Literatura filmada
Ha ido declinando el director Alan J. Pakula, que hace a?os mostraba un coraje poco frecuente en el cine norteamericano (Klute, El ¨²ltimo testigo, Todos los hombres del presidente), denunciando la corrupci¨®n existente en diversos estratos de aquella (de esta) sociedad, pero parece entregado ahora a consideraciones de mayor pretensi¨®n literaria y, por consiguiente, de menor inter¨¦s. Ya decepcion¨® Una mujer de negocios, su discreto t¨ªtulo anterior. La decisi¨®n de Sophie no mejora, desgraciadamente, aquella impresi¨®n.La historia de ese muchacho provinciano que se fascina con la inquietante Sophie, polaca que vive en Brooklyn huyendo de la posguerra europea y de un dif¨ªcil secreto que la pel¨ªcula tarda en descubrir, se diluye en direcciones no coincidentes ni en su tem¨¢tica ni en su calidad. Si Pakula ha pretendido un fresco complejo que contraponga la inexperiencia del joven con el violento trauma de Sophie y, por tanto, con una realidad que s¨®lo la guerra provoca, la estructura dram¨¢tica de ese posible conflicto carece de inspiraci¨®n. S¨®lo en parlamentos extensos o en situaciones repetitivas se va escalonanado la obligada reflexi¨®n del muchacho, su descubrimiento de la ambigua personalidad de la mujer. Quiz¨¢ lo que en la pel¨ªcula es simple repetici¨®n de datos, no siempre fundamentales, era en el gui¨®n un proyecto para descubrir matices, enriqueciendo con los actores el mundo ¨ªntimo de protagonistas tan singulares. Pero ¨¦stos, aun realizando un trabajo respetable, no han encontrado esa magia que permite reconstruir un gui¨®n desde la emoci¨®n inteligente. Puede ser un error de Pakula el que las distintas sensibilidades de los int¨¦rpretes no hayan coincidido en un punto creativo. (Los actores suelen culpar a los directores de no dirigirles, y, con frecuencia, aseguran tambi¨¦n que, cuando aciertan, se han motivado s¨®lo con sus propios recursos, lo que no explica por qu¨¦ siempre no hacen tan buen trabajo). Meryl Streep, sobre quien gira toda la pel¨ªcula, utiliza con demasiada generosidad los sistemas mec¨¢nicos de un m¨¦todo de trabajo que no vale sin la sinceridad y el talento de los actores que saben arriesgarse. En su trayectoria abundan los trabajos inspirados (Kramer contra Kramer, Holocausto). Su Sophie es, en cambio, una mujer que narra, no un personaje que vive.
La decisi¨®n de Sophie
Gui¨®n y direcci¨®n: Alan J. Pakula, seg¨²n la novela de William Styron. Fotograf¨ªa: N¨¦stor Almendros. M¨²sica: Marvin Hamlisch. Int¨¦rpretes: Meryl Streep, Kevin Kline, Peter MacNicol. Norteamericana, 1982. Drama. Locales de estreno: Conde Duque, Palace, Salamanca.
Coincide en ello con el conjunto de la pel¨ªcula. A Pakula se le ha escurrido el lirismo pretendido al no hacer compatible el estilo realista de sus mejores pel¨ªculas anteriores con el esp¨ªritu rom¨¢ntico que debe condicionar una narraci¨®n tan vaporosa como la que exige el apasionado mundo de esta poco apasionante Sophie. Su triste pasado casa mal, estil¨ªsticamente, con el presente de 1947, aunque parezca ¨¦ste consecuencia de aqu¨¦l. El director no ha medido los tiempos con la habilidad de los narradores que saben c¨®mo mantener el inter¨¦s: cuando Sophie recuerda los terribles momentos del campo de concentraci¨®n, queda desprendida de la larga historia romanesca de su amante actual y de la del devoto amor del joven literato; al reencontrarse luego con ellos, el espectador debe recordar la primera parte de la pel¨ªcula, y lo hace con frialdad, oblig¨¢ndose a sumar mentalmente los distintos pasajes de la vida de Sophie para luego, en casa, tratar de amarla como Pakula seguramente hubiera querido hacerlo. Pero le falt¨® su antiguo valor.
Entrevista con Meryl Streep en EL PAIS Semanal que se distribuye con este n¨²mero.
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