Luis Michelena, premio Ossian por su defensa de la lengua vasca: "En Euskadi nadie dice lo que piensa"
La concesi¨®n del premio Ossian, destinado a reconocer la labor de las personas o instituciones que m¨¢s se hayan distinguido en el estudio y promoci¨®n de las lenguas minoritarias de Europa, ha dado dimensi¨®n internacional al prestigio del ling¨¹ista vasco Luis Michelena. M¨¢s all¨¢ del ¨¢mbito acad¨¦mico, el catedr¨¢tico guipuzcoano es conocido en el Pa¨ªs Vasco por su actitud de intelectual comprometido desde hace a?os en defensa de la racionalidad y el entendin¨²ento entre los pueblos y las culturas. Su reflexi¨®n intelectual sobre el clima general del Pa¨ªs Vasco la resume, en esta entrevista, con esta frase: "Aqu¨ª nadie dice lo que piensa".
Pregunta. Con motivo de la entrega del premio Ossian, Antonio Tovar recordaba que usted, tras ser condenado a muerte por un tribunal franquista en 1937, no tuvo m¨¢s remedio que hacer de la c¨¢rcel su ¨²nica universidad. ?Fue entonces cuando decidi¨® dedicarse al estudio de la lengua vasca?Respuesta. Yo estuve en la c¨¢rcel entre los 22 y 32 a?os, con un breve intervalo de libertad entre 1943 y 1956. Poco antes de la guerra hab¨ªa terminado el bachillerato, que hice a la vez que trabajaba de contable en un despacho de Renter¨ªa. Al llegar a la c¨¢rcel, yo no ten¨ªa ninguna inclinaci¨®n especial hacia la ling¨¹¨ªstica. M¨¢s bien me llamaban la atenci¨®n las matem¨¢ticas. Creo que de haber tenido medios habr¨ªa hecho Ciencias Exactas. Pero s¨ª era, desde muy peque?o, muy aficionado a la lectura, especialmente de poes¨ªa y novela. Tambi¨¦n me interesaba todo lo relativo a la lengua vasca. Pero era un inter¨¦s literario, no filol¨®gico. En el penal de El Dueso hab¨ªa varios estudiantes y profesores de letras, y entre ellos el actual decano de la facultad de Salamanca. Fueron ellos quienes me convencieron del inter¨¦s de lo que yo entonces consideraba el descuartizamiento de las frases y de las palabras. La lectura -hacia 1941 comenzaron a entrar algunos libros en Burgos- de la Gram¨¢tica Hist¨®rica, de Men¨¦ndez Pidal, me dio la idea de que aquello se pod¨ªa aplicar al eusquera y creo que ya fij¨® un poco mi inclinaci¨®n hacia esos temas. Creo que en ese sentido s¨ª puede decirse que en mi caso la c¨¢rcel fue mi universidad.
P. Desde esa experiencia singular, ?qu¨¦ efectos sobre la sociedad vasca atribuye a la ausencia hasta fecha bien reciente de una universidad p¨²blica en Euskadi?
R. Le atribuyo efectos muy importantes y bastante nefastos. Aqu¨ª el ¨²nico centro universitario que hab¨ªa era Deusto. Los jesuitas daban una formaci¨®n t¨¦cnica, digamos jur¨ªdico-financiera, pero nada m¨¢s. Esa especie de filosof¨ªa del ¨¦xito social, del ¨¦xito en los negocios como m¨¢xima aspiraci¨®n humana caracter¨ªstica de Deusto ha sido bien visible en nuestras clases dirigentes. Se daba lugar al equ¨ªvoco de pensar que porque hab¨ªa buenos especialistas en hacer cuentas o proyectar m¨¢quinas, el nivel cultural del Pa¨ªs Vasco era superior al de otras zonas. Y eso es una falacia. Aqu¨ª mucha gente sab¨ªa hacer balances o llevar cuentas con inter¨¦s compuesto, pero nunca ha existido un sector profesionalmente dedicado a pensar.
