De madres a activistas
Los Ford Falcon azules arrancaron con ellos y nunca m¨¢s se les volvi¨® a ver. Casi todos eran estudiantes entresacados de las veintis¨¦is universidades argentinas, o familias enteras. Entre ellos, 96 ni?os que obviamente no eran subversivos. As¨ª hasta con seguir la cifra de 30.000, el 82% de ellos de tenidos ante m¨²ltiples testigos. El bot¨ªn de guerra tampoco fue magro: pisos y bodegas repletas de joyas y cuadros dispuestos para la subasta o el mercado negro. La espa?ola Mar¨ªa Paz Rodr¨ªguez Tapia y las argentinas Hebe Bonafini y Adela Antokoletz explican en Madrid su lucha diaria para rescatar a sus hijos.
-H¨¢bleme de su hijo, se?ora. ?Era inteligente? -pregunt¨® el militar a Mar¨ªa Paz Rodr¨ªguez.-No estoy segura de que la inteligencia pueda medirse... Yo, adem¨¢s como madre, qu¨¦ voy a decirle... Pero s¨ª, yo creo que -mi hijo es muy inteligente.-Esos son los peores.
El 30 de mayo de 1976, al anochecer, Enrique Tapia, estudiante de cuarto curso de Qu¨ªmica Industrial, desapareci¨®. Sus padres, la asturiana Mar¨ªa Paz Rodr¨ªguez y su marido, ambos espa?oles, e trasladaron a Buenos Aires en 1950. Enrique Tapia Rodr¨ªguez naci¨® dos a?os despu¨¦s. "La tarde de su desaparici¨®n ten¨ªa entradas para ir al cine con una chica. Pero lleg¨® un compa?ero de Arquitectura, y le pidi¨® que le acompa?ara al centro. Se llev¨® el coche de su padre. Me dijo: 'Volver¨¦ a las 10.30; ponme pollo con guindilla para cenar".
Pero no regres¨®. Una mujer que no se identific¨® llam¨® para decir que hab¨ªa sido detenido en la calle. "Ese d¨ªa fue el entierro del boxeador Ringo Bonavena y se form¨® una especie de trifulca y hubo detenciones. Y como ¨¦l no militaba en partidos, pensamos que se trataba de una detenci¨®n por azar. Pero recorrimos las comisar¨ªas y la respuesta fue la misma: 'No est¨¢ ni se le busca".
Al d¨ªa siguiente se produjo otra llamada. "?Su esposo tiene un coche Renault burdeos?. Encontr¨¦ la documentaci¨®n tirada en la parada del ¨®mnibus, tome nota de mi direcci¨®n". El se?or Tapia y un abogado se presentaron en la casa, Tuvieron que identificarse ante un joven y esperar en el vest¨ªbulo. En, aquella sala hab¨ªa fotos de un militar recibiendo el despacho que se parec¨ªa mucho al joven que les estaba atendiendo. "No s¨¦ si era una puesta en escena o se trataba de una casa real, porque el montaje era tan burdo...", recuerda el se?or Tapia. El padre del joven le devolvi¨® los documentos del coche. "Estaban impecables para haber estado tirados. Y esa noche hab¨ªa llovido..."
El desahogo del n¨¢ufrago
Isabel Rodr¨ªguez tiene 71 a?os y, a pesar de su insomnio y de esos surcos acerados que rodean a sus ojos, protegidos con gafas, procura alargar su vida y luchar por su hijo. No quiere morir sin ver a Enrique vivo o sin que le expliquen, si est¨¢ muerto, qui¨¦n lo mat¨® y por qu¨¦. "No busco el revanchismo, pero quiero saber toda la verdad. Ellos tendr¨¢n que decir la alg¨²n d¨ªa".
Ahora los Tapia est¨¢n en Madrid con unos familiares. Pero saben que tienen que volhay que luchar. "Este per¨ªodo de descanso no es m¨¢s que el desahogo del n¨¢ufrago que saca la cabeza del agua durante unos segundos. Nuestro sitio est¨¢ all¨ª".
