Los vuelos espaciales, una rutina dentro de cinco a?os
Una estaci¨®n tripulada es el pr¨®ximo objetivo en la carrera del cosmos
Mientras el mundo estaba pendiente la pasada semana del primer vuelo del transbordador espacial norteamericano Challenger, los representantes de los pa¨ªses que asist¨ªan a. una reuni¨®n de la subcomisi¨®n de Naciones Unidas sobre los usos pac¨ªficos del espacio demostraban que, en este tema, los hechos van por delante de las leyes y de los acuerdos, que, o son inexistentes o resultan inoperantes. Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica demostraron. su poco inter¨¦s en definir los derechos de todos los pa¨ªses en un campo de operaciones que, con fines tanto pac¨ªficos como militares, dominan por completo.
El transbordador espacial norteamericano es el nuevo instrumento de Estados Unidos para establecer su presencia en el espacio. Todos sus vuelos est¨¢n totalmente reservados para diversas misiones hasta 1985. De estas misiones, muchas son exclusivamente militares, y por tanto, secretas. Adem¨¢s del Columbia, ahora en trance de reforma, y del Challenger, que acaba de hacer su primer viaje con todo ¨¦xito, la NASA pondr¨¢ en funcionamiento otros dos transbordadores de aqu¨ª a dos a?os. Para 1988, se prev¨¦ que el transbordador realice un. vuelo cada dos semanas. Entonces, cada majestuoso lanzamiento del Shuttle se habr¨¢ convertido en rutina.Adem¨¢s de una mayor frecuencia de vuelos y un mayor n¨²mero de aparatos, la agencia espacial norteamericana est¨¢ preparando nuevas pistas de aterrizaje. El segundo vuelo del Challenger, el pr¨®ximo mes de julio, aterrizar¨¢ en cabo Ca?averal, cerca del lugar de lanzamiento. Otra pista de emergencia, ya preparada, en Nuevo M¨¦xico, junto a la actualmente utilizada en la base de Edward, en California, eleva a tres el n¨²mero de lugares donde se puede posar el transbordador.
Durante una de sus misiones en 1984, el transbordador espacial llevar¨¢ consigo el brazo articulado canadiense, dise?ado para recoger sat¨¦lites en ¨®rbita. En esta misi¨®n intentar¨¢ reparar un sat¨¦lite cient¨ªfico, el Solar Max, que ha dejado parcialmente de funcionar, y que est¨¢ destinado a estudiar las explosiones solares. En otra de sus misiones, lanzar¨¢ al espacio un gran telescopio para. fines cient¨ªficos.
La instalaci¨®n y mantenimiento de sat¨¦lites comerciales y los evidentes fines militares son las dos razones de ser del transbordador espacial.
Estaci¨®n espacial
La NASA, sin embargo, est¨¢ luchando desde hace un a?o por conseguir poner en marcha un proyecto de estaci¨®n espacial, el siguiente paso en el desarrollo de EE UU en el espacio. Arguye que el transbordador espacial es, al fin y al cabo, un veh¨ªculo de transporte, y como tal debe utilizarse para ir desde un lugar a otro.
La recogida de sat¨¦lites para su reparaci¨®n en el espacio, o incluso su traslado a la Tierra, no justifican, aunque se puede a?adir a estos fines los experimentos cient¨ªficos, tan costoso proyecto.
En la actualidad, ocho empresas est¨¢n estudiando la configuraci¨®n m¨¢s adecuada de una estaci¨®n espacial. La que m¨¢s probabilidades de aceptaci¨®n tiene es una dise?ada por la McDonell Douglas Corporation que tiene una estructura modular y que podr¨ªa ser trasladada al espacio, por piezas, en el transbordador y all¨ª ser montada. Todo un sue?o de ciencia-ficci¨®n hecho realidad.
Pero la investigaci¨®n ha sufrido una merma de fondos en todos los campos durante la Administraci¨®n Reagan, y el proyecto de estaci¨®n espacial costar¨ªa m¨¢s que todo el proyecto del transbordador. La NASA est¨¢ buscando, por tanto, aspectos comerciales que justifiquen los gastos, y est¨¢ dispuesta a embarcar en el proyecto a los Gobiernos de todos los pa¨ªses interesados, y a las propias fuerzas a¨¦reas de EE UU. Los expertos en temas espaciales no ven, sin embargo, claro el tema, porque resultar¨ªa imposible combinar aspectos civiles. y militares en una misma estaci¨®n espacial, sobre todo si se realiza con participaci¨®n de varios pa¨ªses.
El tema de la estaci¨®n espacial es un ejemplo significativo de la indefinici¨®n en que se encuentran los temas espaciales en el plano internacional. En la reciente reuni¨®n de la subcomisi¨®n, de la ONU para los usos pac¨ªficos del espacio, Estados Unidos se neg¨® a apoyar una propuesta presentada por la Uni¨®n Sovi¨¦tica sobre la definici¨®n del espacio a¨¦reo de cada pa¨ªs hasta una altura de 110 kil¨®metros sobre el nivel del mar, como medio de protecci¨®n frente a futuras posibles maniobras de sat¨¦lites extranjeros de una ¨®rbita alta a otra baja.