En mi opini¨®n, toda colectividad necesita que una parte de ella se dedique a pensar y a transmitir los resultados de su trabajo intelectual al conjunto social. Cuando fui a Salamanca, pude comprobar que all¨ª la universidad gozaba de un prestigio entre gentes que jam¨¢s la hab¨ªan pisado. Que hab¨ªa un reconocimiento, que la gente. consideraba que lo que se hac¨ªa en los claustros era beneficioso, en primer lugar, para el entorno inmediato, es decir, para Salamanca. No me parece casual que nada de eso sea apreciable. hoy en el Pa¨ªs Vasco, pese a que ya contemos con unas cuantas facultades. Aqu¨ª ha existido siempre un respeto sagrado al sacerdote y una indiferencia total ante lo que pudi¨¦ramos llamar hombres de letras o gentes de la cultura en general. Se olvida con excesiva frecuencia que el nivel cultural de una colectividad viene determinado en gran parte por la densidad cultural de la capa superior, que necesariamente impregna al conjunto social. En fin, creo que a partir de un cierto nivel la cultura exige profesionalidad, y eso es imposible sin una universidad. Si vamos a efectos concretos de su ausencia sobre la realidad del Pa¨ªs Vasco, se podr¨ªan se?alar al menos los siguientes: que, sin el tamiz de la cultura y la universidad, aqu¨ª las corrientes del pensamiento (por ejemplo, el marxismo o el psicoan¨¢lisis) han ido llegando siempre tard¨ªamente, de manera a menudo acr¨ªtica o de formada y, por as¨ª decirlo, compulsiva. El marxismo, y es un caso bien notable, no lleg¨® para la juventud letrada e intelectualmente activa de los a?os sesenta como pensamiento de Carlos Marx, sino, tras una ligera noci¨®n adquirida en libros, de algunos de sus refutadores oficiales. Como el del jesuita Jean Yves Calvez, como doctrina marxista-leninista convenientemente empaquetada en fas c¨ªrculos. No digo que no haya ocurrido lo mismo en otros lugares -el franquismo fue destructivo en todas partes-, pero tengo la im presi¨®n de que entre nosotros el hecho fue m¨¢s notorio.
En el terreno preciso de la cultura vasca, la ausencia de universidad dio un tono de amateurismo a las investigaciones realizadas, emprendidas en general por gentes con fortuna que tomaban tales trabajos como entretenimiento. Por otra parte, el vac¨ªo institucional ha tendido a ser llenado por la actividad del clero regular o secular.
'La unificaci¨®n ortogr¨¢fica es irreversible'
P. Usted tuvo un papel decisivo en el proceso que condujo al movimiento por la unificaci¨®n de la lengua vasca. ?Qu¨¦ razones determinaron aquella iniciativa? ?Qu¨¦ balance puede trazarse quince a?os despu¨¦s del congreso de Ar¨¢nzazu? ?Existe un peligro de desaparici¨®n inmediata de las formas dialectales del vasco?R. No se puede decir que yo fuera un iniciador de ese movimiento, aunque es cierto que lo apoy¨¦ en el congreso de Euskaltzaind¨ªa (Academia de la Lengua Vasca), celebrado en Ar¨¢nzazu en 1968. La situaci¨®n del eusquera, lengua gen¨¦ticamente aislada, con una implantaci¨®n circunscrita a un peque?o territorio, rodeada por poderosas lenguas romances y dividida en formas dialectales, hac¨ªa evidente para toda persona m¨ªnimamente reflexiva que una cierta unificaci¨®n, al menos de, su forma escrita, era imprescindible para la supervivencia de la lengua. Si la clave era la ense?anza, una razonable unificaci¨®n era inevitable.
A menudo se tiende a olvidar que la propia Euskaltzaind¨ªa naci¨®, en 1918, con el objetivo de la unificaci¨®n. Hasta fecha relativamente reciente, digamos fines del XIX, exist¨ªan unas ciertas normas dialectales que frenaron el desmigajamiento. Pero en nuestro siglo, por tod a una serie de razones complejas, esas normas perdieron entidad. La desaparici¨®n del caser¨ªo como principal basti¨®n de la lengua, el incremento de las relaciones de comunicaci¨®n ¨ªnterpersonales y sociales, la modificaci¨®n del mundo de la pesca en los pueblos costeros, la inmigraci¨®n producida pbr la industrializaci¨®n...., todo eso ha dificultado la conservaci¨®n de las hablas locales en mucha mayor medida que el movimiento por la unificaci¨®n. Antes, el ¨²nico modelo de lengua elevada, y en cierto modo supradialectal, estaba constituido por el euskera empleado por los predicadores en sus sermones. Es evidente que la situaci¨®n ha cambiado.
En 1800, Humboldt afirm¨® que en cien a?os el eusquera ser¨ªa s¨®lo una reliquia conservada en la escritura. Han pasado casi doscientos a?os y sus pron¨®stico no se ha verificado. Mi impresi¨®n es que, sin ser excelente, el estado actual de la lengua vasca, su vitalidad, es mucho mejor que lo que uno pod¨ªa imaginar hace apenas quince o veinte a?os. Creo que, pese a todas las disputas, tan desagradables a veces, el movimiento por la unificaci¨®n ha constituido un ¨¦xito. La aceptaci¨®n, como m¨ªnimo, de la uniformidad ortogr¨¢fica es ya un hecho irreversible.
