Ganado de contrabando en la frontera hispano-portuguesa
Unas 78.000 cabezas de ganado vacuno pasan ilegalmente al a?o por un solo punto de la raya divisoria
ENVIADO ESPECIAL, "Ahora", nos dice R. R. C., "venimos a pasar unos mil terneros mamones, de Portugal a Espa?a y llevamos all¨ª entre 250 y 300 vacas, en su mayor parte viejas o enfermas de tuberculosis". Es decir, se trasvasan de Espa?a a Portugal, y viceversa, unas 78.000 cabezas de vacuno en vivo al cabo del a?o, lo cual representa un valor aproximado, y no inferior, a los 4.000 o 5.000 millones de pesetas anuales."Nos hab¨ªan indicado que este tipo de contrabando hab¨ªa casi desaparecido...". "Al rev¨¦s. All¨¢ por octubre de 1980 -cuando le conoc¨ª a usted- se pasaban unas 30.000 cabezas de ganado, casi en exclusiva viejo o enfermo y s¨®lo de Espa?a hacia Portugal. Ahora, ya le digo, cuando se pasa con la peculiaridad de que -al igual que sucedi¨® tras la revoluci¨®n de los claveles lusitana- se ha incrementado terriblemente el contrabando de terneros portugueses a Espa?a".
Se calcula que, por ejemplo, cada a?o entra por las r¨ªas gallegas tabaco rubio por valor de unos 4.000 millones de pesetas, y que el fisco deja de ingresar casi 2.000 millones de pesetas por este concepto.Asimismo, una cantidad casi imposible de evaluar corresponde a la entrada fraudulenta en Espa?a - de aparatos de radio, v¨ªdeos, magnetofones, etc¨¦tera. Y ello, sin contar la compra fin de semana que los gallegos hacen en las localidades lusitanas de Viana do Castelo y alrededores, carg¨¢ndose de leche, manteler¨ªas, etc¨¦tera, as¨ª como del encargo de muebles artesanos. La cuesti¨®n llega a los extremos de que uno encarga una vajilla, una radio, una televisi¨®n en Viana y otros pueblos y, a la semana, ese art¨ªculo le es llevado al cliente espa?ol a su domicilio sin previo pago o se?al alguna.
Este es el tr¨ªpode en que se asienta en la actualidad el floreciente contrabando galaico-portugu¨¦s tras una d¨¦cada (1965-1975) en la que la alegr¨ªa del desarrollo econ¨®mico a escala mundial parec¨ªa haber arrumbado al recuerd¨® hist¨®rico aquellos a?os c¨¦lebres en que se trafic¨® con el wolframio, las piedras de mechero, las medias de cristal y el c¨¦lebre caf¨¦Jeito en Portugal.
A¨²n restan algunas ancianas en perdidas aldeas orensanas, zamoranas y salmantinas, con la cadera deformada como fruto de transportar aquellos pesados fardos de hasta cincuenta kilos de caf¨¦ de peso conteniendo sical o Jarruco, calidades de caf¨¦ en grano m¨¢s apreciadas, por los espa?oles.
"Tras la guerra civil" -me cuenta en la localidad portuguesa de Adadela un viejo contrabandista ya retirado, Z¨¦ Francisco (o al menos as¨ª dijo se llamaba)- "hac¨ªamos contrabando de gallinas y huevos. Nos daban una peseta por gallina que llev¨¢bamos hasta Espa?a" (que est¨¢ situada a menos de trescientos metros de donde est¨¢bamos conversando).
El 25 de abril
Tras la revoluci¨®n del 25 de abril de 1974, para los contrabandistas de la raya de Portugal se inici¨® un nuevo periplo. Gente avispada aprovech¨® en Portugal el acceso al poder de las izquierdas y el gran predicamento comunista de los mandos militares de entonces para unir sus voces pla?ideras a la de los padres del norte lusitano, caracterizados por su reaccion¨¢rismo, y propalar que con la llegada de los comunistas poco menos que todo iba a ser comunal y repartido, desde los terneros a las mujeres... Y los campesinos minhotos (del Mi?o) se asustaron. Pronto aparecieron unos personajes que compraban a bajo precio los terneros lusitanos que luego pasaban clandestinamente la frontera para venderse en Espa?a. A partir de 1977 fueron las vacas espa?olas las que hac¨ªan preferentemente el camino hacia Portugal. Y.ahora, desde hace a?o y medio aproximadamente, han sido los terneros portugueses los que han vuelto a pasar clandestinamente la frontera.
