El Barcelona, campe¨®n de la Liga de baloncesto
El Barcelona es campe¨®n de Liga porque jug¨® un partido m¨¢s completo que su rival. Intent¨® menos novedades estrat¨¦gicas y se limit¨® a aprovechar la capacidad de sus mejores hombres. El Real Madrid altern¨® en exceso sus desaciertos y tuvo a su extranjero Delibasic en uno de sus d¨ªas m¨¢s desafortunados.Por alg¨²n motivo especial, el Real Madrid -t¨¦cnico y jugadores- perdi¨® la calma antes del comienzo del encuentro. Intent¨® sorprender al rival, ponerle tan nervioso con una defensa mixta, desesperarle tanto con ciertos intentos de presi¨®n, que el riesgo se torn¨® en osad¨ªa y el Real Madrid acab¨® embarullado y excesivamente bloqueado por sus propios desaciertos. El fracaso madridista en la final de ayer fue indudable, dentro de un partido que no har¨¢ historia por el buen baloncesto desarrollado, aunque s¨ª afici¨®n por su espectacularidad, ambiente, y emoci¨®n. Por contra, el ¨¦xito azulgrana se bas¨®, simple y llanamente, en conservar la calma y aprovechar humildemente las grandes posibilidades que tiene siempre este equipo. Sibilio y Epi confirmaron la l¨®gica de su contundencia y fueron los materializadores de una victoria que condujo bien Soloz¨¢bal.
En la zona de enfrente, Delibasic cosech¨® su mayor fracaso, que s¨ª puede ser hist¨®rico, Romay y Fernando Mart¨ªn no estuvieron brillantes y quedaron oscurecidos ante la presencia de Starks, y L¨®pez Iturriaga se convirti¨®, con su tenacidad y acierto, en el ¨²nico pidal ofensivo de su equipo. Gan¨® el que m¨¢s supo confiar en s¨ª mismo, el que menos muestras ofreci¨® de necesitar desesperadamente un triunfo. Curiosamente fue as¨ª, porque el Barcelona no dio ayer la impresi¨®n de haber perdido los estribos. El t¨¦cnico Serra llev¨® ayer al club azulgrana a su tercer t¨ªtulo en la Liga y lo llev¨® con una seguridad aplastante, con un saber aprovechar t¨¦cnicamente el trabajo met¨®dico y serio de toda una temporada. Ayer, sobre todo, consigui¨® que Sibilio y Epi pudieran estar en algunos momentos a la altura del prestigio que tienen. Las estad¨ªsticas confirmaron que fueron los dos aleros quienes fraguaron la victoria.
Serra no arriesg¨® demasiado para ganar el partido. Se limit¨® a poner en juego a sus mejores hombres y en las condiciones que estos precisaban. Es decir, plante¨® un partido sin preocuparse demasiado del rival. Debi¨® pensar que sus jugadores ten¨ªan capacidad suficiente para ganarlo por s¨ª solos y en esto demostr¨®, por una vez, mentalidad de campe¨®n.
Lolo S¨¢inz, por su parte, intent¨® aventuras estrat¨¦gicas en defensa que al final no sirvieron para nada. Su equipo fracas¨® en ataque y sobre todo se vio muy debilitado por la desafortunada actuaci¨®n de Delibasic, que contribuy¨® a desestabilizar el juego previsto.
El Barcelona supo en dos momentos importantes, uno en cada tiempo, adelantarse con nueve tantos en el marcador, hecho que le permiti¨® limitarse luego a intentar conservar esta ventaja con la presi¨®n psicol¨®gica que da el saber que el partido va encarrilado. Por el contrario, el Real Madrid siempre se sinti¨® en inferioridad.
En la primera parte, el marcador se movi¨® a la italiana durante muchos minutos. Los nervios, fundamentalmente, quebraban toda precisi¨®n en los lanzamientos y el porcentaje de errores alcanz¨® cifras descomunales. Los jugadores azulgranas lo intentaron m¨¢s veces, sobre todo Sibilio, pero el bal¨®n no entraba. El desastre fue general en el bando rival donde se intentaba poco y mal, aspecto negativo en el que destac¨® Delibasic. S¨¢inz, como en otras ocasiones a lo largo del campeonato, tuvo que enviarlo al banquillo sin encestar.
Tard¨® el partido en coger ambiente. Acaso porque el fracaso madridista en ataque no se vio compensado con una defensa que hizo mucho da?o a los azulgrana. Sin embargo, ¨¦stos adelantaron a su equipo en el marcador en cuanto encontraron una racha eficaz, que permiti¨® una ventaja azulgrana de nueve tantos.
Lolo S¨¢inz lo ten¨ªa claro. Si quer¨ªa aspirar a algo su equipo deb¨ªa llegar al descanso con un marcador m¨¢s igualado. Al menos fue este el ¨²nico objetivo que sus hombres cumplieron. Para ello, salieron Llorente y el veterano Brabender y, a fuerza de una cierta presi¨®n, de una zona 2-3 que funcion¨® mejor con Brabender, se lleg¨® al punto de diferencia. Las cosas quedaron para el descanso en un 33-30.
La segunda parte tuvo el calor de un mejor baloncesto, porque empez¨® con la sensaci¨®n de que la igualdad llegar¨ªa hasta el final. Pero, esta vez, el Barcelona no quiso dar opci¨®n a la emoci¨®n y redujo la salsa de esta final de Liga Cuando la defensa zonal de los madridistas perdi¨® su eficacia porque Brabender se cansaba las acciones de Romay y Fernando Mart¨ªn estaban bloqueadas por el miedo a una quinta personal, el Barcelona apabull¨® con sus dos elementos esenciales.
Sibilio y Epi cogieron el tren de la eficacia y, agradeciendo la debilidad defensiva del rival, machaca ron el aro madridista. Era un calco de lo sucedido en la primera parte incluso porque el Madrid, en unos momentos de acertada presi¨®n en los que puso en juego su ya olvidado contraataque, logr¨® ponerse a un punto de diferencia. Hasta aqu¨ª las imitaciones, porque el Barcelona no se dej¨® impresionar y volvi¨® a lo que le conven¨ªa, una clara ventaja para llegar a los ¨²ltimos minutos con su hinchada coreando el grito de "campeones, campeones".
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