La lengua vasca

LA APROBACI?N por el Parlamento de Vitoria, pocos d¨ªas despu¨¦s del triunfo electoral socialista, de la ley de normalizaci¨®n del uso de la lengua vasca fue interpretada como un importante paso en favor de la convivencia dentro de la Comunidad Aut¨®noma de Euskadi. La circunstancia de que la norma resultara aprobada con el acuerdo casi un¨¢nime, de la C¨¢mara, tras el acercamiento de las posiciones -inicialmente enfrentadas- del PSOE y del PNV, fue valorado como un s¨ªntoma de la voluntad de concordia que, tras el 28-O, parec¨ªa imponerse como condici¨®n necesaria para asentar sobre bases s¨®lidas y amplias la consolidaci¨®n de las instituciones vascas de autogobierno.La explicaci¨®n ofrecida por el presidente del Gobierno en la conferencia de Prensa del pasado d¨ªa 14 no logr¨® despejar la sensaci¨®n de que existe cierta incoherencia entre el recurso de inconstitucionalidad promovido por el Poder Ejecutivo y el anterior apoyo dado por los socialistas vascos a la ley del eusquera. El PNV, por su parte, ha anunciado una campa?a de movilizaciones populares en defensa de la ley, que podr¨ªan atentar contra las reglas de juego del sistema y la, autoridad del Tribunal Constitucional. Mientras la iniciativa gubernamental. resulta negativa por su contribuci¨®n a la din¨¢mica de enfrentamiento entre vascos nacionalistas y vascos no nacionalistas, las veladas, amenazas de algunos portavoces del PNV frente a una eventual sentencia desfavorable, significar¨ªa, de confirmarse de manera oficial, la ruptura de la baraja del juego democr¨¢tico.

El conflicto, por lo dem¨¢s, puede vigorizar, tanto en el PSE-PSOE como en el PNV, la influencia de las corrientes sectarias que fomentan la agresividad tribal y cierran los canales del di¨¢logo entre esas dos fuerzas pol¨ªticas, sin cuyo acuerdo ser¨¢ imposible el funcionamiento democr¨¢tico de las instituciones vascas. Ese peligroso reforzamiento de, los halcones del socialismo y nacionalismo vascos dejar¨ªa sin argumentos a las corrientes de quienes, tanto en el seno del PSOE y el PNV, como en Euskadiko Ezkerra, se niegan a aceptar como destino irremediable la tesis de las dos comunidades incomunicables y enfrentadas.

Algunos s¨ªntomas se?alan, en efecto, la propensi¨®n del PNV a-reforzar, como defensa preventiva frente a un Gobierno que ya no puede ser descalificado sin m¨¢s como centralista o heredero del franquismo, sus se?as de identidad mas emocional y visceralmente nacionalistas. No se trata s¨®lo de los intercambios de mensajes de fraternidad con Herri Batasuna a ra¨ªz del fracaso de la mesa por la paz y de la resurrecci¨®n m¨¢s o menos expl¨ªcita del fantasma del Frente de Rechazo ante el enemigo com¨²n (simb¨®licamente representado por el t¨¦rmino Madrid, pero inevitablemente identificado aqu¨ª y ahora con el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez). Del PNV proceden tambi¨¦n otras se?ales inquietantes: los ataque 1 s desmesurados contra Euskadiko Ezkerra ("monaguillo del PSOE"), acusado de haberse salido de la familia nacionalista (a la que, sin embargo, seguir¨ªa pertenecen do Herri Batasuna); la espor¨¢dica afloraci¨®n de la ideolog¨ªa sabiniana m¨¢s excluyente (el apellido L¨®pez ha sido utilizado como materia de insulto por un concejal bilbaino del PNV en un pleno municipal); o la inicial exclusi¨®n por medios nacionalistas, m¨¢s all¨¢ de toda duda razonable, de la hip¨®tesis de la autor¨ªa etarra en el asalto al cuartelillo de la Polic¨ªa Aut¨®noma en San Sebasti¨¢n.

Recordemos, sin embargo, que la aparici¨®n, dentro del campo nacionalista, de una corriente independentista radical, vinculada por a?adidura a ETA militar, significa una permanente presi¨®n sobre el partido de Arzallus y Garaikoetxea para desbordar los t¨¦rminos del pacto hist¨®rico que supuso el estatuto de Guernica. De ah¨ª la importancia de que el PSOE y su Gobierno manifiesten una enorme sensibilidad pol¨ªtica ante la compleja situaci¨®n vasca, y una disposici¨®n por encima de toda sospecha respecto a su voluntad de contribuir a la aplicaci¨®n ¨ªntegra de los contenidos pol¨ªticos (y no meramente descentralizadores) del Estatuto de Guernica y al respeto a las decisiones de las instituciones auton¨®micas. Durante su campa?a electoral, Felipe Gonz¨¢lez desbord¨® la estrechez de los planteamientos sectarios de los halcones del PSE-PSOE y del PNV en su discurso de Anoeta, que situ¨® sobre nuevos ejes los problemas del Pa¨ªs Vasco. M¨¢s tarde, el presidente del Gobierno anunci¨®, en el debate de su investidura, su prop¨®sito de suscribir un pacto de alcance hist¨®rico con las fuerzas nacionalistas. La proximidad de las elecciones municipales seguramente dificultar¨¢ la puesta en pr¨¢ctica de ese di¨¢logo, pese a su decisiva importancia para la consolidaci¨®n de las instituciones democr¨¢ticas espa?olas. Y lo peor es que, despu¨¦s del 8 de mayo, queda la cita de las urnas de la primavera de 1984 para los parlamentos vasco y catal¨¢n. Ahora bien, esta discusi¨®n sobre galgos y podencos electorales podr¨ªa contribuir desastrosamente a fortalecer las corrientes m¨¢s sectarias en el seno del PNV y el PSE-PSOE.