"?Por qu¨¦?".
"Muy simple", indica J. C., "los portugueses son pobres y tienen que vender lo poco de rico que tienen, los terneros, y no tienen m¨¢s remedio que aceptar el ganado viejo, en muchas ocasiones enfermo (lo que no quiere decir que no pueda consumirse en absoluto) que les enviamos. Ellos no pueden permitirse el lujo de comer carne de vitela (ternera)".
Los 'portillos' del contrabando.
Al parecer, hay diversos puntos o portillos clandestinos por los que se pasa o se trae el ganado entre Espa?a y Portugal. Algunos se?a lan que Ver¨ªn es el punto principal En realidad, son las provincias de Zamora y Orense donde se centra este tipo de contrabando por no menos de cinco o seis puntos."No s¨¦ por qu¨¦ tienen ustedes que venir a incomodarnos a noso tros", nos dec¨ªa un personaje apodado el R¨¢pido. "Hay otros puntos m¨¢s importantes. Ustedes van contra nosotros y lo ¨²nico que ha cemos es trabajar, como ustedes". A rengl¨®n seguido nos ofert¨® que podr¨ªamos hacer otros temas: "?Por qu¨¦ no escriben sobre los emigrantes clandestinos portugueses que trabajan en toda la raya fronteriza? ?Por qu¨¦ no hablan de que hay todav¨ªa nenos, que no tienen escuela ni sus aldeas luz, carreteras, tel¨¦fono?".
Lo cierto y verdad es que adem¨¢s de por Ver¨ªn acaso el punto m¨¢s importante del contrabando de vacas y terneros se haga por una decena o menos de kil¨®metros que van desde el puesto fronterizo hispano-portugu¨¦s de Puente de Barjas-S¨¢o Gregorio. En concreto, el tr¨¢fico se realiza de manera preferente entre el pueblo de Cela y el portugu¨¦s de Adadela, que corresponden a los municipios de Padrenda, el espa?ol, y de Melgago, en Portugal.
Vacas y toros son compr.ados en Espa?a no s¨®lo en tierras gallegas, sino en Le¨®n, Salamanca, Zamo ra, etc¨¦tera, y llevados en camio nes hasta localidades pr¨®ximas (Celanova, La Merca, etc¨¦tera) y esos camiones van avalados legal mente por unas gu¨ªas. Desde estos puntos intermedios se acerca el ga nado hasta lugares fronterizos, donde es metido en corrales y alimentado con pienso hasta la hora de un trasvase definitivo a Adade la, donde otros camiones lo repar ten luego por mataderos clandesti nos de Portugal. Los intermedia rios de los pueblos cobran unas 3.000 pesetas por vaca y- 10.000 pesetas por toro, y los encargados de hacerles saltar la frontera (en ge neral rapaces y mujerucas) cobran quinientas pesetas por vaca y mil por toro, m¨¢s o menos. El paso es muy f¨¢cil. Entre Espa?a y Portugal s¨®lo hay el denominado r¨ªo Tron coso, que no pasa de ser un simple regato de un metro o metro y me dio de ancho y sin calado. Adem¨¢s se cuenta con tres o cuatro puen tes de madera.
El tema es en s¨ª bastante grosero y sorprende la escasa vigilancia sobre ¨¦l. Es vox populi, igual que los nombres de los,que lo manejan. Bastar¨ªa que las autoridades correspondientes se dieran cuenta -lo que no parece entra?e demasiadas dificultades- de que los miles de kilos de carne en vivo que llegan a lugares como Celanova, La Merca, etc¨¦tera, -semana tras semana-, es totalmente imposible que sean consumidos por los escasos habitantes de estos n¨²cleos rurales. ?Tocar¨ªan a un consumo por cabeza semanal de miles y miles de kilos de carne!
Las vacas no saben, no responden
Los riesgos de los contrabandistas no son muy abultados, pese a que ahora planee un posible riesgo de c¨¢rcel por tales actividades, am¨¦n de la multa econ¨®mica. Pero el planeo es suave. De cuando en cuando, las fuerzas de orden p¨²blico cogen alg¨²n cami¨®n y le imponen una multa no excesiva. En alguna ocasi¨®n, se decomisa el ganado que luego es sacado en Vigo a p¨²blica subasta..., cuya puja -a la baja- la hacen los propios contrabandistas, sin que nadie -salvo ellos- ose pujar.
