Pascua militar y disciplina
Recordando mi pasada ¨¦poca de cadete, reci¨¦n estrenada la d¨¦cada de los setenta, viene a mi memoria una an¨¦cdota que, a buen seguro, entroncar¨¢ con lo que a continuaci¨®n trato de exponer. Se trataba de un trabajo a realizar y posteriormente exponer al resto de compa?eros sobre el tema monogr¨¢fico de la disciplina; pues bien, en todos ellos figuraba la ya famosa, definici¨®n de disciplina que Franco incluy¨® en el discurso que en el a?o 1931 pronunci¨® con motivo del cierre de la Academia General Militar, aquello de: "?Disciplina! Nunca bien definida y comprendida...", lo que demostraba lo arraigado que estaba en nuestras conductas el concepto as¨ª inculcado. Bueno, al menos eso se daba por supuesto, ya que el general Gabeiras, en la Pascua militar de 1982, tuvo que recordar a algunos militares su incumplimiento, cuando dec¨ªa: "?Qu¨¦ disciplina invocan los que olvidan dicha definici¨®n, cuando Franco pidi¨® para Su Majestad la misma lealtad y obediencia que a ¨¦l le hab¨ªan guardado?".Este a modo de pre¨¢mbulo deseo me sirva para llevar a cabo, dadas las fechas en que nos encontramos, unas consideraciones en torno a esa fiesta de tanta significaci¨®n para los hombres de las armas, la Pascua militar, y su entronque con esa virtud, tan t¨ªpicamente castrense, como es la disciplina, relaci¨®n que, como veremos, ha llegado a estrecharse tanto en estos ¨²ltimos a?os que a m¨¢s de uno nos ha sugerido que podr¨ªa ser interesante el llevar a cabo un detenido estudio de todos los discursos pronunciados por el Rey, en busca de un definitivo tratado de doctrina sobre disciplina militar. No olvidemos que esta festividad era, y debe seguir si¨¦ndolo, la ocasi¨®n en que tradicionalmente el Rey expresaba su felicitaci¨®n a las FAS, al tiempo que serv¨ªa de reflexi¨®n sobre los problemas que ¨¦stas y la defensa nacional ten¨ªan planteados, todo ello en un ambiente distendido y de compa?erismo; sin embargo, motivaciones de muy diversa ¨ªndole la han ido convirtiendo en un acontecimiento nacional de m¨¢xima trascendencia, lo que da lugar a que, anualmente, la expectaci¨®n por lo que pueda ocurrir en el palacio de Oriente sea tema de primer orden en todos los medios de comunicaci¨®n. El propio Rey as¨ª lo reconoc¨ªa, al iniciar su discurso en la ¨²ltima Pascua y, a fuer de sinceros, habr¨¢ que reconocer que no debi¨® defraudar a ninguno de sus oyentes.
Pues bien, en medio de todas esas preocupaciones que afloran en los discursos reales hay una que, por m¨¦ritos propios, primar¨¢ sobre el resto de temas a considerar: disciplina. Hay que constatar, de nuevo, que no es mera casualidad esta reiteraci¨®n casi mon¨®tona, sino que, una serie de causas, m¨¢s o menos relacionadas entre s¨ª, podr¨ªan ser consideradas como los detonantes de ciertas conductas, individuales o colectivas, que llegaron a poner en peligro la uni¨®n y disciplina de la instituci¨®n militar, as¨ª como la verdadera esencia del sistema constitucional. Algunas de estas razones ser¨ªan: a) permanente distanciamiento entre el estamento militar y el resto de la sociedad, lo que, indudablemente, era causa de mutuas incomprensiones; b) el fen¨®meno terrorista, que, aunque heredado de anta?o, algunos trataban de presentarlo como uno de los males del sistema democr¨¢tico; c) tratar de presentar una pretendida marginaci¨®n de los militares en torno a cuestiones pol¨ªticas que les afectaban, dando lugar a una visi¨®n harto recelosa del cambio que se estaba produciendo en Espa?a, postura que se plasm¨® en numerosas declaraciones de altos mandos militares, que criticaron duramente dicho proceso de transici¨®n. Estos y otros motivos eran los que obligaban, cada a?o, a don Juan Carlos a recordarnos a todos los militares que sin responsabilidad y disciplina las FAS no tienen raz¨®n de ser, y que por encima de todas las normas estar¨ªa siempre la Constituci¨®n.
Disciplina y lealtad
Para tratar de profundizar un poco m¨¢s en esta relaci¨®n que hemos planteado, entre disciplina y Pascua militar, el mejor m¨¦todo que se nos ocurre es el de seguir, desde el inicio de su reinado, las palabras que nuestro capit¨¢n general ha ido desgranando. De esta manera se observa c¨®mo sus primeros discursos no contienen referencias concretas al tema, al menos no con la intensidad que posteriormente veremos, y as¨ª, ¨²nicamente en 1977 aparece una llamada a la disciplina como fundamento de las FAS, que debe ser complementada con el ejercicio de la lealtad. En 1978, casi con esp¨ªritu visionario, pide serenidad, sin nervios o temores infundados, para asistir al proceso que toca vivir a los espa?oles.
No obstante, ser¨¢ a partir de 1979 cuando los discursos comiencen a ser m¨¢s duros, firmes y comprometidos, y as¨ª lo resaltar¨¢n todos los medios de comunicaci¨®n. En este a?o, a causa, principalmente, de la operaci¨®n Galaxia y de los incidentes que se produjeron con motivo de los funerales del general Ort¨ªn, asesinado en Madrid por terroristas, el Rey se vio obligado a realizar un severo llamamiento a la disciplina en las FAS. Dec¨ªa entonces: "El espect¨¢culo de una indisciplina, de una actitud irrespetuosa originada por exaltaciones moment¨¢neas en que los nervios se desatan con olvido de la serenidad necesaria en todo militar, es francamente bochornoso". Y segu¨ªa recordando que la disciplina obliga a todos por igual y que la suma de todas nuestras virtudes se compendia en las Reales Ordenanzas, c¨®digo moral de los Ej¨¦rcitos, a las que hay que sujetarse como fuente de inspiraci¨®n de nuestro comportamiento.
