Elecciones ?para qu¨¦?
La derrota electoral de las coaliciones nacionalistas UPV y EUPV (Unitat del Poble Valenci¨¢ y Esquerra Unida del Pa¨ªs Valenci¨¢, respectivemente) abri¨® una discusi¨®n sobre si tiene o no tiene sentido que el nacionalismo externo, al poco o mucho que albergan los partidos de ¨¢mbito estatal, se hubiera presentado a las elecciones en unas condiciones objetivas de inferioridad tan desproporcionadas como imposibles de superar.La discusi¨®n, necesaria y adem¨¢s interesante, puesto que se trataba de plantear una alternativa pol¨ªtica a la electoral, ha sido cerrada por los preparativos ya iniciados para concurrir a las municipales y auton¨®micas de mayo pr¨®ximo.
Si hubiera sido verdad lo que aseguraban entonces, es decir, que no ten¨ªan la esperanza de lograr ning¨²n acta -como repiten ahora, por lo que se refiere a las auton¨®micas-, el desconcierto en que se vieron sumidos hubiera sido menor, y la experiencia servir¨ªa para no volver a las andadas, puesto que, al fin y al cabo, lo que ocurri¨® en octubre y ocurrir¨¢ ahora en mayo es que se cumplieron las previsiones. Resulta l¨®gico, por consiguiente, preguntar qu¨¦ sentido ten¨ªa y tiene presentarse -incluso, si logran ocupar esca?os, hip¨¢tesis, m¨¢s que remota simplemente imposible- en un Parlamento donde no pod¨ªa pensarse que llegaran a tener nunca ni siquiera una minor¨ªa suficiente como para condicionar alianzas. Les ser¨ªa impuesto el silencio, sumidos, como hubieran estado, en el anonimato minoritario del Grupo Mixto.
Y enla prueba auton¨®mica de mayo no son menores las desigualdades, sino mayores, con ese 5% de votos que necesitan para llevar una voz a la asamblea parlamentaria de la llamada "comunidad valenciana", es decir, el Pa¨ªs Valenciano. Puede que no sea imposible lograr puestos de concejales- en algunos ayuntamientos, pero es imposible lograr alg¨²n diputado auton¨®mico. Hay que suponer, por tanto, dadas las insuperables condiciones negativas, que en el fondo escond¨ªan entonces, y esconden ahora, una cierta esperanza de llegar al esca?o, bien el madrile?o, bien el. de la capital de la propia comunidad, aunque s¨®lo sea como la que se siente al jugar a la loter¨ªa, por esc¨¦pticamente que se haga.
Lo importante es participar
Otra justificaci¨®n empleada por los nacionalistas favorables a la participaci¨®n es que las elecciones son un digamos que ejercicio pol¨ªtico, del.que. los partidos no pueden estar ausentes. Es decir, que, como en las olimpiadas, quienes opinan eso creen que lo importante no es ganar, sino participar. La digamos que consigna, de dudoso sentido, incluso en las olimpiadas, parece absurda, aplicada a la pol¨ªtica. A?aden argumentos justificativos y hablan de aprovechar las oportunidades para ocupar espacios en los grandes medios de comunicaci¨®n, darse a conocer y conseguir de ese modo una mayor implantaci¨®n. Tambi¨¦n se alega que las elecciones permiten contar cu¨¢l es la fuerza del voto nacionalista.
No todos los nacionalistas, sin embargo, creemos esas cosas. Algunos pensamos lo contrario. Para m¨ª, pongamos como caso m¨¢s pr¨¦ximo, presentarse frente a, o al menos en competencia con partidos como el PSOE, sobre todo, que tienen detr¨¢s un Estado y todo lo que eso supone, se parece a la m¨ªtica lucha de David y Goliat, pero sin que en este caso David tenga honda alguna en la mano.
