El 'valle de los tejidos' cumple veinticinco a?os
A lo largo de su azarosa historia, Intelhorce s¨®lo ha sido rentable en dos ejercicios
La criatura naci¨® con dolor y pol¨¦mica. El parto a¨²n no ha sido explicado. Corr¨ªa la d¨¦cada de los cincuenta. En una solemne visita del Caudillo a M¨¢laga, menudearon las peticiones de creaci¨®n de empleo. Francisco Franco, flanqueado por Juan Antonio Suances, fundador y presidente del Instituto Nacional de Industria (INI), prometi¨® 5.000 puestos de trabajo.
Era la ¨¦poca pomposa de la autarqu¨ªa por decreto, de la econom¨ªa ordenancista, de la conducci¨®n del pa¨ªs a golpe de BOE. M¨¢laga era heredera de un intento de revoluci¨®n industrial cuyo eje principal era la textil Industria Malague?a, fundada por la familia Larios. Suances sugiri¨® que la nueva industria deb¨ªa ser textil. Un equipo formado por el ingeniero Juan Bautista Puig Pujol y Fernando Rubio, hijo del entonces secretario general t¨¦cnico del Ministerio de Industria, Rafael Rubio, present¨® un proyecto muy ambicioso, inspirado por la autoridad competente. Pero hab¨ªa que guardar las formas. Se convoc¨® un concurso. Los dirigentes de Industria Malague?a, Francisco Torras -antiguo diputado albista por Barcelona, huido de la zona republicana-, Miguel Olmedo y Rafael Burgos, presentaron un proyecto alternativo, m¨¢s realista, menos en consonancia con el faraonismo industrial reinante. El concurso se declar¨® desierto. El proyecto se encomend¨® al INI.
La m¨¢s completa del mundo
En 1956 el proyecto fue aprobado. Era una versi¨®n del ampuloso plan dibujado por Rubio y por Puig, a quien se encargar¨ªa su puesta en pr¨¢ctica como directorgerente. Se trataba de construir la "m¨¢s completa factor¨ªa textil del mundo", con hilatura (75.168 husos), tejedur¨ªa (1.162 telares), acabados y confecci¨®n.Los objetivos perseguidos eran dos: empleo y relocalizaci¨®n industrial. Un posterior escrito de Suances a Franco, de 15 de abril de 1961, detallaba que hab¨ªa que crear 5.500 nuevos empleos en esa zona "econ¨®micamente atrasada" y especificaba, en frase considerada lesiva para Catalu?a por los industriale! de la zona, que "con ello se persigue contribuir a suavizar concentraciones excesivas, sin razones t¨¦cnicas ni econ¨®micas que lo justifiquen, de la industria textil en determinadas regiones". El marqu¨¦s de Suances conclu¨ªa, grandilocuente: "ha de considerarse interesante, necesario, oportuno y realista, que se establezca una empresa modelo, de modelo rentable ¨®ptimo, que sirva de ejemplo y gu¨ªa, as¨ª como de catalizador de otras iniciativas".
Cr¨¦ditos sin fecha fija
El tiempo pondr¨ªa en cuesti¨®n dicha rentabilidad, como se detalla en el recuadro adjunto. El car¨¢cter supuestamente ejemplar empez¨® a verse de inmediato. Los terrenos adquiridos en el valle del Guadalhorce, poco despu¨¦s de fundada la empresa por decreto en diciembre de 1957, resultaron inadecuados, por su e xcesiva cercan¨ªa al r¨ªo. Hubo que comprar otros nuevos. Intelhorce, que pronto presidir¨ªa Raimundo Fern¨¢ndez-Cuesta, tard¨® a?os en entrar en funcionamiento. No inici¨® la producci¨®n hasta 1962, con 20.000 de los husos previstos. Los problemas con la industria privada, temerosa de una competencia desleal con recursos del Estado, de ventajas fiscales y financieras para la empresa y, en consecuencia, de una distorsi¨®n en el mercado, hasta el momento muy repartido, se multiplicaron. El Sindicato Nacional Textil alegaba en 1965 que "los cr¨¦ditos que obtienen del INI no tienen fecha exacta de devoluci¨®n". El grupo de hiladores escrib¨ªa en'noviembre de 1963 que la inversi¨®n efectuada en Intelhorce "supera ya ampliamente la cifra total de cr¨¦ditos autorizados hasta ahora para el desarrollo del plan de reestructuraci¨®n de todo el sector algodonero" y ped¨ªa que, para no perturbar, la firma malague?a se especializase en la exportaci¨®n.La d¨¦cada de los sesenta, sobre todo en su primera mitad, registr¨® protestas de numerosas y variadas empresas, denunciando al sindicato vertical, al Ministerio de Industria o a los organismos sectoriales, hechos concretos indicativos de que Intelhorce reventaba precios. La correspondencia. existente en los,registros oficiales es muy elocuente. Fuentes cercanas a la actual direcci¨®n de Intelhorce consideran "infundada" la cr¨ªtica, pero reconocen que "en algunas ocasiones en que la financiaci¨®n estatal ha tardado en llegar, se ha vendido a precios inferiores a los del mercado, pero tambi¨¦n lo han hecho otras empresas privadas".