Respecto a las formas dialectales, y aceptando por adelantado que se han cometido excesos contra las expresiones populares del habla vasca (por cierto af¨¢n uniformista de algunos sectores m¨¢s papistas que el Papa), mi impresi¨®n es que, en s¨ª misma, una estandarizaci¨®n del lenguaje escrito, rectamente entendida, debe a la larga contribuir a la conservaci¨®n de los dialectos m¨¢s que a su desaparici¨®n. Quince a?os es poco tiempo para saberlo, pero creo que m¨¢s a largo plazo se ir¨¢ comprobando que las expresiones populares, utilizadas seg¨²n el estilo de cada escritor, acabar¨¢n por fijarse en el l¨¦xico com¨²n de una manera arm¨®nica. A la larga, se producir¨¢ una sedimentaci¨®n que enriquecer¨¢ la norma com¨²n.
P.Aparte de su labor en el terreno propiamente ling¨¹¨ªstico, usted es autor de una Historia de la literatura vasca y de numerosos trabajos de cr¨ªtica literaria. ?Cu¨¢l es, a su juicio, el estado actual de la producci¨®n literaria en lengua vasca? ?Se ha confirmado, en el terreno de la creaci¨®n, el renacimiento apuntado a mediados de los a?os sesenta?
'La cr¨ªtica en 'euskera' est¨¢ por los suelos'
R. A mediados de los sesenta se produjo, efectivamente, una explosi¨®n de nuevos autores que iniciaron una renovaci¨®n a fondo. Antes parec¨ªa que el euskera no ser¨ªa para ciertos temas y autores como Garmendia, Txillardegi o Aresti demostraron lo contrario. Incidentalmente, debo decir que el talento de Gabriel Aresti se puso de manifiesto muy pronto, antes de su Harri eta herri (Piedra y pueblo), en las excelentes traducciones de otros autores que realiz¨®. Ahora no sigo tan de cerca la producci¨®n literaria, pero m¨ª impresi¨®n es que aquellas expectativas no se han realizado. Se publica poes¨ªa y muchos manuales, libros de texto, diccionarios. Pero la producci¨®n novel¨ªstica y de ensayo se ha estancado. Hay gente con talento, como Bernardo Atxaga y otros, pero su producci¨®n, de tipo experimental, no tiene el impacto que cabr¨ªa esperar. S¨ª, creo que cabe hablar de una cierta crisis de creatividad. A veces da la sensaci¨®n de que el ¨²nico diccionario que consultan algunos es el cheli de Umbral... Y desde luego, lo que est¨¢ por los suelos es la cr¨ªtica literaria en euskera.P. Usted ha conocido a gentes como P¨ªo Baroja, su sobrino Julio Caro, Luis Mart¨ªn Santos y otros intelectuales y escritores vascos de expresi¨®n castellana. ?Cabe hablar, a su juicio, de una cultura vasca en castellano?
R. Desde luego es absurdo negar a Balroja su condici¨®n de vasco, de escritor vasco. Las relaciones entre la cultura de expresi¨®n castellana y la cultural de expresi¨®n eusqu¨¦rica son, me tomo, escasamente estrechas. Hay una especie de desentendimiento mutuo claramente negativo. Desgraciadamente al desconocimiento del mundo eusqu¨¦rico por parte de la mayor¨ªa de los intelectuales de expresi¨®n castellana se responde desde el otro lado con una especie de complacencia masoquista de permanecer en el gueto. As¨ª no vamos a ninguna parte.
P. Finalmente, ?c¨®mo resumir¨ªa usted, desde un punto de vista intelectual, la situaci¨®n actual del Pa¨ªs Vasco?
R. Aqu¨ª nadie dice lo que piensa.. Hay incluso distorsiones rid¨ªculas del lenguaje, como en la utilizaci¨®n, venga o no a cuento, de la expresi¨®n "Estado espa?ol" ("voy al Estado espa?ol por negocios", me dijo una vez un industrial que sal¨ªa hacia Madrid, donde ten¨ªa un negocio de exportaci¨®n de productos espa?oles al extranjero). Observo cierto conformismo. La gente no quiere complicaciones, prefiere callar ante el vociferante. Hay una especie de verg¨¹enza vergonzante, de temor a ir contra corriente. Veo una pasmosa falta de sentido cr¨ªtico. Parece que se juega con factores convenidos. Por ejemplo, los sutiles cambios de lenguaje a prop¨®sito de los atentados y los muertos, seg¨²n quien sea el autor. ETA, que no s¨®lo es un poder f¨¢ctico, sino que, para evitar equ¨ªvocos, se define expl¨ªcitamente como "militar", tiene mucho que ver con esto, y, desde luego, se beneficia de ese temor.
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