Los ayuntamientos de Euskadi, el 'latifundio' del Partido Nacionalista Vasco
El Pa¨ªs Vasco constituy¨®, en las elecciones de abril de 1979, una excepci¨®n respecto al comportamiento general del electorado espa?ol. El nacionalismo vasco, hegemonizado por el PNV, llev¨® a sus candidatos a la inmensa mayor¨ªa de las alcald¨ªas de la comunidad aut¨®noma. El sustancial aumento de las disponibilidades econ¨®micas que para los ayuntamientos vascos supuso la entrada en vigor de los conciertos econ¨®micos ha permitido, al PNV, que ha controlado el 60% de las alcald¨ªas de Euskadi, sanear las haciendas locales y abordar una pol¨ªtica de obras p¨²blicas visibles. La cr¨ªtica del sistema de prioridades seguido para la utilizaci¨®n de esos recursos constituye el principal argumento de la oposici¨®n al PNV de cara al 8 de mayo.
El 3 de abril de 1979, el PNV, partido que se define a s¨ª mismo como municipalista, ratific¨® electoralmente su indiscutible hegemon¨ªa social en el Pa¨ªs Vasco. Los 202 concejales obtenidos por el PSOE en el conjunto de la comunidad aut¨®noma supon¨ªan menos de la quinta parte de los 1.053 logrados por el PNV. La fuerza de la ideolog¨ªa nacionalista, en su conjunto, se ve¨ªa confirmada, por lo dem¨¢s, por el afianzamiento electoral de Herri Batasuna, que, con 340 concejales, se convert¨ªa en la segunda opci¨®n electoral de Euskadi. El hecho de que municipios tradicionalmente tenidos por bastiones de la izquierda socialista o comunista (como Ir¨²n, ?ibar, Baracaldo Santurce, Basauri, etc¨¦tera) amanecieran con alcalde nacionalista result¨® muy sorprendente.Los nuevos ayuntamientos vascos se encontraron con una situaci¨®n tan deteriorada en el aspecto financiero como los de la mayor¨ªa de los pueblos y ciudades del resto de Espa?a, pero bastante m¨¢s deteriorada que la media nacional en lo relativo al d¨¦ficit de equipamientos y servicios p¨²blicos. Entre 1960 y 1975, la poblaci¨®n de Vizcaya aument¨® en un 89%, la de ?lava, en un 85% y la de Guip¨²zcoa, en un 73%. La densidad demogr¨¢fica provincial era, en v¨ªsperas de las elecciones, hasta de 547 habitantes por kil¨®metro cuadra do en Vizcaya, ocho veces m¨¢s que la media nacional.
Ena un estudio realizado en 1980 por encargo de las c¨¢maras de comercio de Guip¨²zcoa y Vizcaya se cuantificaba en t¨¦rminos monetarios el d¨¦ficit infraestructural y de servicios resultante de ese crecimiento demogr¨¢fico: 525.000 millones de pesetas, m¨¢s de medio bill¨®n, costar¨ªa, seg¨²n las conclusiones del estudio, colmar la distancia entre la realidad del Pa¨ªs Vasco y el nivel de bienestar medio europeo. Algunas de las partidas contempladas en el estudio resultaban bastante reveladoras de la situaci¨®n que deber¨ªan afrontar los ayuntamientos democr¨¢ticos: en educaci¨®n, ser¨ªa necesaria una inversi¨®n de 9.700 millones de pesetas en Guip¨²zcoa y de 19.800 millones en Vizcaya. En salud, 13.500 millones en Guip¨²zcoa y 25.900 en Vizcaya. En infraestructura b¨¢sica (agua, alumbrado, etc¨¦tera), 23.500 millones y 13.800 millones, respectivamente.
En los municipios integrados en la comarca del Gran Bilbao, cuya poblaci¨®n supone cerca del 40% del total de la comunidad aut¨®noma, al d¨¦ficit de servicios p¨²blicos elementales se un¨ªa el caos urban¨ªstico resultante del crecimiento irracional del ¨²ltimo cuarto de siglo. As¨ª, no era preciso recurrir al atlas para descubrir el tercermundismo m¨¢s estricto a menos de cinco kil¨®metros del centro de Bilbao. La situaci¨®n era tan desastrosa que las expectativas de la mayor¨ªa de la gente ante las elecciones pod¨ªan sintetizarse en esta frase: "A nada que hagan, por fuerza tendr¨¢ que notarse mucho".
