Categ¨®rico 's¨ª' a la ¨®pera en concierto
Ofrecer en concierto un acto de una ¨®pera wagneriana es objetivamente parcializar mucho el producto m¨²sico-teatral propuesto por el genial compositor de quien se conmemora en 1983 el centenario de su muerte. Sin embargo, cuando se hace con toda solvencia art¨ªstica el p¨²blico pone la escena por su cuenta o sencillamente, se deja envolver por la maravilla de la m¨²sica. El resultado, en la ocasi¨®n que comentamos, ha sido completamente feliz: calidad en el escenario y calor en la audiencia se conjugaron para constituir el que quedar¨¢ como uno de los conciertos m¨¢s triunfales de la temporada de la Orquesta Nacional de Espa?a.Baza decisiva para tan grande ¨¦xito fue el tr¨ªo vocal protagonista, de categor¨ªa bastante por encima del minimo exigible -que ya es muy alto- para que una experiencia de este tipo no resulte un descalabro. Janie Yoes, la soprano americana aplaudida no hace mucho en Madrid con Elektra, encarna con excelentes facultades a Brunilda; el complej¨ªsimo papel de la hero¨ªna wagneriana fue desarrollado con seguridad y con momentos de alt¨ªsima escuela: recordamos especialmente el comienzo de la tercera escena (War es no schm?hlich).
La walkyria (acto III), de Richard Wagner
Janice Yoes (Brunilda), Helena Doese (Sieglinde),, Franz Grundheber (Wotan), Julia G. Casamayor (Gerhilde), A delina A lvarez (Ortlinde), Magarita Barreto (Waltraute), Emilia M. Arija (Schwerileite), Beatriz Melero (Helmwinge), Evelina Marcote (siegrune), Silvia Leivinson (Grimgerde), Celia Langa (Rossweise). Orquesta Nacional de Espa?a. Director: Franz, Paul Decker.
En su papel de Siglinda, mucho m¨¢s joven, pero tan enorme de exigencias, Helena Doese estuvo sensacional: voz de amplitud impresionante, timbre de una tersura y atractivo singulares.
Direcci¨®n eficaz
Con todo, si tenemos en cuenta cantidades adem¨¢s de calidades, habr¨¢ que reservar la primac¨ªa en el recuerdo para la actuaci¨®n del bajo Franz Grundheber, un Wotan extraordinario por la materia prima vocal, por la intachable l¨ªnea de canto, por el gran poder de convicci¨®n con que interpreta.
El reparto vocal se completaba con las ocho cantantes de casa anotadas arriba, cuyo papel no se presta a un comentarijo individualizado: baste decie que, con toda justicia, participaron en la recogida de la clamorosa respuesta del p¨²blico al concluir el concierto.
Entremos en la referencia a Franz Paul Decker, maestro de solvente oficio, m¨¢s eficaz que aparatoso, y cuyas maneras de director de foso -pegado a la partitura, atento al orden m¨¦trico y con m¨¢s voluntad constructiva que de b¨²squeda de depuraciones sonoras- se revelaron absolutamente positivas para llevar a buen puerto tan grande nave musical.
Entrega total
En cuanto a la Orquesta Nacional, se entreg¨® en todo momento para redondear una actuaci¨®n notabil¨ªsima: las maderas alcanzaron el sobresaliente en la maravillosa transici¨®n entre las escenas segunda y tercera (menci¨®n especial para clarinete bajo y corno ingl¨¦s); el grupo de metales no ocult¨® los problemas de comenzar en punta -con la cabalgata-, pero fue progresivamente a m¨¢s, y su decisivo papel estuvo muy bien servido; las cuerdas, con alg¨²n altibajo, alcanzaron, no obstante, logros bell¨ªsimos, como el interludio en el ¨²ltimno canto de Wotan, que corresponde al abrazo entre ¨¦ste y la extasiada walkyria.
M¨²sica grande, excelente interpretaci¨®n, y por si alguien se preguntaba por la conveniencia o inconveniencia de ofrecer ¨®pera de Wagner en concierto, ah¨ª qued¨® el categ¨®rico s¨ª de los mel¨®manos madrile?os.
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