. Y se?alar que el nivel de las guitarras acompa?antes ray¨® a una altura extraordinaria; Perico el del Lunar y Pepe y Luis Habichuela fueron los responsables.
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