El sector privado de Yugoslavia podr¨ªa dar ocupaci¨®n a todos los parados
Mientras que uno de los efectos m¨¢s negativos de la crisis econ¨®mica yugoslava es el aumento de los ¨ªndices de paro, que rondan el 15% de la poblaci¨®n activa, crece la pol¨¦mica sobre el sector privado, que, en opini¨®n del Instituto Econ¨®mico de Ljubljana, podr¨ªa dar trabajo a todos los desempleados. Mill¨®n y medio de personas podr¨ªan emplearse en el sector de la peque?a econom¨ªa, nombre que se da a empresas de particulares o grupos de ciudadanos asociados. El sector pol¨ªtico, opuesto a planes de agigantamiento del sector privado, se resiste a ofrecerle a la juventud una salida al callej¨®n de la crisis por la puerta grande de la peque?a econom¨ªa. Lo que, seg¨²n ellos, hay que hacer es volver a llevar la econom¨ªa de la autogesti¨®n socialista a sus ¨ªndices de crecimiento de antes, relegando el sector privado a sectores artesanales o tur¨ªsticos.
Pol¨ªticos de la talla de Kiro Gligorov, uno de los inspiradores de la reforma econ¨®mica de 1966, fracasada por haber chocado con los sectores radicales del sistema y con la revuelta de los estudiantes enemigos de la sociedad de consumo, siguen insistiendo en que s¨®lo una red de oferta de bienes y servicios de particulares o grupos de ciudadanos puede satisfacer al mercado yugoslavo en ciertos sectores.La peque?a econom¨ªa particip¨® el a?o 1981 en la producci¨®n total del pa¨ªs con un 2,49%, sin contar los agricultores por su cuenta, en cuyas manos est¨¢ el 80% de la tierra. Sus perspectivas objetivas son grandes, pero enormes son tambi¨¦n los recelos contra la formaci¨®n de un sector privado que necesitar¨ªa expresi¨®n de sus intereses a trav¨¦s de grupos de presi¨®n o asociaciones que la Liga de los Comunistas de Yugoslavia no sabr¨ªa expresar en su actual vocabulario. Y en Hungr¨ªa, pa¨ªs de menos experiencia al respecto que Yugoslavia, se acepta que los trabajadores hagan horas extras por su cuenta, incluso utilizando maquinaria y locales estatales.
En la peque?a econom¨ªa hay dos vertientes. Una es puramente privada, y est¨¢ constituida por el cl¨¢sico esquema del artesano y su aprendiz en boutiques, peque?os bares, talleres de mec¨¢nica, tiendas de fotocopias, etc¨¦tera. Otra faceta de la peque?a econom¨ªa es la de ser una empresita privada que, por necesitar desbordar en su crecimiento el l¨ªmite legal de empleo privado de m¨¢s de cinco o diez empleados, decide constituirse en cooperativa, cuya propiedad es de los trabajadores en ella empleados.
En ese caso, el propietario decide pasar a ser director o ejecutivo de la peque?a empresa, con derecho a recuperar todo el capital que invirti¨®, m¨¢s los intereses razonables y un sueldo holgado negociable. Eslovenia, la Rep¨²blica m¨¢s desarrollada de Yugoslavia (la Federaci¨®n yugoslava est¨¢ formada por tres Rep¨²blicas ricas y tres pobres), es la campeona de estas miniempresas. Para estimularlas, ha renunciado incluso a cobrar buena parte de los impuestos que podr¨ªa. En cambio, el polo del subdesarrollo yugoslavo, Kosovo, de mayor¨ªa albanesa, se resiste a la embestida de estas empresas. Se calcula que en Yugoslavia hay un 30% de trabajadores empleados en el sector social (la terminolog¨ªa yugoslava no acepta en econom¨ªa el t¨¦rmino estatal), que no producen m¨¢s que p¨¦rdidas. El Estado-providencia se resiste a engordar el paro, prolongando en realidad el existente con una baja productividad. Uno de los casos m¨¢s reveladores es el de la empresa de taxis de la ciudad de Belgrado, de impecables servicios durante m¨¢s de quince a?os, pero que acaba de hundirse con la piedra de su excesivo personal administrativo al cuello. Mientras tanto, la Asociaci¨®n de Taxistas Privados produce en cada veh¨ªculo un salario suficiente con ocho horas de trabajo. El secreto de que esta empresa -que ofrece servicios m¨¢s irregulares y menos cotizados que la municipal- sobreviva lozana hay que buscarlo en su resistencia a emplear m¨¢s personal administrativo del necesario.
Para muchos yugoslavos, la idea de abrir una peque?a empresa privada es sin¨®nimo de quimera de enriquecimiento r¨¢pido. El emigrante yugoslavo que lleva diez a?os empleado en la Rep¨²blica Federal de Alemania no quiere volver a casa a invertir los 100.000 marcos que ahorr¨® en montar un servicio de reparaci¨®n de televisores, un bar o un taller que no le rente m¨¢s que en la RFA. El argumento m¨¢s trillado por los sectores leninistas de la autogesti¨®n es el de una clara tendencia a la especulaci¨®n en el caso de los particulares. Los privatnichi no quieren compartir el pan y la sal de regi¨®n de los Balcanes: quieren ganar m¨¢s que en Baviera.
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