La necesidad de una banca catalana (en min¨²scula)
Al margen de las valoraciones concretas que efect¨²an de la crisis, la lectura desapasionada de la mayor¨ªa de las opiniones sobre la crisis de Banca Catalana desvela, en unos casos, un grave desconocimiento del papel econ¨®mico y pol¨ªtico de la actividad bancaria y, en otros, un claro intento de aprovechar la ocasi¨®n para desacreditar oponentes personales o pol¨ªticos. La trascendencia del hecho analizado exige, creo, planteamientos m¨¢s rigurosos.En primer lugar, un buen grupo de comentaristas parece sorprenderse del car¨¢cter nacionalista que se da en Catalu?a a la actividad bancaria aut¨®ctona. Para estos observadores, los objetivos que desde su fundaci¨®n se plantearon las entidades hoy en crisis y el inter¨¦s en mantener ahora, pese a todo, la catalanidad son incomprensibles. Otros analistas, antiguos agoreros del desastre, proclaman la imposibilidad de aunar principios nacionalistas y actividad bancaria. Esta es tan solo viable, afirman, si el beneficio puro y simple es el ¨²nico objetivo.
Tales presupuestos olvidan la importancia de un hecho del que son dolorosamente conscientes gran n¨²mero de catalanes: el control casi absoluto de los recursos bancarios de Catalu?a, esto es lo generado por la actividad de sus habitantes, lo ostentan entidades cuyos centros de decisi¨®n y principales intereses se hallan fuera del Principado. Se trata del resultado de una larga evoluci¨®n hist¨®rica en la que han influido desde las mis mas caracter¨ªsticas del desarrollo industrial catal¨¢n y la poca visi¨®n de futuro de algunos banqueros, hasta la acci¨®n deliberada, en alguna ocasi¨®n, del poder pol¨ªtico central. La excepcional fortaleza de las cajas de ahorro catalanas no puede compensar la dependencia bancaria. Las caracter¨ªsticas de la actividad financiera de las cajas, el control que sobre ellas ejerce el Estado y, hasta tiempos muy recientes, el hecho de estar dirigidas por hombres estrechamente ligados a la dictadura, les ha impedido jugar un papel destacado en el campo de la financiaci¨®n a las empresas catalanas.
El predominio de los grandes bancos castellanos y vascos en el mercado financiero catal¨¢n significa, a ojos de muchos habitantes del Principado, una supeditaci¨®n a intereses econ¨®micos y pol¨ªticos desligados de la realidad catalana. En definitiva, una p¨¦rdida de poder.
En 1968, Ignacio Vilallonga, entonces presidente del Banco Central, lo expresaba con toda claridad: "Yo creo que los presidentes de los grandes bancos de Espa?a tenemos m¨¢s influencia en las cosas de Catalu?a que cualquier catal¨¢n, por elevada que sea su posici¨®n" (Actualidad Econ¨®mica, 13 de enero). No cabe sorprenderse, pues, de que, ya en 1908, un grupo de empresarios catalanes promoviera una serie de estudios bajo un lema similar al que encabeza estas l¨ªneas, ni de que, a?os despu¨¦s, fuera el l¨ªder de la Lliga, Francesc Camb¨®, el que intentara volver a levantar la antorcha de la banca aut¨®ctona.
Los desalentadores resultados de estas iniciativas y de otras posteriores no impidieron que, en una encuesta publicada en 1963 (Moneda y Cr¨¦dito, n? 84), los empresarios catalanes se mostraran fuertemente reticentes frente a la actividad en Catalu?a de los grandes bancos espa?oles.
Los intereses generales de Catalu?a
Es en este contexto de sensibilidad por la recuperaci¨®n de una parcela clave de poder econ¨®mico, donde hay que inscribir los intentos pasados y presentes de crear o mantener entidades bancarias de capital catal¨¢n. Es obvio que los promotores de tales iniciativas no renucian a obtener de ellas buenos beneficios, y tambi¨¦n lo es que no cabe identificar a esos promotores con los intereses generales de Catalu?a. Quienes, en este sentido, afirman que no es posible conjugar la rentabilidad indispensable para cualquier banco con la dedicaci¨®n preferente a los intereses de un territorio determinado, olvidan que financiar empresas y promover iniciativas industriales radicadas en Catalu?a, o en cualquier otra parte, no obliga a asumir riesgos innecesarios ni a apoyar actividades deficitarias. Que las formas concretas de aplicaci¨®n de unos objetivos hayan sido inadecuadas no implica que los objetivos estuvieran mal planteados.
En definitiva, creo que hay que respetar a aquellos que, antes y ahora, se esfuerzan por crear o mantener entidades bancarias de capital catal¨¢n, a la vez que hay que subrayar que es factible el objetivo de dedicarse desde Catalu?a a la promoci¨®n y a la financiaci¨®n de la industria catalana.
Es, justamente, por la importancia que muchos catalanes conceden al tema de la banca propia, por lo que es necesario pedir explicaciones y exigir responsabilidades desde Catalu?a a aquellas personas que, despu¨¦s de una meritoria tarea de fundaci¨®n, no han sabido gestionar unas entidades que ahora los recursos p¨²blicos han de ayudar a sostener. Estas explicaciones son debidas en justicia a quienes en su momento aportaron sus ahorros y, con ellos, su voluntad de contribuir, en un sector clave, a la recuperaci¨®n nacional, pero tambi¨¦n son indispensables para demostrar que no existe maleficio alguno, sino errores de gesti¨®n, y que una banca catalana no es tan solo necesaria sino perfectamente viable.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.