El nacionalismo, para serlo realmente, ha de proponerse recuperar, actualizada -claro-, puesta al d¨ªa y considerando las circunstancias presentes, una soberan¨ªa nacional, que no ser¨¢ tal sin su correspondiente Estado. Este planteamiento -sumano, pero no mexacto- obliga a formular claramente una pregunta, a la que cada cual dar¨¢ la respuesta que quiera o le convenga, aunque solamente haya una v¨¢lida. ?C¨®mo se puede salir de ese callej¨®n sin salida? Porque la expresi¨®n m¨ªnimamente aceptable de cualquier independentismo -y si no es independentista, el nacionalismo tampoco es nacionalista- exige aceptar el Estado com¨²n digamos que convenido, ¨²nicamente como resultado subsidiario de las delegaciones controladas de soberan¨ªa y, consecuentemente, de poder, que le hagan los, Estados restablecidos en sus soberan¨ªas correspondientes, lo cual va m¨¢s all¨¢ del confederalismo. Pero, eso, ?con qu¨¦ fuerza puede Regar a lograrse?
La ¨²nica respuesta, poco estimulante de fervores y entusiasmos, ciertamente es ¨¦sta: desplegando m¨¢s tenacidad y paciencia de la que es normal pedir, puesto que: tampoco es normal la situaci¨®n de partida.
Para empezar, lo que hay que conseguir es que los pueblos diferentes a causa de su espec¨ªfica realidad hist¨®rica asuman la diferencia, compfendiendo que, de otro modo, no ser¨¢n nunca un pueblo normal. Reafirmar actualizada la propia identidad y reivindicarla como un derecho humano elemental es la ¨²nica manera que tienen de ser libres los pueblos que la tienen secuestrada.
Por la senda constitucional
Hay, ciertamente, nacionalistas que: prefieren hacer el largo- camino hacia un futuro de todos modos incierto -como cualquier futuro- de indepenencia concertada, desde dentro de los partidos de alcance organizativo -y disciplinario- espa?ol. No tenemos derecho a hacer sobre ellos un juicio de intenci¨®n. Quiz¨¢ tengan m¨¢s raz¨®n. que los que nos quedamos fuera, aunque sin el nacionalismo de fuera -pol¨ªtico o simplemente c¨ªvico- el de ellos ser¨ªa bastante menos eficaz -o estar¨ªa en peligro de desaparecer. S¨ª que se puede juzgar, en cambio, el nacionalismo, y dudar que sea verdadero, de los que lo califican como solidario para negar as¨ª que a cada naci¨®n ha de corresponder un Estado o no hay tal naci¨®n. Creen que con un Estatuto es suficiente. No ser¨¦ yo quien reh¨²se el Estatuto, y cuanto m¨¢s relleno de poderes, mejor. Pero no habr¨¢ normalizaci¨®n sin Estado. Ni de la lengua, ni de la cultura, ni de la identidad, ni de nada: Es obvio que lo concedido es siempre lo secundario. Y mantener el objetivo final -aunque sea un final ut¨®pico- es lo que define a un nacionalista.
As¨ª, pues, todo lo que hay que hacer es continuar. Se trata de llegar un d¨ªa a poder autodeterminarnos y organizar, por ejemplo, la concertaci¨®n desde la base desde la propia soberan¨ªa nacionalcon un Estado subsidiario que reciba soberan¨ªa delegada -y controlada- en lugar de concederla limitada a las autonom¨ªas. Todo ello, siguiendo naturalmente la senda constitucional.
La desigualdad es, pues, como se ve, enorme, infranqueable, entr¨¦los partidos qu¨¦ tienen detr¨¢s el Estado nacido de los decretos de nueva planta -con aquello del derecho de conquista como justificaci¨®n legab- y los que, detr¨¢s, no s¨®lo ca¨ªecen de un Estado, sino que han de reivindicarlo. En tales condiciones, elecciones, ?para qu¨¦?-Para que no ganen las fuerzas detr¨¢s de las cuales est¨¢ el golpismo. Para que se contenga el paro, se inicie la recuperaci¨®n econ¨®mica y sea posible una econom¨ªa m¨¢s social que de mercado, etc¨¦tera, como m¨ªnimo, ya que el m¨¢ximo no es para ma?ana y hay que redefin¨ªrlo nuevamente. Y para que se mantenga la democracia, se ampl¨ªe y llegue a serlo tanto que se pueda hablar de autodeterminaci¨®n, etc¨¦tera. Pero no para ganar tanta presencia nacionalista como hace falta, a fin de acelerar un proceso largo; que pide tenacidad y constancia. Es decir, que se trata d¨¦ continuar creciendo hasta llegar a influir -entonces, s¨ª- en el excipiente electoral. Como cualquier partido.
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