Los militares argentinos practicaron la tortura en unos 20 campos de concentraci¨®n clandestinos
Una veintena de campos de concentraci¨®n se esparci¨® en Argentina tras el golpe militar de 1976. En ellos, los militares practicaron la tortura, para lo que contaron con asesores selectos extranjeros. El r¨¦gimen que preside el general Reynaldo B¨ªgnone, mientras tanto, mantiene que no hay nada nuevo que informar sobre la suerte de 30.000 desaparecidos y ha vuelto a aplazar su prometido informe oficial sobre estos casos. La oposici¨®n civil exige luz y responsabilidades, que, en su opini¨®n, deben extenderse a supuestos esc¨¢ndalos de corrunci¨®n.
El r¨¦gimen militar argentino ha pospuesto nuevamente -ahora hasta febrero- su informe oficial sobre la situaci¨®n de los 30.000 detenidos-desaparecidos desde 1976 exigido por las fuerzas pol¨ªticas democr¨¢ticas y organismos internacionales de defensa de los derechos humanos. "No tenemos nada que decir porque no tenemos a ninguno de ellos", se excusa peri¨®dicamente el presidente designado, general Reinaldo Bignone, apodado por sus amigos Vito Corleone o Consigliere (consejero, cerebro gris de los padrinos mafiosos) desde que fuera secretario general del Ej¨¦rcito. En otro plano, el reciente viaje de la primera ministra brit¨¢nica, Margaret Thatcher, a las islas Malvinas, fue interpretado por c¨ªrculos del Pent¨¢gono en un contexto diferente al de la Prensa de Londres. "Se trata de un recordatorio de Maggie al presidente norteamericano Ronald Reagan sobre sus conversaciones en el verano de 1982 en torno al proyecto de una base militar en el archipi¨¦lago austral", indicaron.Superbase en las Malvinas
El proyecto norteamericano de instalar una superbase en las islas data de 1969, y en ¨¦l fundaron los militares argentinos su azarosa t¨¢ctica de "apoyarse en Washington para dpsalojar a Londres". En recientes conversaciones secretas Buenos AiresPent¨¢gono, -afirman fuentes responsables-, de las que Reagan no informa siquiera a su secretario de Estado, George Shultz, la c¨²pula castrense ha renovado esa t¨¢ctica tras su deshon rosa rendici¨®n en las Malvinas.El tema de los detenidos-desaparecidos se ha convertido en nudo crucial de la situaci¨®n pol¨ªtica argentina, ya que ninguna fuerza democr¨¢tica quiere heredar, tras, eventuales elecciones a¨²n inciertas, ese presente militar. "Queremos un reconocimiento pleno de los responsables castrenses",' plantean dirigentes progresistas de la Multipartidaria, "que detalle la situaci¨®n de cada uno de los 30.000 desaparecidos. Una justicia democr¨¢tica tendr¨¢ que resolver ese tema y tambi¨¦n los sucios asuntos de la guerra, la desmesurada deuda externa, los mil y un negocios ?l¨ªcitos de los militares y muchas infamias m¨¢s".
El tr¨¢gico problema no s¨®lo ha terminado por estallar en Argentina, sino tambi¨¦n en varias capitales de Occidente. En Espa?a, Italia, Francia, Rep¨²blica Federal de Alemania, Suecia y en otros pa¨ªses se constituyen comisiones parlamentarias y de notables que acuden a Buenos Aires, pese a las intimidaciones y desaires de la Junta Militar.
La computadora de la secretar¨ªa de Amnist¨ªa Internacional clasific¨® entre los 30.000 desaparecidos en Argentina desde el sangriento golpe de estado de 1976 a ciudadanos de Espa?a, Alemania, Finlandia, Suecia, Jap¨®n, Estados Unidos, Uruguay, Chile, Bolivia, Paraguay, Per¨² y Cuba. El esc¨¢ndalo estalla en cadena en las capitales europeas, con interpelaciones a los Gobiernos, acciones sindicales y peticiones humanitarios.