Escasa perspicacia
Poco se not¨®, sin embargo, al menos de inmediato. En particular, en las poblaciones medianas y grandes, con la excepci¨®n de Vitoria. Merced a la conservaci¨®n en la provincia de ?lava del sistema de conciertos econ¨®micos, Vitoria percibi¨® en 1979, en concepto de participaci¨®n en los ingresos recaudados en la provincia, 1.083 millones de pesetas, mientras que Bilbao, con una poblaci¨®n dos veces y media superior y un d¨¦ficit de equipamientos sociales incomparablemente m¨¢s grave, s¨®lo recibi¨® del Estado 787 millones.
En fin, como ejemplo de la escasa perspicacia de la Administraci¨®n local franquista, puede citarse el caso de la utilizaci¨®n dada, hace 13 o 14 a?os, por el Ayuntamiento de San Sebasti¨¢n a los fondos obtenidos por la venta a la Compa?¨ªa Telef¨®nica de la red local de telefon¨ªa, que era de propiedad municipal: el Ayuntamiento emple¨® el dinero as¨ª obtenido en la adquisici¨®n de acciones... de la Telef¨®nica (las c¨¦lebres matildes).
As¨ª las cosas, la primera preocupaci¨®n de las nuevas corporaciones fue, especialmente en las poblaciones grandes, la de sanear sus haciendas municipales. El PNV hab¨ªa puesto al frente del Ayuntamiento de Bilbao a un hombre, Jon Casta?ares, con nula experiencia pol¨ªtica, pero con fama de experto en materia de gesti¨®n financiera (era director de "normas y procedimientos" del Banco de Bilbao, y fue presentado en la campa?a electoral bajo la etiqueta de el hombre capaz). De lo estrecho del margen de maniobra con que contaba para enderezar la situaci¨®n financiera del municipio, da idea el hecho de que, con unos ingresos totales de 2.500 millones de pesetas, no menos de 2.300 millones se invert¨ªan, en v¨ªsperas de las elecciones, en gastos de personal (activo o pasivo). A fines de dicho a?o, el endeudamiento total del Ayuntamiento de Bilbao rondaba los 3.000 millones de pesetas, y los gastos por habitante y a?o alcanzaban la cifra de 11.154 pesetas frente a unos ingresos que no llegaban a las 6.500 pesetas por habitante.
En Guip¨²zcoa, la situaci¨®n era, dentro de la gravedad, menos acuciante. En 1977, el Ayuntamiento de San Sebasti¨¢n adeudaba 651 millones de pesetas, y unos 400 millones el conjunto de los otros seis municipios de la provincia que superaban los 20.000 habitantes (Ir¨²n, ?ibar, Renter¨ªa, Pasajes, Hernani y Mondrag¨®n).
En ?lava, la situaci¨®n no s¨®lo era m¨¢s equilibrada desde el punto de vista presupuestario sino que, merced a la buena organizaci¨®n administrativa de la Diputaci¨®n, exist¨ªa cierta coherencia en las inversiones. La entrada en vigor del concierto econ¨®mico en Vizcaya y Guip¨²zcoa en 1981 permiti¨® a los municipios de estas dos provincias abordar algunos proyectos urgentes, pero, en general, de manera escasamente coordinada.
El sistema de conciertos
El sistema de conciertos implica que el total recaudado es distribuido en cuatro partidas: el cupo a satisfacer al Estado; la contribuci¨®n a los gastos comunes de la comunidad aut¨®noma; la cantidad destinada a la Diputaci¨®n, y la que revierte directamente a los municipios. En Guip¨²zcoa, por ejemplo, el presupuesto para este a?o supone que el 16%. de lo ingresado se destina a la Diputaci¨®n foral y el 12% a los ayuntamientos. A su vez, gran parte de lo destinado a la Diputaci¨®n revierte indirectamente en los municipios (obras de ¨¢mbito comarcal, etc¨¦tera).
Si se tiene en cuenta que en 1979 el gasto p¨²blico en las corporaciones locales supon¨ªa en Espa?a, respecto al total del producto nacional, el 2,4%) (frente a una media del 9,5% en los pa¨ªses de la CEE), parece evidente que el sistema de conciertos otorga a los municipios vascos unas disponibilidades efectivas superiores a las de otras zonas. Concretamente en Guip¨²zcoa, el sistema ha supuesto triplicar la capacidad de gasto de sus municipios. El presupuesto de la Diputaci¨®n de Vizcaya, aprobado la semana pasada, contempla una partida de 9.122 millones de pesetas para los ayuntamientos de la provincia. La Diputaci¨®n gestionar¨¢ directamente el gasto de otros 31.000 millones de pesetas. Es, desde luego, poco si se compara con las cifras ideales del estudio antes citado, pero enorme si se coteja con las disponibilidades reales de hace apenas tres a?os.
