La idea de una soluci¨®n negociada empieza a calar entre militares salvadore?os
Los militares salvadoreflos mantienen, en general, una posici¨®n contraria a un eventual dialogo con los grupos guerrilleros. Se aprecia, sin embargo, una cautelosa y t¨ªmida aceptaci¨®n entre varios pol¨ªticos y oficiales -precisamente algunos de los que han sido entrenados por EE UU- de la necesidad de hacer un esfuerzo por la causa de la paz. La posibilidad de una negociaci¨®n sigue siendo, no obstante, remota, mientras siga en el poder un Gobierno d¨¦bil, muy vulnerable a las presiones de la extrema derecha, y hasta que la idea no sea defendida pqr la Administraci¨®n norteamericana.
"Quien m¨¢s ha perdido en esta guerra ha sido el pueblo. Por eso ha manifestado con tanta fuerza su deseo de paz. Para lograrla creo que no se puedendescartar las soluciones pol¨ªticas. Tambi¨¦n nosotros debemos hacer, un sacrificio". El coronel Jos¨¦ Domingo Monterrosa, comandante de la brigada Atlacatl, la primera que entrenaron los asesores norteamericanos para la lucha antiguerrillera, admite as¨ª el rechazo instintivo que provoca en la clase militar la propuesta de dialogar con su enemigo; pero entiende que es una contribuci¨®n necesaria para la causa de la paz. La idea de buscar una salida pol¨ªtica a la guerra civil salvadore?a empieza a calar lentamente entre ciertos sectores sociales que hace un a?o hubieran reaccionado con una negativa rotunda. Determinados pol¨ªticos y militares que antes contestaban simplemente no, aceptan ahora alguna, posibilidad, aunque sus respuestas sigan siendo extremadamente cautelosas.
No significa esto que las conversaciones entre Gobierno guerrilla vayan a iniciarse a corto plazo. La impresi¨®n es m¨¢s bien la contraria, que pasar¨¢ un tiempo antes de que est¨¦n dadas las condiciones para ello, pero al menos la hip¨®tesis de ganar la paz por el di¨¢logo ya no es un crimen de lesa patria, salvo para las huestes de D'Abuisson.
El partido ultraderechista Arena fracas¨®, el pasado mes de noviembre, en su intento de que la asamblea constituyente aprobase una moci¨®n, rechazando cualquier di¨¢logo, con la oposici¨®n de izquierda. Es cierto que no hubo una aceptaci¨®n de las conversaciones propuestas por la guerrilla, pero tampoco hubo, al menos, un pronunciamiento en contra. El ex presidente Jos¨¦ Napole¨®n Duarte, l¨ªder del Partido Dem¨®crata Cristiano, opina que es muy dif¨ªcil que un Gobierno como el actual, "extremadamente d¨¦bil frente a las presiones de la extrema derecha", pueda plantear ese di¨¢logo. Cree que ser¨¢ m¨¢s bien el pr¨®ximo Gobierno, el que resulte elegido en las elecciones previstas para dentro de un a?o, el que deba resolver esa cuesti¨®n.
Duarte, que mientras fue presidente se neg¨® repetidamente a la eventualidad de un di¨¢logo con la izquierda, reconoce ahora que "la palabra es ef medio que Dios le dio al hombre para discutir los conflictos sociales".
Condici¨®n para conversar
Pero el dirigente democristiano pone serios reparos a unas conversaciones incondicionales, tal como propone la guerrilla. "Hay que saber lo que se pretende. Si el di¨¢logo es paya buscar una f¨®rmula que permita establecer en El Salvador estructuras de justicia y libertad, para evitar la violencia y los abusos de autoridad, entonces es bueno. Si es para repartirse el poder a espaldas del pueblo o para obtener ventajas pol¨ªticas, entonces no tiene sentido".
El coronel Monterrosa entiende que cualquier soluci¨®n pol¨ªtica de la guerra civil debe sustentarse sobre una garant¨ªa de respeto a los principios democr¨¢ticos. A?ade que, en cualquier caso, es un tema que por su transcendencia "debe abordarse con seriedad y decididamente".
El comandante de la Cuarta Brigada de Infanter¨ªa, coronel Rafael Castillo, discrepa de su compa?ero de armas. "Este tipo de guerra no termina con unas conversaciones. No se puede llegar a acuerdos. con los comunistas. Ser¨ªa s¨®lo una tregua. Por eso estoy en contra".
Los sectores m¨¢s reacios son los seguidores de Arena, la oligarqu¨ªa local y un nucleo de militares ?mportantes, aunque, al parecer, no mayoritario. Ellos definen cualquier di¨¢logo con la guerrilla en t¨¦rminos de traici¨®n o rendici¨®n incondicional de los comunistas. Esto se traduce en una declarada oposici¨®n de Arena a que el papa Juan Pablo II1 visite El Salvador, porque temen que hable, aunque sea indirectamente, de la palabra como instrumento de pacificaci¨®n. Ese es el tema que se aborda en la lectura b¨ªblica de'? domingo 6 de marzo, d¨ªa en que el Papa celebrar¨¢ una misa ante los salvadore?os.
