George Cukor, el director de las 'estrellas', muri¨® a los 83 a?os, despu¨¦s de haber realizado mas de 50 pel¨ªculas
El cineasta George Cukor muri¨® ayer en Hollywood (Estados Unidos) a causa de un fallo cardiaco. Ten¨ªa 83 a?os. Autor de m¨¢s de cincuenta pel¨ªculas, gan¨® un oscar en 1964 por My fair lady. Otros dieciocho oscars fueron repartidos entre sus pel¨ªculas. A principios del sonoro, comenz¨® como supervisor de di¨¢logos. En 1929 dirigi¨® su primera pel¨ªcula, Grumpy; la ¨²ltima, Ricas y famosas, hace un a?o. Televisi¨®n Espa?ola ofrece hoy como homenaje al director fallecido el filme Confidencias de mujer (1962).
Nacido en Nueva York en 1899, era un cineasta de otro tiempo: de la ¨¦poca en que el cine norteamericano contrataba a directores s¨®lo para que ilustraran los textos que otros hab¨ªan escrito al servicio de los actores de moda. Un sistema f¨¦rtil para artesanos sin talento pero tambi¨¦n una oportunidad para que hombres del genio de Cukor llegaran a ser aut¨¦nticos creadores sin propon¨¦rselo.Siempre al servicio de los estudios, George Cukor crey¨® durante muchos a?os que su trabajo se limitaba a la: simple traducci¨®n en im¨¢genes de los deseos ajenos: "No soy un autor y me asusta en general que se quiera aplicar ese t¨¦rmino. Jam¨¢s escribo mis guiones y tengo demasiado respeto por los buenos escritores para intentar imitarlos. Me limito a hacer sugerencias; s¨®lo en el plat¨® soy el que manda".
Sin embargo, fue un autor. En sus m¨¢s de cincuenta pel¨ªculas, Cukor plasm¨® un singular sentido del espect¨¢culo que jam¨¢s traicion¨® la est¨¦tica de un elegante buen gusto. Sensible, encontr¨® en la iron¨ªa el desahogo de sus ¨ªntimas protestas. (Lo demostr¨® claramente, entre otras, en Nacida ayer.)
Jam¨¢s fue cursi. Cukor matiz¨® cada situaci¨®n dram¨¢t¨ªca rebuscando el aspecto que humanizara a sus personajes por encima incluso de los intereses del gui¨®n. En este sentido, hizo famoso su especial contacto con la sensibilidad de las mujeres: cada personaje femenino se transform¨® en sus manos en un inteligente retrato de mujer. Pero no ser¨ªa justo limitar ah¨ª su talento. Si, efectivamente, fue el director de la primera versi¨®n de Mujercitas (1933), de Margarita Gautier (1935), Zaza (1938), Mujeres (1939), Susana y Dios (1939), La mujer de las dos caras (1942), Luz de gas (1944), Ha nacido una estrella (1954), Las girls (1957), El multimillonario, (1960), Confidencias de mujer (1962), My Fair Lady (1964), Justine (1969), Amor entre ruinas (1975) y Ricas y famosas (1981), pueden citarse otros t¨ªtulos paralelos sobre el mundo de los hombres o, m¨¢s concretamente, sobre el de las parejas.
Con Katherine Hepburn y Spencer Tracy construy¨® algunas comedias que ridiculizaban aspectos de la vida conyugal: la estrecha mentalidad de los conservadores fue tambi¨¦n su piedra de toque en la espl¨¦ndida Historias de Filadelfia. Frente a lo inm¨®vil, Cukor propuso la alternativa de la aventura: mujeres y hombres espont¨¢neos sab¨ªan desligarse de las normas que impiden la libertad.
Cukor no se limitaba a respetar las claves precisas de un g¨¦nero. Aunque los hizo todos (hasta alg¨²n westem), supo aplicar a cada caso los elementos dram¨¢ticos que precisaba aunque no fueran ortodoxos. Un musical pod¨ªa convertirse en drama (Ha nacido una estrella), un melodrama en comedia (Chica para matrimonio), una historia de amor en cr¨®nica de asesinos (Luz de gas). Se sent¨ªa especialmente fascinado por desvelar la otra cara de la apariencia. La evidencia oculta una verdad fr¨¢gil; el oropel desaparece en las resacas. Cukor investig¨® la autenticidad de sus personajes con el cari?o de quien est¨¢ dispuesto a tolerarlos a todos. Sus preferencias no le obligaban a condenar la mediocridad. Pod¨ªa criticarla, pero hasta donde su elegancia pod¨ªa permit¨ªrselo.
Filmes de encargo
No todas sus pel¨ªculas fueron excelentes. Hay en la filmograffia de Cukor numerosos errores; pel¨ªculas de encargo a las que ¨¦l no supo aplicar su talento o t¨ªtulos que dorninaron las estrellas por encima de su voluntad. A veces, los actores no soportaban su del¨ªcadeza. Clark Gable, por ejemplo, logr¨® que le expulsaran de la direcci¨®n de Lo que el viento se llev¨®, al creer que Cukor pod¨ªa afeminar el conflicto. Puros celos de actor que tem¨ªa destacaran m¨¢s las actrices del reparto. Cukor fue, pues, sustituido, no sin rodar algunas secuencias que a¨²n permanecen en la versi¨®n definitiva. Le ocurri¨® lo mismo con El mago de Oz, y, a la inversa, se vio obligado a firmar pel¨ªculas iniciadas por otros.Fue la sumisi¨®n a que obligaban los estudios. Modestamente, Cukor obedec¨ªa sin entender el concepto de autor. Cuando lleg¨® a Europa. (en 1976, la ¨²ltima vez), se sorprendi¨® del entusiasmo que hab¨ªa despertado entre los cr¨ªticos: "Griffith s¨ª fue un autor" -dec¨ªa-, "aunque tampoco escribiera los guiones. Yo no; yo no concibo mis proyectos. Sin duda, es una herencia del teatro, al que me dediqu¨¦ al principio. All¨ª siempre hay un texto que poner en escena".
Ingenuo y entra?able, ofreci¨® su talento sin pedanter¨ªa, sin afanes trascendentes. Quiz¨¢ se limit¨® a s¨ª mismo pero hoy plasma, como ninguno, el cine que le toc¨® vivir.
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