Demasiado para los jueces
., La situaci¨®n planteada en la Rep¨²blica Federal de Alemania har¨ªa las delicias de un tratadista de derecho constitucional y probablemente haga darse vueltas en su tumba al difunto Montesquieu, el padre de la teor¨ªa de la divisi¨®n de poderes.
El Ejecutivo (canciller y Gobierno) se compromete a convocar nuevas elecciones para legitimar a la nueva coalici¨®n que desde el pasado 1 de octubre gobierna en Bonn. El legislativo (Bundestag) se ve obligado a simular una vergonzante votaci¨®n de censura contra el canciller. Como la situaci¨®n es realmente penosa, la mayor¨ªa de diputados, que de hecho apoya al Gobierno, se abstiene en el momento de la votaci¨®n.
Perdida la moci¨®n de confianza, el canciller presenta al presidente federal, suprema autoridad del pa¨ªs, el hecho consumado de la necesidad de disolver el Bundestag. Ante toda esta comedia, cuatro diputados afectados, quiz¨¢ por razones nada altruistas, movidos tal vez por la perspectiva de perder las suculentas dietas, acuden al poder judicial, en espera de una sentencia que restablezca el orden constitucional.
Demasiado para los jueces, cuando toda la campa?a electoral est¨¢ en marcha, cuando norteamericanos y sovi¨¦ticos miran ansiosamente el 6 de marzo en espera de un Gobierno que d¨¦ luz verde a los nuevos euromisiles at¨®micos u otro que se oponga, cuando los empresarios cierran sus contratos y carteras de pedidos con la cl¨¢usula de "con la condici¨®n de que el 6 de marzo ganen los democristianos".
Los jueces del Tribunal Constitucional se vieron desbordados por el peso pol¨ªtico de una sentencia, que habr¨ªa dejado a la Rep¨²blica Federal de Alemania a las puertas de una crisis imprevisible y fallaron, pol¨ªticamente, que el sistema seguido para convocar las elecciones anticipadas fue constitucional. La sentencia no pod¨ªa ser de otra forma.
Hace d¨ªas comentaba un un alto dirigente democristiano: "No creo que Karlsruhe vaya a echar atr¨¢s la decisi¨®n de tres ¨®rganos constitucionales -canciller, Bundestag y presidente-". Era demasiado para los jueces.
La sentencia de ayer beneficia al canciller Helmut Kohl, que podr¨¢ presentarse ante el electorado, y con la bendici¨®n de los jueces, como el hombre que cumpli¨® contra viento y marea su promesa de convocar elecciones.
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