Para el ¨²ltimo salto de la frontera sobre el r¨ªo Troncoso los contrabandistas, tanto espa?oles como lusitanos, tienen sus medios de comunicaci¨®n. Si tal ventana est¨¢ abierta por el d¨ªa, o iluminada por la noche, en tina casa determinada del pueblo de enfrente, se sabe que el camino est¨¢ libre y se puede proceder al trasvase. Si es de noche, en lotes grandes. Si es de d¨ªa, de dos en dos o de tres en tres.
Dado como es la zona, hay es- pa?oles que tienen tierras y prados en Portugal y lusitanos que tienen tierra en Espa?a, y ambos permi sos para que eq¨²is n¨²mero de ca bezas puedan pasar la raya,para pastar en el pa¨ªs vecino. Lo que su cede es que s¨ª un labriego tiene un gu¨ªa o permiso para cinco o cuatro vacas y las pasa tranquilamente al otro lado de la raya ?qui¨¦n sabe si cada d¨ªa esas cuatro o cinco vacas son las mismas que las del d¨ªa an terior? Las vacas no saben, no contestan. "Todo", nos comunica S. F. R., "tiene que ser muy bien programado. Porque, por ejemplo, si tenemos que tener detenidos en las cuadras a cien mamones durante tres d¨ªas, que s¨®lo pueden ser alimentados con leche, es una ruina Igual que tener estabuladas tres docenas de vacas a base de pienso..."."De cualquier forma", declara R. R. C., "no hay demasiadas com plicaciones: algunas multas y, m¨¢s recientemente, que se nos acusa a algunos de evasi¨®n de capitales, pues pagamos, por ejemplo, los terneros en Portugal". (Al parecer en un caf¨¦ de la plaza principal del pueblecito de Melga?o de nombre La Estrela).En los d¨ªas, presentes -inicios de 1983-, el paso del ganado s¨®lo se hace dos d¨ªas a la semana: mi¨¦rcoles y jueves.
Lo nuestro es un trabajo
Cuando el mi¨¦rcoles a primera hora de la ma?ana llegamos a uno de los puntos del contrabando y pase de ganado ya hay un cami¨®n, matr¨ªcula de Lugo LU-310 (otro n¨²mero y otra letra), que va a descargar su mercanc¨ªa. Ante nuestra presencia no se deciden. Optamos por presentarnos a cara descubierta y decirles: somos de EL PA?S y venimos a hacer este reportaje. Quedan suspensos. Para convencerles, tenemos que contarles secretos de ese contrabando, contrase?as, cifras, etc¨¦tera. Optan, al fin, por proceder a descargar a una decena de vacas, pero se niegan a que hagamos fotos pasando el puente de madera camino de Adadela. Encierran las vacas en un establo.
Bajamos luego hasta la frontera y tras pasar por Melgai;o subimos hacia Adadela (que est¨¢ situada frente por frente de Cela, casi d¨¢ndose la mano). All¨ª podemos fotografiar el paso de las vacas por una anciana que nos confiesa sin rubor su misi¨®n.
"Si se abre la frontera entre Espa?a y Portugal nos hundiremos en la miseria", confiesa un portugu¨¦s de ochenta a?os que tropezamos en Cela. "Aqu¨ª desde siempre hemos vivido -malvivido- gracias al contrabando".
Comemos en Portugal y, a la vuelta, nuestra sorpresa es grandecuando vemos a el R¨¢pido y otros seis o siete: contrabandistas tomando caf¨¦ y orujo en el caf¨¦ situado -en la parte espa?ola- entre el edificio de la Polic¨ªa Nacional y el de la. Guardia Civil. Se empe?an, en invitarnos a caf¨¦ y orujo. Y al jefecillo, ya varias veces nombrado, el R¨¢pido, se le suelta la lengua y nos narra su vida.
Trasiego de ganado
Tiene ahora s¨®lo veinticinco a?os. A los catorce, se fue a Suiza. Regres¨® a los dieciocho y se inici¨® en esto de contrabandear poco despu¨¦s: "Antes a m¨ª me mandaban muchos, pero ahora casi todos los que me mandaban est¨¢n a mis ¨®rdenes", dice sin disimular un ci¨¦rto orgullo. Peque?o de estatura, enjuto, tiene un aire casi agitanado Nos abandona en plena conversaci¨®n y sale al exterior. Enfrente, junto a la gasoni¨ªera, para un jeep, con cuyo conductor habla. El conductor, que bien aparenta ser el capo, charla sin parar. Pasa el tiempo. Optamos por volver al peque?o pueblo de Cela, cuando la luz invernal empieza a declinar y m¨¢s entre estas abruptas montaf¨ªas. Volvemos a ver un cami¨®n con matr¨ªcula de Santander que, por lo menos, es hoy la tercera vez que sube cargado de ganado.
