Desintegraci¨®n de la familia burguesa
Fue El desencanto, dirigida por Jaime Ch¨¢varri en 1975, una de las mayores sorpresas del cine espa?ol posterior a la muerte de Franco. Combinando im¨¢genes documentales, lo que ya era excepcional en una cinematograf¨ªa generalmente sujeta a las normas de la narrativa dram¨¢tica, Ch¨¢varri hab¨ªa trascendido el reflejo de los personajes completos que componen la familia Panero para adentrarse en una radiograf¨ªa de la instituci¨®n familiar.Las primeras im¨¢genes presentan a Felicidad Blanc, la viuda, acompa?ada de dos de sus tres hijos, Juan Luis y Michi asistiendo al descubrimiento de una estatuta que en honor del padre, el poeta Leopoldo Panero, fallecido hace doce a?os, se descubre en Astorga. Estamos en 1974. La imagen del padre muerto, tan caracter¨ªstica del lenguaje psicoanal¨ªtico, va a impregnar todo el filme. La viuda y sus tres hijos dejar¨¢n que las c¨¢maras de Ch¨¢varri penetren en sus vidas para que cada uno de ellos defina su situaci¨®n frente al recuerdo de quien, aun despu¨¦s de muerto, sigue agrup¨¢ndolos o exponga su opini¨®n respecto a los restantes miembros de la familia. Poco a poco nos vamos conociendo. No corresponden exactamente al modelo t¨®pico de la familia espa?ola, pero s¨ª coinciden en sus atributos fundamentales. Todos han sufrido y sufren se han enfrentado y se enfrentan son verdugos y v¨ªctimas de los dem¨¢s. La c¨¦lula familiar est¨¢ descompuesta, pero permanecen en ella sin af¨¢n de liberarse., "Somos", dice Michi, "un fin de raza, nada wagneriano, sino simple mente astorguiano, muy erosionado por el tiempo".
La imagen de felicidad que la familia puede ofrecer a quienes la contemplan desde fuera (el poeta, antes de morir, escribi¨® su epitafio: "Ha muerto, acribillado por los besos de sus hijos, absuelto por los ojos m¨¢s dulcemente azules y con el coraz¨®n m¨¢s tranquilo que otros d¨ªas, el poeta Leopoldo Panero") va descubriendo que con tanto optimismo se iban forjando agudas frustraciones. Cuando la familia se re¨²ne para recordar los te¨®ricos tiempos felices del pasado descubren que la desolaci¨®n tras la muerte del padre se hab¨ªa originado ya durante su vida.
"No estoy desencantado", dice Michi, "porque para estar desencantado hace falta haber estado encantado alguna vez. Yo no recuerdo m¨¢s que en cuatro o cinco momentos muy fr¨¢giles, muy huidizos de mi vida, el haber estado, digamos, encantado, aunque dir¨ªa mejor ilusionado. El desencanto, aburrimiento, desilusi¨®n o como se quiera llamar, es algo que me ha venido impuesto por variados elementos en los que yo he participado, como en todo, como espectador".
El t¨¦rmino desencanto, acu?ado en la pel¨ªcula, se extendi¨® por todo el pa¨ªs. Desencantados se encontraban quienes hab¨ªan cre¨ªdo que tras la muerte de Franco (es decir, en cierto modo, la muerte del padre), Espa?a se transformar¨ªa en aquel pa¨ªs so?ado al que nunca tuvimos derecho. No era posible, como tampoco les fue a los Panero, eliminar de un plumazo cuanto hab¨ªan ido forjando bajo la imagen del padre. Quiz¨¢ fuera posible filmar ahora, otra vez, El desencanto y ver c¨®mo sus protagonistas han desarrollado la descomposici¨®n que se apuntaba en 1975. Sin duda, su historia, aunque personal, conecta con una forma de vida que puede incluir tambl¨¦n las de otros espa?oles.
El desencanto se emite a las 21.35 por la primera cadena.
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