En el verano de 1966, olvidados ya los anhelos aut¨¢rquicos y en plena primavera tecnocr¨¢tica, el Consejo de Ministros, reunido en Barcelona, decidi¨® frenar las inversiones de la empresa. La secci¨®n de acabados no se instalar¨ªa. La monumental empresa de ciclo vertical quedar¨ªa coja para siempre. Las p¨¦rdidas segu¨ªan acumul¨¢ndose. El empleo creado no llegaba a las mil personas. En 1971, el Gobierno acord¨® el relanzamiento. Ampli¨® capital en 1.500 millones, a la espera de sumarse a la ola.expansiva mundial del sector textil. Poco despu¨¦s, Claudio Boada, a la saz¨®n presidente del INI, escrib¨ªa que Intelhorce constitu¨ªa "una industria normal que, pese a no estar completa en todos sus ciclos, est¨¢ alcanzando unos niveles de productividad bastante satisfactorios". Ese momento de expectativa de beneficios fue el elegido por el INI para privatizarla, mediante su venta al grupo Castell (ver EL PAIS del 16 de enero) por 832 millones de pesetas. El activo estaba valorado entonces en 4.000 millones.
La tensi¨®n con la competencia privada, que ya hab¨ªa remitido en la segunda mitad de los sesenta, pr¨¢cticamente desapareci¨®, quiz¨¢ porque la. gesti¨®n del ¨¢rupo Castell fue catastr¨®fica. Tras dos a?os de beneficios -1972 y 1973, los ¨²nicos en que se registraron n¨²meros negros de los veinticinco ejercicios de la empresa-, se desmontaron algunas secciones, se ampli¨® la plantilla hasta 3.277 personas, se reinici¨® la pendiente de las p¨¦rdidas, al comp¨¢s de la crisis general del sector. Cuando Claudio Boada, trocado entonces en m¨¢ximo representante del grupo Castell, logr¨® en el verano de 1980 volver a endosar la empresa al sector p¨²blico, al Patrimonio del Estado, ¨¦ste hubo de enjugar p¨¦rdidas de miles de millones de pesetas.
Llegan a los tribunales
Desde esa fecha, ha reverdecido la tensi¨®n con los textiles privados, hasta el punto de que ha llegado a los tribunales, y sigue su tr¨¢mite, una querella criminal por estafa y competencia il¨ªcita contra su consejero-delegado, Jos¨¦ Antonio Montserrat, basada en una presunta apropiaci¨®n por la direcci¨®n de Intelhorce de los ficheros comerciales de la firma Teodoro Prat. Desde esa fecha, la empresa ha invertido 1.500 millones de pesetas en la renovaci¨®n de la mitad de su parque de maquinaria, ha reducido su plantilla a 2.334 personas, ha registrado n¨²meros rojos en los tres ejercicios, y ha solicitado acogerse al plan de reconversi¨®n textil, para reducir su plantilla y recibir nuevos cr¨¦ditos y subvenciones, con lo que su direcci¨®n espera ponerla en rentabilidad en el plazo de dos a?os. ?Lograr¨¢ romper el maleficio de su propia historia?
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