Respeto a la Constituci¨®n
En las palabras que pronuncie en 1980 habr¨¢ una clara alusi¨®n para que las FAS mantengan su posici¨®n de equilibrio, al tiempo que las previene contra incitaciones que las puedan llevar a protagonismos inoportunos, tratando de olvidar interpretaciones subjetivas que puedan desvirtuar el concepto de disciplina, el cual deber¨¢ establecerse como relaci¨®n de ense?anza, entre los que obedecen y los que ense?an a obedecer y saben mandar, apelando a que se cumpla por todos, al tiempo que se rechazan "las palabras vac¨ªas, las actitudes falsas, conceptos inactuales o manifestaciones que puedan inducir a interpretaciones dudosas".
A 1981 se llegar¨¢ tambi¨¦n con la preocupaci¨®n del terrorismo, aunque se puede palpar un ambiente algo m¨¢s distendido que en los ¨²ltimos a?os, sensaci¨®n que igualmente transmiten las palabras de Su Majestad, al referirse a la felicidad que le produce el saber que se mantiene la disciplina, y que existe un aut¨¦ntico compa?erismo, finalizando con un nuevo llamamiento a fin de ser respetuosos con las normas constitucionales. Sin embargo, los hechos iban a demostrar, muy pronto, que los deseos y la realidad, por desgracia, no caminaban juntos, y los sucesos del 23-F volvieron a poner sobre el tapete el nunca acabado problema militar. Ser¨¢ necesario que don Juan Carlos, haciendo buena su definici¨®n de valor, "consistente en buscar la verdad y decirla", aproveche la ocasi¨®n del mensaje navide?o de ese a?o para invitar a todos los espa?oles a seguir el camino de la Constituci¨®n, como ¨²nica alternativa v¨¢lida ante cualquier otra que sea impuesta por alguna minor¨ªa, en clara referencia al intento de golpe de Estado.
A pesar de la gran resonancia que este discurso produjo, todas las miradas se fijaban en lo que pod¨ªa ocurrir el pr¨®ximo 6 de enero y, a decir verdad, esa esperanza se vio cumplidamente recompensada, ya que todos los medios coincidieron en se?alar dicho discurso como el m¨¢s importante pronunciado por el Rey de Espa?a desde que asumi¨® la Jefatura del Estado. Se trat¨® de una combinaci¨®n de prudencia pol¨ªtica y de sabidur¨ªa castrense, en una disertaci¨®n que, a la par que conciliadora, fue en¨¦rgica.
Sin entrar en las campa?as calumniosas que se vertieron contra su persona, destacar¨ªamos, de entre tan importante discurso, aquellos pasajes del mismo en los que la apelaci¨®n a la disciplina era determinante, como: "La disciplina debe exigirse tanto o m¨¢s a quien mayor obligaci¨®n tiene de observarla e imponerla", o aquel otro en el que se?ala que la disciplina no es un concepto vac¨ªo, "no se limita a gestos externos, expresiones formularias o actitudes de superficial subordinaci¨®n", para terminar con un recordatorio de lo establecido- en las RR OO, en lo referente a peticiones y reclamaciones, en clara alusi¨®n al llamado manifiesto de los cien. En resumen, solicitaba que se observara siempre el mandato de la mayor¨ªa, "porque el respeto al derecho ajeno es la paz", y la mayor alabanza que se puede dedicar a nuestra FAS es que su dedicaci¨®n est¨¦ dirigida, fundamentalmente, a conseguir una mayor seguridad y desarrollo comunitarios.
Este sucinto recorrido, a trav¨¦s de los discursos reales, nos servir¨¢ para sacar algunas conclusiones que parecen evidentes. En primer lugar, la actitud clara y firme de nuestro Rey en favor de la Constituci¨®n, norma fundamental del sistema democr¨¢tico, cuyas palabras siempre han ido en favor de la gran mayor¨ªa y en contra solamente de los enemigos de la libertad; en segundo lugar, la disciplina demostrada por la mayor¨ªa de las FAS, en apoyo a ese proceso de cambio, aun teniendo en cuenta las oposiciones habidas en gentes que no confiaban en un feliz desarrollo del mismo.
Hoy, cuando celebramos de nuevo otra Pascua militar, observamos con pesar c¨®mo siguen persistiendo dentro de las FAS comportamientos que contin¨²an haciendo o¨ªdos sordos a los mensajes de nuestro Rey y capit¨¢n general, por lo que, desgraciadamente, pensamos que dicha celebraci¨®n seguir¨¢ marcada por el signo de la expectaci¨®n extracorporativa, impidiendo que pueda ser ¨²nicamente un acto de alegr¨ªa y confraternizaci¨®n. De la misma manera, esperamos que la llamada a la disciplina vuelva a sonar, en¨¦rgica y firme, como siempre lo ha sido, teniendo muy presente que nunca el respeto por el pasado, sea el que sea, podr¨¢ convertirse en un chantaje permanente para rechazar el presente o impedir el futuro, futuro que no podr¨¢ ser otro que el que libremente se otorgue el pueblo espa?ol, al cual seguiremos sirviendo y del que necesitaremos el apoyo necesario para poder cumplir con nuestro mandato constitucional.
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