Guatemala, bajo el 'ayatollah' R¨ªos Montt
El general R¨ªos Montt, un sedicente cristiano renacido, fue llevado al poder por un golpe militar de j¨®venes turcos del Ej¨¦rcito guatemalteco. Planteando un nebuloso mesianismo y la necesidad de un seudomoralismo regenerador, R¨ªos Montt, que est¨¢ respaldado por una secta religiosa revivalista originada y basada en Estados Unidos, se fue afirmando en el poder, y meses despu¨¦s del golpe de Estado controla todos los resortes del mando.A primeros de julio el ayatollah guatemalteco impuso el estado de sitio y suspendi¨® las libertades civiles insertas en la Constituci¨®n de Guatemala. Previamente disolvi¨® la gobernante junta tripartita y se nombr¨® a s¨ª mismo presidente de Guatemala, adem¨¢s de ocupar tambi¨¦n el Ministerio de Defensa. Con las garant¨ªas constitucionales suspendidas, desapareci¨® la libertad de expresi¨®n, se prohibieron las actividades pol¨ªticas y sindicales y las reuniones privadas s¨®lo se permiten cuando son previamente aprobadas por el ministro de Defensa, es decir, el propio R¨ªos Montt.
De ese modo el mesi¨¢nico general, quien hace entonar c¨¢nticos religioso-revivalistas a grupos de muchachas ante las oficinas presidenciales, retiene en sus manos poderes dictatoriales absolutos. Las autoridades militares bajo su mando pueden arrestar a cualquier sospechoso de perturbar el orden p¨²blico, pueden hacer registros domiciliarios sin mandamiento judicial y restringir los movimientos de las personas dentro del pa¨ªs. Como se ve, son pr¨¢cticas todas ellas que podr¨ªan llevar propiamente el sello fascista.
Por su parte, el ayatollah R¨ªos justifica esas medidas diciendo que son necesarias para luchar contra la subversi¨®n. Con ese t¨¦rmino se refiere a los guerrilleros de izquierda, con gran participaci¨®n de campesinos ind¨ªgenas, que vienen operando en el noroeste de Guatemala. R¨ªos Montt pretende acabar con la lucha guerrillera de inmediato y entonces derogar el estado de sitio.
Sermones a la familia
A poco de triunfar el golpe militar que le llev¨® al poder, el general-ayatollah inici¨® una serie de reuniones con pol¨ªticos guatemaltecos de derecha y centro-derecha para tratar sobre la posibilidad del retorno a la democracia. Al parecer, eso no fue m¨¢s que una comedia ante la burgues¨ªa criolla. Tan pronto como se sinti¨® bien afirmado en el mando, el ayatollah puso t¨¦rmino a todas esas conversaciones y se decidi¨® a gobernar como todo un dictador militar que es. Eso s¨ª, bien arropado en una faramalla de verborrea mesi¨¢nica y seudomoralizante.
Mientras tanto, los empresarios y capitalistas de la burgues¨ªa guatemalteca parecen estar contentos. No dejan de ver al ayatollah R¨ªos como lo que en realidad es un hombre fuerte de la casta militar tradicional criolla que sirve para aniquilar o, por lo menos, frenar la marea revolucionaria de la rebeli¨®n campesina. El ayatollah se limita a echarle sermones a la burgues¨ªa criolla dici¨¦ndoles que no tengan amantes, que repatr¨ªen los capitales depositados en el extranjero y que pasen m¨¢s tiempo con sus familias. Por lo dem¨¢s, el dictador mesi¨¢nico-revivalista los deja tranquilos.
Algo bien distinto es el tratamiento que se les da a las masas ind¨ªgenas rurales. Las matanzas de campesinos guatemaltecos, seg¨²n los informes de la Prensa internacional, se siguen produciendo bajo este Gobierno, lo mismo que cuando reg¨ªa el derrocado general Lucas Garc¨ªa. Parece que el seudocristianismo que profesa R¨ªos Montt, y del que hace tanta ostentaci¨®n a menudo, no le impide seguir con el derramamiento de sangre en Guatemala.
Tenemos que recordar solamente el sonado caso de Las Pacayas, una verdadera matanza cometida por los militares guatemaltecos al amanecer del pasado 11 de junio. M¨¢s de sesenta hombres, mujeres y ni?os fueron asesinados en aquella aldea monta?osa de los indios Poconchi. Los supervivientes que pudieron escapar dijeron que el Ej¨¦rcito hab¨ªa ido con la intenci¨®n de matarlos a todos. Y ese es s¨®lo un caso m¨¢s en la situaci¨®n recurrente de matanzas de indios en el altiplano central de Guatemala.
En realidad, menudean los informes de choques y matanzas de familias enteras en las aldeas aisladas del interior del pa¨ªs, aunque muchos no se pueden verificar. Sin embargo, la matanza de Las Pacayas se confirm¨® que fue realizada por los soldados del r¨¦gimen de R¨ªos Montt. Se sabe que ese r¨¦gimen viene desarrollando una verdadera guerra de exterminio contra los indios mayas, que constituyen m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n total de Guatemala. Todo eso, porque muchas aldeas indias apoyan a los guerrilleros que vienen operando en el altiplano por m¨¢s de diez a?os. La estrategia de R¨ªos Montt exige el internamiento de millares de indios en verdaderos campos de concentraci¨®n, para aislarlos de los guerrilleros.
A todo esto, documentos de la Iglesia cat¨®lica muestran que durante la ofensiva del Ej¨¦rcito en la provincia de Huehuetenango el 14 de julio los soldados mataron a 89 personas en la aldea de Petenac. Entre los muertos hab¨ªa 37 ni?os. Mientras se ejecutan estos actos de barbarie, el ayatollah R¨ªos sigue con sus sermones mesi¨¢nicos y seudomoraliz antes.
Xes¨²s Cambre Mari?o es escritor.
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