Las autoridades econ¨®micas de la Rep¨²blica Federal de Alemania impiden la fusi¨®n de Thomson con Grundig
El gigante franc¨¦s de la electr¨®nica popular, Thomson, ha firmado un protocolo de acuerdo para adquirir el 75% de las acciones del sector audiovisual de la firma alemana Telefunken. Esta noticia se hizo p¨²blica all¨ª mismo tiempo que se confirm¨® oficialmente que la Oficina de los C¨¢rteles alemana, tutelada por el Ministerio de Econom¨ªa de la RFA, no autorizaba la asociaci¨®n de Thomson con el otro gigante alem¨¢n de la electr¨®nica, Grundig. El tel¨®n de fondo de todas estas negociaciones es una batalla a muerte de cara a la tercera revoluci¨®n industrial con el que, por ahora, lleva todas las de ganar: Jap¨®n. Los franceses entienden que el fracaso de Thomson con Grundig "es un fracaso europeo", y que, de fallar ahora el matrimonio con Telefunken, los italianos o los espa?oles podr¨ªan entrar en juego.
La novela por entregas que est¨¢n escribiendo las multinacionales de la electr¨®nica para ganar el pan de cada d¨ªa del vecino tercer milenio contin¨²a. Los alemanes le han dicho no al noviazgo entre la firma francesa Thomson y la alemana Grundig, y sin perder un instante, Alain Gomez, el presidente de la sociedad francesa, le ha tirado los tejos al sector audiovisual (televisi¨®n y magnetoscopios) de la tambi¨¦n alemana Telefunken.Telefunken, que se declar¨® en quiebra casi total semanas atr¨¢s, en el sector de electr¨®nica popular emplea 4.000 personas y realiza alrededor de 4.000 millones de francos anuales como cifra de negocios. La novia de Thomson ahora no ofrece el trabajo de Grundig, que emplea a 30.000 personas. De todas formas, la firma francesa y su nueva ense?anza alemana totalizar¨ªan anualmente una cifra de negocios de 15.000 millones de francos y controlar¨ªan el 25% del mercado alem¨¢n.
Como se hab¨ªa anticipado (v¨¦ase EL PAIS del pasado d¨ªa 6 de marzo), la Oficina de los C¨¢rteles de la Rep¨²blica Federal de Alemania se ha negado a la compra por Thomson del 75% de las acciones de Grundig. Las razones oficiales se fundan en que las dos firmas citadas, m¨¢s la Philips holandesa, que ya es propietaria del 24,5% de Grundig, monopolizar¨ªan el mercado y obstaculizar¨ªan la competencia del libre mercado.
La referida Oficina est¨¢ tutelada por el Ministerio de Econom¨ªa alem¨¢n, y durante estas ¨²ltimas semanas de negociaciones, los sindicatos tambi¨¦n hab¨ªan fruncido el ce?o, alegando que una concentraci¨®n semejante amenazaba el empleo.
Philips no vende
Hombres pol¨ªticos y de negocios de la Rep¨²blica Federal de Alemania, durante la ¨²ltima campa?a electoral, manifestaron igualmente su poco entusiasmo ante la fusi¨®n Grundig-Thomson, y a su vez, la Philips holandesa se neg¨® a vender su participaci¨®n del 24,5% para que, seg¨²n los argumentos de la Oficina, no te creara un monopolio peligroso para la libre competencia. En las esferas galas cercanas a Thomson se sospecha que detr¨¢s de todas las razones alegadas y de la oposici¨®n de sectores pol¨ªticos o sindicales se esconde tambi¨¦n otra raz¨®n de peso: Thomson es una de las empresas nacionalizadas cuando los socialistas accedieron al poder, en 1981, y a los holandeses, como a los alemanes, propietarios de Grundig, no les apetecer¨ªa demasiado jugar a la libre empresa con una firma nacionalizada por los socialistas.Los franceses piensan que sus actuales relaciones con Telefunken llegar¨¢n a buen t¨¦rmino. Es decir, si la raz¨®n esencial del rechazo de su alianza con Grundig fue el que, unidos, podr¨ªan arrebatar el mercado a otro cualquier competidor, ahora la citada Oficina debe dar su visto bueno al enlace Telefunken-Thomson, ya que entre ambas firmas s¨®lo controlar¨ªa la cuarta parte de la electr¨®nica popular de Europa.
Si los alemanes dijeran una vez m¨¢s no (se sabr¨¢ antes del 31 de marzo), el Gobierno socialista franc¨¦s no tendr¨ªa m¨¢s remedio que interpretar pol¨ªticamente el asunto, lo que no favorecer¨ªa las relaciones entre ambos pa¨ªses ni el desarrollo de la construcci¨®n europea. En el fondo, esto ¨²ltimo, de manera global, es posiblemente el punto de arranque de las dificultades de Thomson para encontrar esposa. La visi¨®n europea de los socialistas galos no es exactamente igual a la de los alemanes y holandeses.
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