-Mirad, gorda -"'porque mis hijos y los amigos de mis hijos me dicen gorda", cuenta Hebe Bonafini- esto va mal. La ca¨ªda de Allende es un presagio muy malo para toda Latinoam¨¦rica.
Hebe Bonafini, presidenta de la Asociaci¨®n de las Madres de la Plaza de Mayo, con ese lustroso y orondo aspecto que resta tensi¨®n su activismo, rememora a su hijo Jorge.
La entrevista se celebra en un ¨¢tico de Malasa?a cedido a la madres argentinas durante su estancia en Madrid. Sobre su pa?uelo de batista est¨¢n bordados a cordoncillo los nombres de Jorge Ra¨²l y Mar¨ªa Elena y las fechas de 1976 y 1977. "Yo entonces no comprend¨ªa c¨®mo pod¨ªa influirnos el golpe de Chile. A medida que fueron sucedi¨¦ndose los acontecimientos, me di cuenta de que ten¨ªan toda la raz¨®n".
"?Para que estamos en este mundo?"
Las desapariciones empezaron en el 73, con el Gobierno de Isabel. Y no es extra?o: Harguindegui, era jefe de polic¨ªa y Videla edec¨¢n de la se?ora de Per¨®n. Mis hijos, que militaban en un grupo de oposici¨®n de izquierda, denunciaban con sus pintadas y con sus boletines esta escalada.
"A m¨ª siempre me preocup¨® lo que pasaba a mi alrededor, pero nunca me hab¨ªa cuestionado determinadas cosas hasta que mis hijos empezaron a militar, a?ade Hebe. -Mam¨¢', me dec¨ªa, Jorge, '?para qu¨¦ estamos en este mundo, solamente para nosotros, para nuestra casita...?. 'Yo creo que para todo el mundo' dec¨ªa yo. 'Pero, ?qu¨¦ es lo bueno, dar lo que te sobra o compartir lo que tienes?'. Y esas palabras de mi hijo me hicieron pensar un mont¨®n de cosas. Y fui creciendo junto a ellos. Porque yo me hab¨ªa educado en una casa humilde: mi padre era un trabajador nacido en Espa?a, en Valderas (Le¨®n). "Yo no estaba entonces de acuerdo con mis hijos en todo. Pero entend¨ªa que su lucha era muy justa. Eran excelentes estudiantes. A Jorge le faltaba una asignatura para recibirse de f¨ªsico y era profesor de Matem¨¢ticas y de Cu¨¢ntica, piorque mis hijos siempre han trabajado, en casa siempre hemos andado muy ajustados. Ra¨²l era obrero de YPF (Yacimientos Petrol¨ªferos Fiscales), y estudiaba Ciencias Naturales y Ecolog¨ªa. Y mi nuera Mar¨ªa Elena era estudiante de Medicina y Psicolog¨ªa. Ellos trabajaban en los barrios, ense?aban a la gente a alfabetizarse y viv¨ªan de una manera muy frugal, sin ninguna pretensi¨®n. Cuando desapareci¨® mi hijo Jorge, en su casa hab¨ªa tres frascos con unas pocas monedas. Y en ellos se le¨ªa: 'Viajes', 'Imprevistos' y 'Morfi'. Porque all¨ª a la comida se le dice morfi (tema vulgar). Y todo.lo que hab¨ªa eran moneditas".
Jorge ten¨ªa veintisiete a?os y viv¨ªa a una cuadra de la casa de sus padres. El 8 de febrero de 1977, unos minutos despu¨¦s de las diez de la ma?ana, un grupo armado rompi¨® las cerraduras de su vivienda. "Revolvieron todo, tiraron todo, robaron... Y lo esperaron a que regresara de la Universidad. Eran polic¨ªas. Atribu¨ªrselo a grupos paramilitares es falso; iban de civil para asegurarse lo operativo, como dijo el propio Camps".
-?Se identificaron?
