Fraga, Vitoria y la vida

Si la prudencia es la virtud que debe brillar y exigirse a todo pol¨ªtico, don Felipe Gonz¨¢lez ha dado, por el momento, muestras de ser un hombre razonable y templado, a la vez que fuerte. Este juicio, com¨²nmente aceptado, contrasta con la personalidad del jefe de la oposici¨®n, don Manuel Fraga, animalpol¨ªtico de toda la vida. Su caracter¨ªstica m¨¢s acusada es la amnesia y la verborrea. Su visita a Vitoria, diez d¨ªas despu¨¦s de que la ciudad recordara el s¨¦ptimo aniversario de una masacre, cuando ¨¦l mismo desempe?aba el cargo de ministro de la Gobernaci¨®n, no deja de ser una provocaci¨®n.Sus juicios f¨¢ciles, demag¨®gicos, no razonados, le restan credibilidad. Su defensa de la moral cristiana y tradicional parece m¨¢s bien confundirse con la tradicional Inquisici¨®n.

Ignora que uno de los fundamentos de la democracia es el pluralismo de ideas y costumbres, juntamente con la tolerancia.

Y como amante de citas que es el se?or Fraga, le recordar¨¦ ¨¦sta de Hegel, que no necesita comentarlos: "La forma particular de la mala conciencia -que se revela en esa especie de elocuencia en la que se complace la vulgaridad liberal- aparece en el hecho primordial que habla sobre todo de esp¨ªritu all¨ª donde le falta m¨¢s y que tiene la boca llena de t¨¦rminos tales como vida, etc¨¦tera, all¨ª donde es m¨¢s inerte y aburrida". /