De pronto, nos adelanta eljeep, y tras ¨¦l se sit¨²a un viejo Seat 600 blanco, matr¨ªcula de Madrid M 549.24... (y otro n¨²mero) que con duce el R¨¢pido. Poco antes de Cel nos cierran el paso. El del jeep hace como si se le hubiera averiado el coche y no podemos pasa porque la carretera es tan estrecha que puesto un coche en mitad de la calzada es imposible pasar y menos con un autom¨®vil ancho como el que llevamos.
Recurro a todo mi conocimiento de palabrotas en portugu¨¦s (gallego no s¨¦) para hacer entender -que no vamos a toWrar este atropello. El deljeep, alto, fuerte, bien trajeado, bigotudo, con coche matr¨ªcula de Orense OR-031 ... (y otro n¨²mero y letra final), dice que reclamemos a la Guardia Civil. Le contestamos que lo haremos sin duda si no dejan paso franco.
El R¨¢pido contemporiza: "Pero si ya esta ma?ana hab¨¦is hecho fotos, ?para qu¨¦ quer¨¦is sacar m¨¢s? Est¨¢is jugando con nuestro medio de vida". Por fin dejan paso. Llegamos al pueblecito y el cami¨®n no ha sido a¨²n descargado. Optamos por no envenenar m¨¢s el tema. En realidad, ya est¨¢ todo hecho. Ahora invitamos nosotros, y no sacamos m¨¢s fotogyafias. No hacen falta. Les preguntamos que ad¨®nde llevan a los terneros que traen de Portugal.
Los millonarios
"De preferencia a Catalu?a y Arag¨®n, aunque tambi¨¦n servimos a Asturias y Santander". "Vais contra nosotros", insisten, y remachan: "Ninguno de nosotros se hace millonario. Acaso personas que no conocemos y programan todo. Nosotros s¨®lo somos meros intermediarios y sacamos paravivir mejor o peor, e mais nada". Lo cierto es que tienen raz¨®n. La raya de Portugal, la maldita raya de Portugal es - la regi¨®n de toda Europa m¨¢s extensa, pobre y despoblada, semillero de emigrantes, olvidada por los Gobiernos de Madrid y Lisboa, que siguen haciendo una pol¨ªtica interpeninsular que en la frontera es de darse la espalda, "de costas voltadas", que dicen los lusitanos.
La tela de ara?a
Es terrible, pero es completamente cierto que si no hubiera sido, y sea hoy, por el contrabando de cualquier clase (excepto, y esto es importante, por el de la droga que sigue la l¨ªnea de Gibraltar y su campo), la supervivencia de los nabitantes de una y otra parte de la raya de Portugal, que se extiende a lo largo de 1.231 kil¨®metros de frontera, ser¨ªa imposible. Por supuesto, son los habitantes fronterizos quienes menos se benefician del tema. Los grandes ganadores son los capos. , algunos de cuyos nombres se conocen, pero que es imposible darlos aqu¨ª, pues carecemos de pruebas materiales para hacer tales acusaciones.?De qu¨¦ servir¨ªa que a un se?or que nos ense?¨® imprudentemente los albaranes de su comercio ilegal de vacas y terneros con Portugal lo sac¨¢ramos a la luz p¨²blica, si ¨¦l es s¨®lo un pez peque?o en el entramado de la tela de ara?a?
La realidad es que, sea el caso del tabaco del ganado de la leche, del caf¨¦, de los muebles o las vajillas, etc¨¦tera, nadie hasta ahora ha querido entrar a saco en el espinoso tema, que es controlado por un n¨²mero peque?o de personas. Este contrabando es, pues, una especie de picaresca ib¨¦rica m¨¢s, que representa una gota de a gua en el oc¨¦ano de las fugas de capitales, que se dan en Espa?a.
A uno, sin nostalgia, al contemplar la pobreza del acogedor pueblo portugu¨¦s (y del no (nenos povo galego) se le vienen a la memoria las tristezas de este pueblo y aquellos versos del Pessoa que recitaba: "Ay, mar salgado (salado), cuanta de tu sal, son l¨¢grimas de Portugal". Como hermanos siameses unidos por la espalda, encadenados el uno al otro sin posibilidad de vivir d¨¢ndonos la cara.
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