El representante norteamericano afirm¨® que una frontera en el espacio por encima de la atm¨®sfera frenar¨ªa la exploraci¨®n espacial y que no resultaba necesaria.
En la actualidad, el espacio no es de nadie, aunque exista una convenci¨®n internacional sobre su uso pac¨ªfico, y por tanto es exclusivamente de las dos grandes potencias, capaces de poner veh¨ªculos en ¨®rbita.
El sat¨¦lite d¨ªscolo
Sin embargo, los dem¨¢s pa¨ªses se est¨¢n empezando a rebelar. En la conferencia sobre el espacio Unispace, convocada por la ONU en agosto de 1982, y posteriormente, en las salas de las Naciones Unidas en Nueva York, ha surgido repetidamente el tema de la ¨®rbita geostacionaria. A casi 36.000 kil¨®metros de altura, es la ¨²nica ¨®rbita de la Tierra donde se pueden situar sat¨¦lites para que permanezcan en una situaci¨®n relativa fija respecto a cualquier punto de la superficie terrestre. Aunque lejos de estar saturada, ya han surgido problemas por ocupar lugares privilegiados en esa ¨®rbita. La India no ha podido poner un sat¨¦lite para televisi¨®n en el lugar que le convenia para cubrir todo el pais, debido a que ese lugar ya estaba ocupado. Los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo piden una ordenaci¨®n de esa ¨®rbita, y los situados en el ecuador han llegado a reclamar la soberan¨ªa de la propia ¨®rbita.
A 36.000 kil¨®metros de altura deber¨ªa haber quedado situado el enorrue sat¨¦lite de comunicaciones lanzado por el Challenger en su primer vuelo, que todav¨ªa se encuentra pendiente de maniobras que le permitan alcanzar la ¨®rbita deseada. El primero de tres que pondr¨¢ en ¨®rbita el transbordador -el segundo se lanzar¨¢ en junio de este a?o- forma parte de un sistema que supondr¨¢ una revoluci¨®n en el campo de las c¨®munica ciones con veh¨ªculos espaciales. Los sat¨¦lites, cada uno de los cuales puede transmitir en un segundo la informaci¨®n contenida en 14 tomos de enciclopedia, permitir¨¢ la comunicaci¨®n directa entre sat¨¦li tes en ¨®rbita, y entre el transbordador espacial y el centro de control terrestre. Al menos un sat¨¦lite de este tipo es indispensable para el primer vuelo del laboratorio espacial europeo, programado para el 30 de septiembre, y el sistema tiene una clara utilidad militar. La estaciones espaciales espa?olas ya han empezado a sufrir las consecuencias de este nuevo sistema. Las instalaciones de la estaci¨®n de Fresnedillas, cercana a Madrid, se trasladar¨¢n en gran parte a la de Robledo, de Chavela, y la NASA ha ofrecido a Espa?a la subestaci¨®n espacial de Cebreros, que pronto no necesitar¨¢.
El laboratorio espacial europeo
El laboratorio espacial es un aspecto clave del programa espacial europeo, puesto que se ha construido en Europa, pero tambi¨¦n.es pieza importante del estadouni-dense.
La NASA, que ha comprado a ESA una segunda unidad del mismo tipo para su utilizaci¨®n en otros vuelos del transbordador, ha colaborado activamente en su construcci¨®n y actualmente en las pruebas que tienen lugar en Estados Unidos, donde ya se encuentra el laboratorio. Aunque m¨¢s peque?o que el norteamericano Skylab, que posteriormente cay¨® a la Tierra, y que protagoniz¨® el hist¨®rico vuelo conjunto con otro veh¨ªculo espacial sovi¨¦tico, el
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Spacelab es un verdadero laboratorio, con un dise?o modular que puede modificarse seg¨²n las necesidades de la misi¨®n, y con una atm¨®sfera artificial en la que los cient¨ªficos podr¨¢n trabajar y vivir con bastante comodidad y en mangas de camisa.
Astronauta europeo
En su primera misi¨®n, que se ha extendido a nueve d¨ªas de duraci¨®n, y tendr¨¢ lugar el 30 de septiembre de este a?o, viajar¨¢n seis astronautas, uno de ellos europeo. La misi¨®n pretende, adem¨¢s de verificar el funcionamiento del variado instrumental, realizar numerosos experimentos cient¨ªficos. El Spacelab se puede utilizar repetidamente, y adem¨¢s de viajar con el Columbia en septiembre de 1983, tiene previstos otros tres vuelos, que tendr¨¢n lugar durante las misiones sexta, s¨¦ptima y octava del Challenger, el segundo transbordador espacial norteamericano.
Adem¨¢s, el laboratorio espacial europeo tiene todas las probabilidades de convertirse en uno de los elementos de la primera estaci¨®n espacial norteamericana. La adici¨®n de un generador a una configuraci¨®n de uno o m¨¢s h¨¢bitats (parte del laboratorio donde se realiza la vida cotidiana) y otros m¨®dulos, podr¨ªa alargar la duraci¨®n de una misi¨®n de un Spacelab puesto en ¨®rbita por un transbordador hasta 30 d¨ªas.
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