Carmen Mart¨ªn Gaite mezcla en su ¨²ltima obra la descripci¨®n autobiogr¨¢fica y el ensayo sobre la narrativa
El pasado martes Carmen Mart¨ªn Gaite present¨® en el Ateneo madrile?o su ¨²ltima obra, El cuento de nunca acabar, que hace el n¨²mero quince de su producci¨®n literaria y que es "el libro del que estoy m¨¢s contenta, aunque tengo que reconocer que eso lo he dicho de alg¨²n otro". Carmen Mart¨ªn Gaite, premios Nadal y Nacional de Literatura, nos ofrece en este cuento una mezcla de relato, de descripci¨®n autobiogr¨¢fica y de ensayo sobre el fen¨®meno narrativo.
Son exactamente las ocho y cuarto de la tarde cuando Carmen Mart¨ªn Gaite aparece sentada tras la mesa del sal¨®n de actos del Ateneo. Y digo aparece porque el p¨²blico que casi llena el primoroso y ra¨ªdo teatrillo no ha advertido la llegada de la escritora (tan subrepticia y t¨ªmidamente hizo su entrada), de tal modo que es de repente y entre dos parpadeos cuando la descubrimos all¨¢ arriba, como esp¨ªritu reci¨¦n materializado. "Mis editores me han dejado sola ante el peligro", dice con la voz temblequeante de los arranques. Y s¨ª, se la ve muy sola, diminuta en grises (plomizo el traje de chaqueta, plateado el pelo), perdida tras la enorme mesa de madera, aplastada por el lujo marchito de este sal¨®n de actos con vocaci¨®n de teatro de post¨ªn.?Por qu¨¦ este local para la presentaci¨®n? Porque "ahora mismo me estoy viendo en la biblioteca del Ateneo, donde he escrito m¨¢s de la mitad de todo lo que he escrito en mi vida y que ha sido mi segunda casa, mi refugio durante m¨¢s de veinte a?os". De cuando en cuando, Carmen hace una pausa y se agarra al vaso de agua como una n¨¢ufraga de la oratoria: moja los labios, muerde quiz¨¢ el cristal con dientes que casta?etean un poco y saca as¨ª el aliento necesario para proseguir: "Aprovecho la ocasi¨®n para desear que el Ateneo vuelva a ser el refugio placentero que siempre fue y no un campo de batalla, lo logre quien lo logre, que en esto no voy a meterme".
Lleva nueve a?os trabajando en El cuento de nunca acabar, dice, pero, usando la terminolog¨ªa de Torrente, a?ade que la prefiguraci¨®n de la obra, que es cuando el caos de vislumbres y de ideas rondan la cabeza, se remonta hasta su infancia, a las visitas que llegaban a su casa, en Salamanca. Aqu¨ª se extiende en un jugoso relato de las reacciones de sus padres ante las visitas, mayormente ante los pelmas: "Mi padre dec¨ªa de los pesados: 'No se saben despedir'. O bien: 'No te han contado nada'. Y yo me maravillaba de que una se?ora que se hab¨ªa pasado hablando tres horas seguidas no hubiera contado nada. De ah¨ª vienen mis primeras preguntas sobre lo que es la narraci¨®n oral, en qu¨¦ consiste contar algo y contarlo bien".
Cuando habla, Carmen pierde la vista en las alturas, en el palco cerrado y habitado s¨®lo por los desconchones. Desmenuza sus reflexiones sobre el tema: esta presentaci¨®n parece una clase, una divertida lecci¨®n sin pompa profesoral, un cuento m¨¢s dentro de ese Cuento inacabable, cuatrocientas p¨¢ginas de "apuntes sobre la narraci¨®n, el amor y la mentira", tan abiertas que este acto forma sin duda parte de ellas.
Llega as¨ª a su conclusi¨®n fundamental: "La credibilidad del relato estriba en que el narrador se est¨¦ creyendo lo que cuenta". Pausa, mordisco al vaso. "Al comienzo de los setenta, yo pas¨¦ de decirme: no puedo escribir todo este material porque ser¨ªa un cuento de nunca acabar, a decirme: esto va a ser precisamente El cuento de nunca acabar" Se acaricia su hermosa melena de ni?a sabia y explica sus dudas iniciales. Durante seis meses estudi¨® la bibliograf¨ªa sobre narraci¨®n oral que le proporcion¨® su amigo Gustavo Fabra.
Contar cosas
Pero eran libros "muy serios, muy amarrados; y le dije a Gustavo: 'El libro que yo quiero escribir no est¨¢ escrito; quiero escribir sobre la narraci¨®n contando al mismo tiempo cosas'. Y Gustavo dijo: 'Eso es muy peligroso, es un injerto entre ensayo y novela, es muy dif¨ªcil". Despu¨¦s muri¨® Fabra, y el libro pas¨® un bache entre, 1975 y 1979. "Hasta que en 1979, estando yo en Am¨¦rica dando clases, habl¨¦ un poco de la narraci¨®n oral, y me di cuenta de que era un tema que interesaba a todo el mundo".As¨ª es que volvi¨® a trabajar en ello, y tres a?os despu¨¦s termin¨® el libro o, por mejor decir, lo dej¨¦, sin que esto suponga que el asunto est¨¢ acabado, ni mucho menos". Fech¨® el final en Virginia, Estados Unidos, "que es una cosa que farda mucho y que yo siempre hab¨ªa envidiado". A estas alturas del discurso, rondando la media hora de actuaci¨®n, Carmen muestra ya un dominio de la escena. no exento de picard¨ªa. Alaba a los editores, se explaya sobre los dibujos "bell¨ªsimos" de Nieva que acompa?an la edici¨®n.
Mart¨ªn Gaite ha escogido una presentaci¨®n espartana, sin copet¨ªn ni minu¨¦ social, una presentaci¨®n de pura enjundia charladora. "Voy a acabar porque quiz¨¢ ustedes me est¨¦n comparando con esas se?oras de Salamanca que no sab¨ªan c¨®mo despedirse, y si algo he aprendido es a despedirme antes de que me despidan. Gracias a los presentes, a los ausentes y a los muertos. Queda inaugurado El cuento de nunca acabar".
Desprende las pupilas de los palcos y baja la vista, al fin ruborosa. El p¨²blico forma el consabido tropel del besamanos. Cuando me toca el turno y la abrazo, noto que Carmen Mart¨ªn Gaite, narradora, tiembla lo mismo que una hoja.
Babelia
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