Amago en Libia
LA RETIRADA de la importante patrulla de Estados Unidos en la zona de Libia-Sud¨¢n-Egipto parece responder al cese o la atenuaci¨®n de la presi¨®n libia sobre los sudaneses, que, seg¨²n ¨¦stos, pretend¨ªa el asesinato de Jaafar al Numeiri y una rebeli¨®n interna que pusiera el pa¨ªs en manos de los aliados de Libia. Algunos detalles de la conspiraci¨®n son poco cre¨ªbles; el ministro de Defensa de Egipto ha asegurado que no hay ninguna se?al de agresi¨®n libia contra Sud¨¢n ni de una rebeli¨®n posible de sudaneses -o de invasi¨®n de los exiliados en Libia-, pero es un hecho que, por lo menos desde 1976, Numeiri denuncia continuamente a Libia c¨®mo culpable de todos los intentos de derrocar a un r¨¦gimen que, por otra parte, est¨¢ basado en una sucesi¨®n de golpes, conspiraciones abortadas, sangre y c¨¢rceles.Estados Unidos ha manifestado siempre su apoyo a Sud¨¢n frente a una Libia a la que considera agente de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, sede de terroristas y continua fuente nutricia de movimientos subversivos. Un personaje tan excesivo, agresivo y mudable como Gadafi da lugar inevitablemente a esas acusaciones. Para Estados Unidos, en esta breve crisis -o amago de crisis-, la definici¨®n de Libia es la de un Estado "con la costumbre, repetida a lo largo de muchos a?os, de intimidar a sus vecinos, como Chad, N¨ªger, Sud¨¢n o incluso Egipto", seg¨²n un portavoz de Washington, que ha explicado la raz¨®n del movimiento militar de Estados Unidos en la zona como la respuesta a un plan -descubierto por los servicios de espionaje- que consistir¨ªa en un bombardeo a¨¦reo de Jartum.
El amago de Estados Unidos repite el movimiento, m¨¢s grave y m¨¢s tenso, de agosto de 1981. En marzo de ese mismo a?o, Numeiri hab¨ªa descubierto otro compl¨®, "inspirado por Mosc¨² y sus aliados", que le condujo a la detenci¨®n de algunos militares sudaneses y a emitir un llamamiento de socorro al mundo occidental para que protegiera a Sud¨¢n contra la URSS. Dos a?os antes hab¨ªa hecho un descubrimiento similar que le llev¨® a la eliminaci¨®n del n¨²mero dos del r¨¦gimen, Abdel Gassem Mohainmed Ibrahim. El movimiento militar de Estados Unidos en agosto, de 1981 intent¨® ser respondido por Gadafi con su aviaci¨®n de caza: dos de estos aviones fueron derribados por los aparatos de la VI Flota.
El movimiento actual ha sido m¨¢s moderado, pero llevaba consigo una terrible amenaza. El env¨ªo de cuatro aviones de reconocimiento Airborne Warning and Control System (AWACS) a Egipto significaba que con el auxilio de esos aparatos la fuerza a¨¦rea egipcia -que no hubiera dudado en apoyar al presidente Numeiri- habr¨ªa podido destruir toda la aviaci¨®n libia, y la patrulla por la zona del portaviones nuclear Nimitz significaba la posibilidad de un ataque frontal contra Libia. Parece que los planes del Pent¨¢gono estaban divididos en dos fases (en caso de conflicto): en la primera, los AWACS hubieran intervenido solamente como apoyo del arma a¨¦rea egipcia, sin complicar oficialmente a Estados Unidos; en la segunda, habr¨ªa intervenido el Nimitz. El signo defensivo ha sido suficiente para hacer retroceder a Gadafi y la situaci¨®n se ha restablecido.
Pero solo por el momento. Gadafi es un personaje irreductible; los ¨²ltimos a?os y las circunstancias parecen haberle dado alguna moderaci¨®n, o un poco menos de fanatismo, pero no un cambio en su prop¨®sito de convertirse en un gran l¨ªder del Islam, cargo al que hay demasi¨¢dos aspirantes en estos momentos. Sin embargo no todos los problemas de la zona proceden de Gadafi, aunque este simbolice singularmente lo inestable de la misma: un r¨¦gimen como el de Sud¨¢n es insostenible s¨®lo por la fuerza, y en Chad, en N¨ªger o en Egipto, la agitaci¨®n interna -en distintos niveles- es tambi¨¦n elevada. La minicrisis de la semana pasada puede ser un aviso de algo de mayor envergadura.
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