Los funcionarios y el cambio
En las ¨²ltimas semanas, los funcionarios p¨²blicos hemos saltado a las primeras p¨¢ginas de los peri¨®dicos. Se aplaude la medida del Gobierno destinada a generalizar el cumplimiento de un horario de trabajo razonable en toda la Administraci¨®n civil del Estado. De pronto nos hemos convertido en espect¨¢culo. Periodistas y c¨¢maras de televisi¨®n abordan a funcionarios entrando en su trabajo, intentando plasmar caras de sue?o o gestos malhumorados.La irritaci¨®n de amplias capas del pa¨ªs por la lentitud e ineficacia del aparato burocr¨¢tico y la tradicional desatenci¨®n a los servicios que demanda el ciudadano medio son, sin duda, la causa de la expectativa que esta noticia ha causado.
Sorprende, sin embargo, que, al hilo de los horarios, se vuelve a presentar a los funcionarios como los culpables universales de los males que aquejan a las oficinas p¨²blicas, desenfocando y simplificando, peligrosa y, por qu¨¦ no decirlo, injustamente, el fondo del problema.
Lo explicar¨¦ con alg¨²n ejemplo: si una empresa funciona muy deficientemente, se pensar¨¢ que los m¨¦todos de trabajo, la organizaci¨®n o la direcci¨®n de la empresa no son los adecuados, o, si un porcentaje muy alto de alumnos tiene malos resultados escolares, se cuestionar¨¢ el sistema de ense?anza de la escuela.
Pues bien, ?por qu¨¦ cuando se trata de la Administraci¨®n p¨²blica se cambia el razonamiento y es a los funcionarios a los que hay que meter en cintura para que el aparato burocr¨¢tico empiece a funcionar.
Que la Administraci¨®n p¨²blica necesita una reforma de sus estructuras, m¨¦todos de trabajo y funcionamiento es una realidad incuestionable. Pero es esta una tarea tan vasta y costosa que para iniciarla, hay que partir de su realidad actual, porque cada uno de los factores que determinan esta realidad son piezas de un engranaje: que ha permitido un funcionamiento determinado, insatisfactorio para la mayor¨ªa de la sociedad y tambi¨¦n para muchos funcionarios, pero querido por una opci¨®n pol¨ªtica que se concreta, no s¨®lo en la derecha que estaba ayer en el Gobierno, sino la que durante muchos a?os ha ostentado el poder en nuestro pa¨ªs y, no hay que olvidarlo, la direcci¨®n de la Administraci¨®n p¨²blica.
Situaci¨®n insostenible
Ellos optaron por que funcionaran aceptablemente algunas parcelas de la Administraci¨®n p¨²blica, dejando deliberadamente languidecer el resto de los servicios. La pol¨ªtica de personal se determin¨® de acuerdo con esta opci¨®n. Se mantienen estructuras de personal inadecuadas; no se incentiva profesionalmente a los funcionarios. Se lleva una pol¨ªtica de sueldos a la baja para la mayor¨ªa, manteniendo el poder adquisitivo con f¨®rmulas indirectas a una minor¨ªa (no hay que olvidar que el 22% de los funcionarios tienen fijados sueldos inferiores a las 50.000 pesetas brutas mes y que aproximadamente el 80% tienen sueldos comparativamente inferiores a los del resto del sector privado en categor¨ªas similares); no se establecen cauces de participaci¨®n sindical colectiva y s¨ª se fomenta la divisi¨®n y el corporativismo; no se facilitan medios ni formaci¨®n profesional para mejorar la calidad del traba o, y, por ¨²ltimo, se favorece el incumplimiento generalizado de la jornada de trabajo, incluso dictando normas que, bajo la fachada de hacer cumplir "jornadas superiores a la normal" a una minor¨ªa, los efectos reales que producen son distorsionadores del horario habitual de la mayor¨ªa.
Y los funcionarios ?estaban conformes con esta situaci¨®n? Pues, mayoritariamente, no. Lo que ocurre es que el relajo horario hab¨ªa establecido un determinado equilibrio, a la desesperada, que compensaba la situaci¨®n insostenible e irritable en los otros temas.
En este estado de cosas, el triunfo del PSOE abre expectativas de cambio tambi¨¦n en la Administraci¨®n p¨²blica, pero en la perspectiva de que el nuevo Gobierno iba a definir sus objetivos, marcar las prioridades en el proceso de reforma y, en base a unos y otras, articular una serie de medidas para ir modificando progresivamente la situaci¨®n creada.
Pero las medidas en materia de horarios, discutidas con los sindicatos y puestas en pr¨¢ctica por el Gobierno al principio de esta semana, sin entrar en los fallos y precipitaciones que han tenido, al producirse aisladamente han supuesto un desajuste en esa l¨®gica y han creado una situaci¨®n delicada, no porque los funcionarios est¨¦n en contra de que se les exija el cumplimiento de una jornada de trabajo razonable, sino porque se ha producido una ruptura de esas relaciones Administraci¨®n-funcionarios establecidas, y porque la reacci¨®n que la medida ha producido en la opini¨®n p¨²blica ha desencadenado las voces de los que creen que el Gobierno alimenta la idea de que el mal funcionamiento es achacable al escaso rendimiento de sus funcionarios.
De haber empleado el m¨¦todo que se esperaba, no s¨®lo hubiera contado con el aplauso de los funcionarios, sino que la sociedad espa?ola hubiera tenido una visi¨®n m¨¢s exacta de d¨®nde radican los males que hay que eliminar para que las cosas vayan funcionando mejor y para que los servicios al p¨²blico sean m¨¢s sencillos y eficaces. Los sindicatos advertimos que no se pod¨ªa separar en el tiempo esta medida de otras que hab¨ªa que plantear con urgencia. Pero la Administraci¨®n sigue guardando silencio.
La colaboraci¨®n de los funcionarios, y su consideraci¨®n como parte activa de esa gran tarea que es la de reformar la Administraci¨®n p¨²blica, requiere que se acelere y explique el proceso que se va a seguir.
Los funcionarios, los que llevan a?os madrugando para llegar puntualmente al trabajo y los que el lunes empezaron a madrugar, esperan una respuesta. El Gobierno tiene la palabra.
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