Al margen de la oposici¨®n ultraderechista, otro obst¨¢culo para la iniciaci¨®n de conversaciones con la guerrilla es el vac¨ªo pol¨ªtico existente en el pa¨ªs, y que Duarte reconoce. El presidente carece de poder efectivo en su Gobierno, resultante de un pacto entre cuatro partidos, est¨¢ roto por querellas internas, y la Asamblea constituyente es un guirigai a menudo lamentable, la confrontaci¨®n ideol¨®gica y la lucha por el poder han llegado tambi¨¦n a los cuarteles, donde dice Duarte que "la extrema derecha trata de capitalizar el descontento".
Extrema debilidad
A su juicio, Arena tiene militares afines bien situados en el escalaf¨®n. "De ah¨ª que pretenda a toda costa desplazar a Garc¨ªa, para colocar en su lugar a uno de sus hombres y as¨ª, una vez logrado el poder militar, intentar el asalto del poder pol¨ªtico". Opina que D'Abuisson est¨¢ empleando en esta lucha todas las armas: "Su poder legislativo, su poder militar y su poder terrorista. Ser¨ªa peligroso sacarle de la presidencia de la Asamblea sin haberle quitado antes esos otros poderes que maneja en la sombra".
Esta situaci¨®n de extrema debilidad impidi¨® que el Gobierno pudiera considerar siquiera la propuesta de di¨¢logo presentada por la izquierda el 27 de octubre, seg¨²n ha reconocido el ministro de Asuntos Exteriores, Fidel Ch¨¢vez, un hombre que se perfila como posible candidato presidencial por la democracia cristiana y al que la oposici¨®n nunca ha descalificado. En una cosa est¨¢n todos de acuerdo: si la paz no se logra por v¨ªas pol¨ªticas, la guerra ser¨¢ larga. El coronel Monterrosa resta importancia a los avances de la guerrilla, que, a su juicio, son m¨¢s aparentes que reales, pero reconoce tambi¨¦n que si ma?ana terminase la ayuda norteamericana "tendr¨ªamos senos problemas".
Da por bueno el an¨¢lisis que sobre la capacidad del Ej¨¦rcito hace la guerrilla: no puede concentrar sus fuerzas en unas pocas ciudades porque perder¨ªa el control pol¨ªtico de extensas zonas, ni puede dispersarlas demasiado porque ser¨ªan blanco f¨¢cil para el frente Farabundo Mart¨ª (FMLN). "Eso es bastante cierto. Por eso tenemos que ser flexibles y combinar ambas t¨¢cticas, seg¨²n las circunstancias".
El coronel Castillo no est¨¢ muy conforme con la conducci¨®n de la guerrilla. "Los grandes operativos son muy costosos y sirven de poco. El ¨²ltimo de Moraz¨¢n ven¨ªa costando, s¨®lo en comida, 18.000 colones diarios (unas 900.000 pesetas). Es bastante remoto que con estrategias convencionales podamos ganar esta guerra. El comandante d¨¦ la brigada Atlacatl est¨¢, por el contrario, b¨¢sicamente de acuerdo con los planteamientos del Estado Mayor, aunque admite que ha habido algunos fallos, como el que se tardase tres d¨ªas en reunir un batall¨®n para ir a recuperar la ciudad de Berl¨ªn. "Hubo algunos contratiempos", dice.
La sensaci¨®n de mayor c¨¢pacidad ofensiva que producen las ¨²ltimas acciones de la guerrilla es, ajuicio del coronel Monterrosa, producto de que han concentrado a sus hombres, no de que hayan crecido sus filas. Cifra los efectivos del FMLN entre 4.000 y 6.000 hombres, c¨¢lculo igual ¨¢l manejado cuando comenz¨® la guerra hace dos a?os. Duarte da' por buenas estimaciones que elevar¨ªan hasta, 10.000 el n¨²mero de hombres que la guerrilla podr¨ªa poner en combate. En cualquier caso, nadie admite que el Ej¨¦rcito est¨¦ perdiendo. "Si no fuera por la ayuda exterior que reciben", argumenta el coronel Castillo, "hace tiempo que habr¨ªamos acabado con ellos. Pero f¨ªjese que ni radar tenemos y aqu¨ª entran aviones de todos lados con armas, mientras que a nosotros nos las dan con cuentagotas".
Falta transporte a¨¦reo
Uno de los flancos d¨¦biles del Ej¨¦cito, ajuicio del coronel Monterrosa, es el transporte a¨¦reo. "En ocasiones detectamos grandes movimientos de la guerrilla, sin posibilidad de combatirlos, porque no tenemos medios para llegar hasta ellos con rapidez".
Los militares salvaddre?os otorgan gran importancia a los debates del Congreso norteamericano para una ayuda militar de sesenta millones de d¨®lares. Algunos observadores creen que, para facilitar su aprobaci¨®n, la Embajada norteamericana est¨¢ cargando las tintas deliberadamente en la gravedad de la situaci¨®n militar. Lo que parece claro es que la Administraci¨®n Reagan sigue optando todav¨ªa por la continuaci¨®n de la guerra, en detrimento de las v¨ªas pol¨ªticas. S¨®lo si se fortalece el centro pol¨ªtico y un mando militar reformista, cabr¨ªa pens'ar en un patrocinio estadounidense del di¨¢logo, siempre desde posiciones de fuerza. Pero eso puede retrasarse un a?o.
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