-Sacaron una credencial ara que todos los vecinos se fueran adentro de las casas, porque los vecinos se alborotaron. Pero se sabe, adem¨¢s, que los autos que le secuestraron estuvieron parados despu¨¦s frente a un destacamento de polic¨ªa, en La Plata. All¨ª vimos los autos que hab¨ªan participado. Y vimos la chap, a, el modelo el color.
-Cuando Ra¨²l supo que a Jorge le hab¨ªan torturado salvajemente durante diez d¨ªas y que hab¨ªa estado tirado en un ba?o y la Polic¨ªa orinaba encima, dec¨ªa: 'Mam¨¢, ?c¨®mo me voy a ir y dejar a mi hermano ah¨ª?'.
-?Vos te ir¨ªas? -me preguntaba cuando le rogaba que se fuera.
-Yo no -le dec¨ªa, porque Yo ya estaba luchando por Jorge.
-Yo tampoco.
"Alguien se tiene que quedar
"Alguien se tiene que quedar aqu¨ª para luchar, para apoyarlas a ustedes", remachaba Ra¨²l. "Pero realmente, que se quedara Mar¨ªa Elena fue in¨²til". Diez meses despu¨¦s de la desaparici¨®n de Jorge, detuvieron a Ra¨²l. Mar¨ªa Elena, que viv¨ªa en la clandestinidad, desaparecio seis meses m¨¢s tarde.
Daniel Antokoletz, el hijo de Mar¨ªa Adela, era un joven profesor de Universidad que gozaba de gran predicamento sobre el alumnado."Obtuvo, c¨¢tedras que perd¨ªa sistem¨¢ticamente por pelear por la libertad de ense?anza, por no admitir dar clase delante de un vigilante.
A Daniel no le interesaba la actividad pol¨ªtica directa. Sus mismos captores dijeron que no hab¨ªa cargos contra ¨¦l. Pero como profesor, podr¨ªa contarte que a veces, al terminar la clase, un grupo grande le segu¨ªa y la continuaba en una confiter¨ªa. Y que un d¨ªa, al llegar a casa, encontr¨¦ a un desconocido; era un alumno de Daniel que hab¨ªa pasado la noche estudiando con ¨¦l para poder dar un mejor examen."
Acci¨®n suicida
"Es suicida lo que est¨¢ haciendo, estimado doctor", le dec¨ªan a Daniel los amigos, a los pocos d¨ªas del golpe. "Es el ¨²nico abogado que defiende a presos pol¨ªticos, eso suena a barbaridad, doctor". Pero antes de que se decidier¨¢ a abandonar el pa¨ªs, Daniel Antokoletz fue sacado de su casa, un d¨ªa de noviembre de 1976.
Un preso comun que conoci¨® a Hebe Bonafini de ni?a le dijo que hab¨ªa coincidido con su hijo en la c¨¢rcel de una comisar¨ªa con otros sesenta desaparecidos. Hebe fue a ver al juez Adamo y ¨¦ste le dijo: "Se?ora, si yo hago un allanamiento en la comisar¨ªa, puede que mten a los sesenta. ?Quiere usted que los maten a todos para salvar a su hijo?'. 'No, por Dios, claro que no', le contest¨¦, Esos son los jueces que hay ahora en Argentina, c¨®mplices de la represi¨®n. ?C¨®mo vamos a aceptar que el tema de los desaparecidos pase simplemente a la justicia cuando haya elecciones, como dicen alumnos partidos? ?Qu¨¦ justicia?"
"Se habla de mutuo perd¨®n", dice Adela. "Pero yo, que soy cat¨®lica, s¨¦ que s¨®lo se puede perdonar cuando hay arrepentimiento, contrici¨®n, confesi¨®n de culpas y penitencia por las mismas". "Fuimos a denunciar al general Lepori que nos pon¨ªan pasquines tildandonos de terroristas. 'La- polic¨ªa no es mala', nos dijo. 'Pero a veces lo parece, porque mis hijos entraron en una comisar¨ªa y nunca m¨¢s los vi'. 'Bueno, se?ora; yo no he sido'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.