Sobre el 'aborto terap¨¦utico'
Como se ha dicho en la Prensa, la larga guerra del aborto ya ha estallado con las recientes declaraciones del ministro de Sanidad y Consumo, Ernest Lluch. Desde las asociaciones de padres de familia cat¨®licos y varios obispos de la misma confesi¨®n religiosa hasta la Oposici¨®n de Su Majestad, encabezada, como es propio, por Alianza Popular -que ha amenazado incluso con un refer¨¦ndum sobre el tema-, se han reiterado las promesas de inquebrantable resistencia y lucha casi a muerte en todos los frentes del antiabortismo.Creo que deben destacarse dos declaraciones que recoge la Prensa:
1. El se?or Lluch precisa que, siempre que ha hablado de la despenalizaci¨®n del aborto, se ha "referido exclusivamente al aborto terap¨¦utico, es decir, al que pueda estar relacionado con situaciones de peligro para la vida de la madre, con malformaciones del feto, y en caso de violaci¨®n...".
2. El cardenal-arzobispo de Madrid, don Vicente Enrique y Taranc¨®n, ha expresado su esperanza de que "los socialistas espa?oles har¨¢n todo lo posible por no enfrentarse con la Iglesia. Pienso, por el contrario, que tender¨¢n puentes de di¨¢logo".
Siempre he sido, y sigo siendo, partidario de los "puentes de di¨¢logo". (No me gustan las guerras, ni siquiera la guerra del aborto). As¨ª pues, ?se me permitir¨¢ que intente -modestamente- tender uno de esos deseables puentes desde estas brevesl¨ªneas?
Empezar¨¦ por reducir a¨²n m¨¢s el concepto de "aborto terap¨¦utico" que ha concretado, como ve¨ªamos, el se?or Lluch. Escojo s¨®lo la primera de sus tres hip¨®tesis: el aborto "que pueda estar relacionado con situaciones de peligro para la vida de la madre".
Partiendo de esta autolimitaci¨®n del tema -ya habr¨¢ ocasiones de ampliarlo-, me pregunto: ?en qu¨¦ basan la Iglesia cat¨®lica, los partidos pol¨ªticos como Alianza Popular, el PNV, el PDP..., las "asociaciones pro vida", hasta los grupos no violentos, etc¨¦tera, su frontal rechazo del aborto? En un mismo lema, a saber: el del "respeto a la vida humana desde el momento mismo de su concepci¨®n".
Como es notorio, ya en este punto b¨¢sico confluyen multitud de argumentos y contraargumentos sobradamente conocidos por los lectores de EL PAIS, por lo que estimo ocioso el reiterarlos ahora por en¨¦sima vez -aparte de que s¨®lo servir¨ªan para distraernos respecto del punto muy determinado que pretendo traer hoy a colaci¨®n-.
El peligro para la madre
Porque ocurre lo siguiente -si hablamos con claridad, llamando al pan, pan, y al vino, vino: cuando la vida del feto -pone en peligro -seriamente, se entiende- la vida de la madre, el ginec¨®logo tiene ante s¨ª este dilema: o mata al feto o mata a la madre. No caben subterfugios dial¨¦cticos acerca, por ejemplo, de si hay o no hay voluntariedad en la decisi¨®n de asesinar o no una u otra de esas dos vidas humanas -eso son sofismas que intentan velar la cruda realidad que nos ofrece el mundo en que vivimos (y que no ha sido creado precisamente por el hombre)-: hay ocasiones en que la ¨²nica opci¨®n que nos deja es s¨®lo la de dar muerte aqu¨ª... o all¨ª. En ambos casos, se opte por lo que se opte, no se "respeta la vida ".
Yo no soy m¨¦dico, sino abogado, y por ello no puedo detallar mucho en el tema -que planteo para que otros m¨¢s doctos desarrollen-. Pero es archisabido que existen casos como ¨¦ste (tratado incluso en uno de los lances de una pel¨ªcula de fama, El cardenal, de Otto Preminger): la cabeza del ni?o es damasiado grande, por lo que debe recurrirse a la ces¨¢rea. No obstante, si por cualquier descuido la cabeza est¨¢ encajada, la ces¨¢rea no es practicable, y debe, o bien destrozarse la cabeza del feto; para que pueda ser expulsado sin causar otros males, o bien destruirse la estructura ¨®sea de la madre -dando as¨ª muerte a ¨¦sta- para que el feto pueda ver la luz con vida.
Porque, y tras este ejemplo regreso ya a la l¨ªnea central de m¨ª argumentaci¨®n, si hay que "respetar la vida humana del feto", tambi¨¦n hay que "respetar la vida humana de la madre". ?O es que el feto es un ser humano y la madre una bestia de carga? No; no se puede llevar una mujer a un parto como se lleva una res al matadero. M¨¢s a¨²n: la vida humana de la madre debe ser m¨¢s respetada que la del feto, pues la de ¨¦ste es una vida a¨²n incompleta, a¨²n no cuajada, mientras que la otra est¨¢ en plena realizaci¨®n -de s¨ª misma y para los dem¨¢s-, y sobrecargada de interrelaciones y de responsabilidades.
S¨ª; en el sentido limitado que le doy en estas l¨ªneas, me proclamo partidario de la despenalizaci¨®n del "aborto terap¨¦utico" precisamente en nombre del respeto a la vida humana. Del "respeto a la vida..." de la madre, claro (quien, en un parto, es un ser tan indefenso como su propio hijo, a la vez que mucho m¨¢s maduro y obligado que ¨¦ste).
Ahora bien, vistas as¨ª las cosas -y se tendr¨¢ que razonar muy finamente para que pueda llegarse por cualquiera a verlas de otro modo-, ?no existe aqu¨ª un "puente de di¨¢logo"? ?No estamos todos, en este punto, en favor de la defensa de la vida desde el momento mismo de la,concepci¨®n? (Porque la vida de la madre tambi¨¦n hab¨ªa sido concebida en su momento.)
Yo sugerir¨ªa que cesasen las grandes declaraciones de principios -y, por supuesto, los juicios de intenciones o las expresiones ofensivas- y que se iniciase ese serio debate nacional sobre el aborto que EL PAIS ya reclamara, al menos en un editorial durante el Gobierno de UCD, editorial y debate que el Gobierno de UCD prefiri¨® eludir -y as¨ª le ha ido-. Y tambi¨¦n, que ese "serio debate nacional" comenzase, como prefiere con acierto el arzobispo de Madrid, "tendiendo fuentes de di¨¢logo", es decir, buscando aquellos puntos concretos de tan amplio tema en los que pueda avistarse un acuerdo. Haciendo lo menor posible el margen de disentimiento. iEso ganar¨ªa la convivencia nacional! Y es que, y con ello termino, si, en lo que tan circunscritamente he puesto de relieve hoy, la Iglesia cat¨®lica no expresara su conformidad -y salvo que esgrimiera muy buenas razones para no expresarla, razones que se me habr¨ªan escapado-, yo no tendr¨ªa m¨¢s remedio que conluir que quien no quiere "puentes de di¨¢logo" en el tema es la Iglesia cat¨®lica.
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