Un complicado sistema de equilibrio y reajuste monetario
Ocho de las diez monedas de los pa¨ªses de la CEE -la libra esterlina y el dracma griego son las excepciones- forman parte del Sistema Monetario Europeo (SME). Nacido en 1978, el SME entr¨® en vigor para remplazar el sistema de la serpiente monetaria y preparar el camino hacia una Uni¨®n Monetaria Europea. Con ¨¦l se cre¨® la Unidad de Cuenta Europea (ECU), basada sobre un promedio de este paquete de divisas, incluida la libra esterlina.Para lograr una estabilizaci¨®n monetaria, las ocho divisas del SME se tienen que situar, en valor relativo, en una banda del 2,25% de ancho, por arriba y por abajo del ECU, salvo la lira italiana, que goza de una banda especial del 6%, al no haber entrado en la antigua serpiente.
Cuando una o varias divisas del SME se acercan a m¨¢s de un 75% del techo o suelo de esta banda, se disparan mecanismos de intervenci¨®n obligatorios para los bancos centrales implicados. As¨ª, en estos d¨ªas ca¨®ticos, el banco central franc¨¦s tuvo que salir en defensa de su moneda frente al marco alem¨¢n (DM), comprando francos franceses (FF). Llegado un l¨ªmite en el que el DM se acercaba peligrosamente de su techo, el banco central alem¨¢n tuvo que tomar el relevo, vendiendo su propia moneda.
El sistema funciona gracias a las medidas de apoyo financiero entre los Estados miembros, cuyos bancos centrales tienen que depositar un 20% de sus reservas de oro y d¨®lares en el Fondo Europeo de Cooperaci¨®n Monetaria (FECOM). Para defender sus monedas, los Estados tienen acceso a este fondo, con cr¨¦ditos en ECUS a tres meses, renovables, que pueden ser cancelados en dos d¨ªas. En la serpiente, las cotizaciones eran establecidas bilateralmente y no respecto al ECU, que ahora sirve de pivote. El valor del ECU se establece a diario sobre cesta de ocho divisas, m¨¢s la libra esterlina, tomando en cuenta sus cotizaciones en los mercados nacionales y ponder¨¢ndolas seg¨²n el peso relativo de las econom¨ªas nacionales (33% el DM y 20% el FF).
La guerra de los tipos de inter¨¦s y las distintas tasas de inflaci¨®n, entre otras razones, fuerzan regularmente al reajuste del sistema, que no podr¨ªa sobrevivir a medio plazo ¨²nicamente con las medidas de intervenci¨®n de los bancos centrales en el mercado. Estamos en una de esas crisis. Cuando se produce un reajuste, ya sea general, ya sea por la revaluaci¨®n o la devaluaci¨®n de una de las monedas, las negociaciones son sumamente complejas. No s¨®lo est¨¢ en juego el valor real de las divisas, sino tambi¨¦n la cotizaci¨®n de las llamadas monedas verdes, utilizadas para el c¨®mputo de los precios y ayudas a la agricultura.
Londres prefiri¨® no entrar en el SME, dado que su libra es tambi¨¦n una petromoneda, y el Gobierno brit¨¢nico prefer¨ªa seguir con un control sobre su valor. Para la RFA, el inter¨¦s es el contrario: el SME en vida supone mantener el libre cambio, fundamental para seguir exportando.
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