La investigaci¨®n debe continuar
A pesar de la muerte de Barney Clark los m¨¦dicos que realizaron el trasplante e hicieron posible que el dentista jubilado de Washington sobreviviera cerca de cuatro meses, no se sienten fracasados. Piensan que la investigaci¨®n debe continuar.Cuando Clark se dispon¨ªa a recibir su nuevo coraz¨®n el 2 de diciembre de 1982, sufr¨ªa una cardiopat¨ªa, una degeneraci¨®n de su coraz¨®n natural que le condenaba inevitablemente a muerte. El doctor William De Vries, cirujano que efectu¨® el trasplante, manifest¨® entonces que "todo hubiera sido m¨¢s f¨¢cil si Clark hubiera sido operado unas semanas antes".
El propio Barney Clark era consciente de los riesgos del cambio que su cuerpo hab¨ªa experimentado. "Vale la pena el trasplante cuando la alternativa es la muerte", dijo el 1 de marzo en una entrevista, y a los m¨¦dicos les coment¨® que "ha sido un placer ayudaros, porque conmigo hab¨¦is aprendido cosas". Seg¨²n su esposa, el ser receptor de un coraz¨®n artificial representaba para ¨¦l "una ocasi¨®n ¨²nica de contribuir al progreso de la humanidad".
Gary, uno de los hijos de Clark, declar¨® que ten¨ªa confianza en la experimento del coraz¨®n artificial, aunque "no la recomendar¨ªa m¨¢s que a los pacientes cuyo estado de salud fuera mejor que el de mi padre cuando fue operado".
El doctor Christian Barnard, pionero en los trasplantes de coraz¨®n, se?al¨® en un principio que "el coraz¨®n artificial no es una soluci¨®n". Sin embargo, al conocer la muerte de Barney Clark, ha afirmado que los profesionales de la medicina no deben abandonar sus investigaciones, porque "ha llegado el tiempo de explorar las posibilidades del empleo de un coraz¨®n mec¨¢nico".
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