?Hacia la transici¨®n pol¨ªtica en Chile?
La crisis econ¨®mica y la insuficiencia del Estado chileno, neoliberal en su orientaci¨®n econ¨®mica, est¨¢n abriendo una crisis pol¨ªtica que afecta a la base del r¨¦gimen dictatorial militar del pa¨ªs del Cono Sur, que busca reanudar sus tradiciones democr¨¢ticas en un cambio que, seg¨²n el autor de este an¨¢lisis, "inevitablemente ser¨¢ de ruptura ordenada".
En 1983 se cumplir¨¢n -si antes no hay cambio- diez a?os de dictadura militar en Chile, generoso pa¨ªs latinoamericano que en momentos dif¨ªciles me acogi¨® en su universidad y que ofreci¨® tambi¨¦n c¨¢tedra a Tierno, Aranguren y Montero D¨ªaz. Pa¨ªs que hist¨®ricamente -y este es un dato diferencial dentro del fraternal continente- fue modelo de democracia pluralista, de convivencia pac¨ªfica y de tradicional acatamiento de las fuerzas armadas al poder civil leg¨ªtimamente Constituido.Condicionamientos internos -el experimento- frustrado de una transici¨®n no violenta al socialismo- y, de modo especial, condicionamientos externos, econ¨®micos y pol¨ªticos hegem¨®nicos -el gran poder f¨¢ctico del lejano vecino del Norte- han llevado, como resultado infeliz, a un r¨¦gimen sin libertades p¨²blicas y a la bancarrota econ¨®mica.
Entusiasmo tecnocr¨¢tico
En efecto, por lo que se refiere a la situaci¨®n socioecon¨®mica, el entusiasmo tecnocr¨¢tico-monetarista de los a?os setenta se ha derrumbado estrepitosamente, y la conciencia del fracaso econ¨®mico se ha generalizado en todos los. sectores sociales: ni se ha asentado la anunciada m¨¢gicamente modernizaci¨®n socioecon¨®mica ni el r¨¦gimen ha podido iniciar una liberaci¨®n pol¨ªtica.
El cobayo chileno (del capitalismo monetarista y antidemocr¨¢tico) se convertir¨¢ as¨ª en el antimodelo del desarrollo en los manuales de econom¨ªa: hasta Friedman da marcha atr¨¢s en su apoyo al experimento chileno. Chile, en efecto, sufre la peor recesi¨®n econ¨®mica del siglo. Un tercio de la poblaci¨®n activa est¨¢ parada, y las marchas del hambre constituyen un hecho cotidiano en los barrios obreros. Las quiebras de empresarios -sin respeto ya por los beatos de Chicago- exigen la intervenci¨®n del Estado. S¨®lo gracias al aval estatal se ha salvado relativamente de la quiebra el sistema bancario, que hac¨ªa de motor en la reestructuraci¨®n monetarista de la econom¨ªa chilena. Por otra parte, la deuda externa sobrepasa los 18.000 millones de d¨®lares, situando as¨ª a Chile entre los primeros deudores del mundo. Consecuentemente, el 90% de las divisas que se ingresan por las exportaciones tienen que destinarse al servicio de la deuda exterior. El pa¨ªs entra, de esta manera, en el conocido c¨ªrculo vicioso: cada a?o requiere mayores pr¨¦stamos para solventar sus obligaciones, cada vez mayores. Mientras que el Estado se ve impulsado a abandonar su rol subsidiario, bajo las presiones de los empresarios y de los parados, simult¨¢neamente se ve obligado a confirmar el dogmatismo neoliberal bajo la influencia del Fondo Monetario Internacional.
Grave crisis pol¨ªtica y econ¨®mica
La grave crisis econ¨®mica en la que Chile no es excepci¨®n latinoamericana- revela, por otra parte, una crisis pol¨ªtica profunda, aun dentro del intento de sistema autoritario que se quiere asentar. El problema de fondo es as¨ª de proyecto pol¨ªtico: se generaliza la p¨¦rdida de confianza en el nuevo orden y en el no elaborado doctrinalmente "Estado autoritario de derecho". El r¨¦gimen se muestra incapaz de generar las respuestas pol¨ªticas m¨ªnimas que se requieren . para reactivar el pa¨ªs. Como ocurre en las dictaduras, se intenta administrar la crisis, ganar tiempo, aplicar una pol¨ªtica de parches. Un ejemplo puede ser significativo: cuando la Administraci¨®n Reagan presiona para mejorar la situaci¨®n de los derechos humanos, con el fin de reanudar en bloque los programas de ayuda militar, se anuncia por Pinochet la posibilidad del retorno de los exiliados, pero antes de que la comisi¨®n presente un informe se expulsa a dos dirigentes sindicales y a uno empresarial.
Las medidas de fuerza se imponen al final como sistema inevitable de control de la situaci¨®n.
Construir una democracia
A la oposici¨®n del movimiento obrero y de la burgues¨ªa liberal e ilustrada, que en Chile ha sido influyente y modernizadora, se une ahora el desencanto de los empresarios. Incluso la vieja derecha levanta la voz con subversivas apelaciones a la democracia, y los propios generales empiezan seriamente a dudar ya de la viabilidad del proyecto neoconservador autoritario.
El programa no es tanto derrocar a Pinochet como construir una democracia. En el fondo, la cuesti¨®n es estrat¨¦gica: ?c¨®mo instrumentar un proceso, din¨¢mico y operativo, que inicie una transici¨®n pac¨ªfica a la democracia pluralista?
Como ocurre en todo sistema autoritario exhausto sin posibilidades de renovaci¨®n, el proyecto alternativo de transici¨®n remite a las fuerzas pol¨ªticas y sociales en juego que puedan canalizar este cambio, cambio que inevitablemente ser¨¢ de ruptura ordenada. Diez a?os han debilitado la renovaci¨®n de los partidos, han provocado l¨®gicas disensiones, de car¨¢cter ideol¨®gico y, sobre todo, estrat¨¦gico; la reconstrucci¨®n de un modelo de cambio para la transici¨®n pasa por resolver estas y otras cuestiones.
Es evidente que hasta ahora la actitud del partido comunista, con su teor¨ªa y pr¨¢ctica del derecho a la rebeli¨®n, no favorece esta estrategia, as¨ª como la fragmentaci¨®n -y el natural compromiso/identificaci¨®n con el r¨¦gimen- de la derecha civil, pero, aun as¨ª, el deslizamiento de estos sectores hacia una f¨®rmula de entendimiento a medio plazo con las tres fuerzas colocadas -nacional e internacionalmente- en situaciones preferentes -democristianos y socialistas y radicales, en especial las dos primeras- hace prever un impulso fuerte al acuerdo nacional para el cambio.
Unificaci¨®n y coordinaci¨®n
La previa unificaci¨®n y coordinaci¨®n democristiana, as¨ª como la socialista, constituir¨¢n, sin duda, los elementos motores para iniciar una transici¨®n pol¨ªtica hacia un Estado de derecho.
En 1983 se cumple tambi¨¦n el 5? aniversario de la constituci¨®n del Partido Socialista chileno. Si socialistas y dem¨®cratas de todas las tendencias logran viabilizar una salida pac¨ªfica en Chile, podr¨¢n abrir tambi¨¦n una nueva v¨ªa para la reconstrucci¨®n y modernizaci¨®n democr¨¢tica en los pa¨ªses del Cono Sur latinoamericano.
Ra¨²l Morodo es catedr¨¢tico de Derecho Pol¨ªtico de la Universidad Complutense. Rector honorario de la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo.
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