Pertenec¨ªan a la logia Propaganda 2 -como se acusa al ex comandante en jefe de la Armada, almirante Emilio Massera, y el ex jefe del Est¨¢do Mayor del Ej¨¦rcito, general Carlos Su¨¢rez Mason-, todos los mandos militares aparecen implicados como responsables de la tragedia en los documentos que recogi¨® la Comisi¨®n de Derechos Humanos de la ONU. El mismo gene ral Cristino Nicolaides, actual jefe del Ej¨¦rcito, cuando era jefe de la IX Brigada de Infanter¨ªa en Comodoro Rivadavia, en 1976, ten¨ªa bajo su mando uno de los campos clandestinos de concentraci¨®n, afirma el peri¨®dico radi cal La Rep¨²blica.
"Nadie puede decir que hab¨ªa guerrilla en Comodoro Rivadav¨ªa", a?ade, "ni en ninguna zona pr¨®xima, por lo que los prisioneros de la guerra a la que jugaba Nicolaides eran dirigentes sindicales petroleros y otros. En la Subzona de Defensa 53, a cargo de su subordinado, coronel De Piano, somet¨ªa a sus presos a flagelaciones y tormentos y hasta ordenaba a familias enteras irse de la regi¨®n bajo su mando por que le molestaban", agrega la denuncia.
El destino posterior de los ofi c¨ªales de la Marina responsables de las desapariciones y torturas en la Escuela Mec¨¢nica de la Armada (ESMA), en Buenos Aires a veces bajo el ejemplo directo de Massera -seg¨²n testimonios de algunas v¨ªctimas-, resulta sumamente conflictivo por el mundo. Diseminados en las embajadas argentinas en Londres, Par¨ªs, Pretoria o Madrid, fueron sistem¨¢ticamente descubiertos y denunciados en plena calle. Con el mismo hero¨ªsmo demostrado por otro de los desaparecedores el capit¨¢n de nav¨ªo Alfredo Astiz, en las islas Georg¨ªas del Sur, huyeron de las c¨¢maras fotogr¨¢ficas cubri¨¦ndose el rostro con las manos.
El coronel Roberto Roald¨¦s responsable de Plana Mayor del Primer Cuerpio de Ej¨¦rcito de la Capital Federal, daba la orden administrativa para inhumar cad¨¢veres en la Morgue sin intervenci¨®n judicial, seg¨²n denuncias de familiares de desaparecidos. Roald¨¦s se encuentra en misi¨®n militar en Taiwan. M¨¢s de una veintena de campos de concentraci¨®n militares clandestinos se esparcieron por Argentina. "A pesar que los militares argentinos no tienen nada que aprender en materia de torturas, contaron con asesor¨ªas selectas de norteamericanos, israel¨ªes, surafricanos y algunos militares retirados franceses, que aportaron sus experiencias de Vietnam, zonas ocupadas por el Ej¨¦rcito israel¨ª, el apartheid y Argelia", se?alan revelaciones de los contados prisioneros liberados.
El abogado Mart¨ªn Gras revel¨® la explicaci¨®n del oficial que le tortur¨® en la ESMA, en coincidencia con otros relatos.
"Orden de batalla"
"Somos militares", dijo, "y cumplimos la orden de batalla del 24 de marzo de 1976, firmada por los tres comdandantes en jefe de las FF AA y el Estado Mayor Conjunto. El objetivo expreso es la destrucci¨®n fisica de las organizaciones populares mediante la eliminac¨ª¨®n fisica de sus miembros, por ser contrarios al ser nacional y al orden social natural. Para ello asumirnos la lucha clandestina, a espaldas de la poblaci¨®n civil, porque para el triunfo precisamos la informaci¨®n, y ¨¦sta s¨®lo puede ser obtenida por la tortura; y para que la tortura sea eficaz debe ser ilimitada. Lo importante es que se obtiene ventaja sobre el enemigo, con el r¨¦dito de que se persuade con el terror al resto de la manada".
El jurista argentino Eduardo Duhalde afirma en un ensayo que el objetivo met¨®dico, dentro de esos campos de concentraci¨®n, es no s¨®lo la destrucci¨®n fisica del prisionero, sino su destrucci¨®n ps¨ªquica. Los pocos liberados -quiz¨¢ para comprobar la eficacia de dicha t¨¦cnica retornaron en su mayor¨ªa su conciencia anterior a la desaparici¨®n y denunciaron los hechos ante organismos internacionales.
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