Merced a este flujo financiero, los ayuntamientos vascos han podido abordar realizaciones importantes. El problema, y aqu¨ª ya interviene directamente la pol¨ªtica, es el de los criterios empleados por el partido mayoritario de Euskadi para invertir ese dinero. La oposici¨®n reprocha al PNV haber carecido no s¨®lo de imaginaci¨®n, sino, adem¨¢s, de planes m¨ªnimamente coherentes y escalonados. Esa misma falta de planificaci¨®n explica que todav¨ªa hoy, y pese a pertenecer a algunas de las zonas con mayor pluviosidad de la pen¨ªnsula, comarcas como las de Ir¨²n, ?ibar o El Gohierri padezcan problemas de abastecimiento de agua.
Los ayuntamientos de Euskadi, el 'latifundio' del Partido Nacionalista Vasco
Bilbao, por su importancia demogr¨¢fica y pol¨ªtica (no por casualidad la batalla entre nacionalistas y socialistas se simboliza hoy en Euskadi en la batalla por la alcald¨ªa de la capital vizca¨ªna), puede servir para ilustrar los t¨¦rminos en que se plantea el balance de estos cuatro a?os.El caso de Bilbao
El saneamiento de la hacienda municipal es seguramente un ¨¦xito, pero no se entiende muy bien por qu¨¦ el PNV presenta como un logro en s¨ª mismo el hecho de haber cerrado el ¨²ltimo ejercicio con un ligero super¨¢vit. Dada la situaci¨®n de la ciudad y la posibilidad legal de un endeudamiento no superior al 25% de los ingresos ordinarios, la b¨²squeda por Casta?ares del equilibrio presupuestario a cualquier precio, parece denotar m¨¢s el car¨¢cter conservador de su concepci¨®n de la gesti¨®n p¨²blica, que una extraordinaria habilidad para cuadrar balances.
La peatonalizaci¨®n del casco viejo (tras un refer¨¦ndum en el que la escas¨ªsima participaci¨®n revel¨® ya la difuminaci¨®n de las expectativas ciudadanas del primer momento) fue una iniciativa un¨¢nimemente aplaudida, pero que contrasta con la incapacidad municipal para abordar el problema circulatorio de la ciudad, al parecer la m¨¢s congestionada de Espa?a. El asfaltado de las calles, la mejora en la iluminaci¨®n, la plantaci¨®n de 1.200 ¨¢rboles en el casco urbano, la modernizaci¨®n de las instalaciones escolares, son realidades innegables, pero la oposici¨®n sigue denunciando la existencia de criterios discriminatorios respecto a los barrios populares.
Pero donde, sin duda, ha estado el tal¨®n de Aquiles de la gesti¨®n del PNV ha sido en el terreno de la cultura. La zafiedad de los ediles bilba¨ªnos, puesta de manifiesto con el asunto de los cuentos quemados, tuvo su continuidad natural en episodios como la pretensi¨®n de cobrar tasas municipales a grupos culturales con gran tradici¨®n local (sociedad El Sitio, universidad Popular de Rekalde-berry, etc¨¦tera), en el cierre (cierre f¨ªsico: tapiaron la entrada) de la Casa de la Cultura de Erandio, o, en fin, en los criterios empleados a la hora de sustituir determinados nombres del callejero municipal (con lo que la fulminante purga padecida por Cervantes en Lejona o por Unamuno en Gald¨¢cano, ha sido seguida por la de Jos¨¦ Cadalso, Alberto Palacios, Espartero o el conde de Mirasol, en Bilbao. La lista de eminencias locales que, por el contrario, han sido ascendidas a las placas resulta m¨¢s reveladora, por lo dem¨¢s, que las purgas mismas).
La desanexi¨®n de algunos antiguos municipios de la zona del Txori-herri, que fueron integrados forzosamente a Bilbao en el pasado, ha sido probablemente una sabia decisi¨®n, aunque parece un tanto exagerado el tono anticolonialista del eslogan mediante el que el PNV proclama ahora, desde las vallas publicitarias, lo meritorio de la empresa. "Libertad al Txori-herri", dicen los carteles colocados estos d¨ªas en-Bilbao para explicar a los ciudadanos los logros de Casta?ares y su equipo. Por lo dem¨¢s, el eslogan central de la campa?a nacionalista para las municipales: "Esto marcha", ha sido contestado por Euskadiko Ezkerra con un cartel en el que aparece el alcalde actual -al que su partido ha desistido de presentar de nuevo- con el siguiente remoquete: "?ste se marcha".
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