1983, el a?o de los euromisiles
Los an¨¢lisis efectuados por los centros europeos y norteamericanos, independientes, de an¨¢lisis y seguimiento de la escalada nuclear, tienden a demostrar con creciente claridad que, tomados, los efectivos nucleares de ambos sistemas en su conjunto no hay disparidad de fuerza en la actualidad que justifique esta decisi¨®n.Asimismo, la opini¨®n dominante en el movimiento pacifista europeo_y norteamericano (que no ha dejado de constatar que, desde que en 1943 se puso en marcha el Plan Manhattan para la construcci¨®n de la primera bomba at¨®mica, nunca Occidente ha perdido el liderazgo de la invenci¨®n y despliegue de nuevos sistemas nucleares), es que la famosa decisi¨®n adoptada por la OTAN, en 1979, sobre los euromisiles supone un factor de aceleraci¨®n de la escalada nuclear sin precedentes, y reduce a l¨ªmites sencillamente demenciales los ya escasos m¨¢rgenes de seguridad de que se halla dotado el arsenal nuclear en presencia para impedir el holocausto.
Cada d¨ªa resulta m¨¢s evidente que uno de los principales componentes que integra la decisi¨®n atl¨¢ntica resulta ser, la preponderancia de los enfoques militaristas de los problemas mundiales, un enfoque que encuentra en el reaganismo el marco pol¨ªtico ideal.
Claves de la sobrenuclearizaci¨®n
Las verdaderas claves que explican la sobrenuclearizaci¨®n de Europa no son dif¨ªciles de localizar. En primer t¨¦rmino, todo incremento de los gastos militares en los pa¨ªses de la Alianza constituye per se una v¨ªa de refuerzo de la propia Alianza -siempre que venga aceptada por los pa¨ªses miembros, lo que est¨¢ lejos de que vaya a producirse, dada la oposici¨®n del hombre de la calle a tal perspectiva en plena crisis-, ahora que se aprecian claros signos de debilitamiento de la cohesi¨®n pol¨ªtica en su seno. Por otra parte, todo conservadurismo pol¨ªtico tiene en el militarismo un componente necesario e imprescindible. A?adamos tambi¨¦n que todo lo que signifique alimentar el imponente complejo industrial-militar americano siempre ha sido una buena raz¨®n para los estrategas del Pent¨¢gono.
En el orden de la confrontaci¨®n con el Pacto de Varsovia, sigue en vigor la vieja doctrina americana, conservadora, que confia en la posibilidad de llevar a la URSS a la mesa de negociaciones en actitud claudicante ante la imposibilidad de competir con EE UU en la costosa carrera nuclear, bajo la amenaza de crearse un frente interior de descontentos sociales a¨²n m¨¢s peligrosos para la seguridad del sistema sovi¨¦tico. Conviene advertir a estas alturas del art¨ªculo que el que suscribe no funda exclusivamente su oposici¨®n a los euromisiles en argumentos opuestos a la pol¨ªtica norteamericana y, en general, a la atl¨¢ntica.
Poco o nada de lo que realmente sucede en el mundo de hoy puede explicarse al margen del esfuerzo que tanto EE UU como la URSS, de forma simult¨¢neamente contradictoria-complementaria, llevan adelante por impedir que la sociedad internacional se organice con mayores dosis de pluralismo y equidad para perpetuar un equilibrio bipolar que les resulta mutuamente beneficioso.
Y poco o nada podremos avanzar hacia la deseada superaci¨®n de los actuales principios que rigen la pol¨ªtica de seguridad en el mundo (simple actualizaci¨®n del viejo "si quieres la paz, prepara la guerra"), si no construimos un nuevo lenguaje y unos nuevos criterios para abordar la cuesti¨®n de la seguridad en el mundo, al tiempo que desarrollamos una pol¨ªtica de hechos distinta de la que es definida y deseada por las grandes potencias. El problema de los euromisiles nos ofrece un terreno de juego de excepcionales posibilidades en ambos ¨®rdenes de cosas, puesto que un ¨¦xito en este terreno significar¨¢ directamente un paso adelante en la superaci¨®n de los bloques.
Desde nuestra posici¨®n, inserta en un pa¨ªs cuyo Gobierno se ha abstenido de firmar la reciente declaraci¨®n de los ministros de Exteriores de la Alianza (decisi¨®n que, desde luego, cuenta con todo el apoyo de Euskadiko Ezkerra), que hasta ahora ha vivido marginado pol¨ªticamente de las decisiones colectivas sobre la seguridad europea, creemos de capital importancia una pol¨ªtica del Gobierno que inicie una profunda tarea de informaci¨®n a la ciudadan¨ªa sobre los elementos pol¨ªticos, militares y de cualquier tipo que encuadran a nuestro pa¨ªs en este orden de temas, y cu¨¢l es la pol¨ªtica a largo plazo que pretende llevar adelante. Paralelamente, y desde las m¨¢s diversas instancias de la sociedad pol¨ªtica y de la propia sociedad civil, est¨¢n proliferando, y van a proliferar a¨²n m¨¢s, todo tipo de actividades en favor de un papel aut¨®nomo de nuestro pa¨ªs en este orden de cosas, en un nuevo sentido del europe¨ªsmo y de la solidaridad con los otros pueblos europeos que se disponen a librar, en 1983, la batalla m¨¢s decisiva que desde 1945 se haya dado en favor de la paz y, al mismo tiempo, por la remoci¨®n de toda esa estructura que conocemos como bipolarismo o, m¨¢s sencillamente, como el sometimiento de todos los pueblos de la tierra al hegemonismo de las dos superpotencias.
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