Pol¨ªtica agraria y pol¨ªtica de precios agrarios / y 2
Si en alg¨²n aspecto de la pol¨ªtica de ordenaci¨®n y producciones y mercados ha de exigirse especial claridad y firmeza, es en relaci¨®n con la pol¨ªtica de precios. El autor del art¨ªculo contin¨²a desarrollando en esta segunda parte su visi¨®n sobre la pol¨ªtica agraria actual.
Su desarrollo va a obedecer a una serie de principios que conviene precisar en todo su alcance:a) La pol¨ªtica de precios intervenidos debe ser coherente con el mantenimiento de los equilibrios econ¨®micos b¨¢sicos del pa¨ªs. Subidas indiscriminadas, de base demag¨®gica u oportunista, acaban por volverse contra sus aparentes beneficiarios.
b) La pol¨ªtica de precios no debe suplantar a la necesidad pol¨ªtica de rentas agrarias. Esta ¨²ltima requiere, para ser verdaderamente eficaz, otros instrumentos de transferencia de rentas. La utilizaci¨®n de la pol¨ªtica de precios como suced¨¢neo de la pol¨ªtica de rentas ha conducido inexorablemente a ahondar las diferencias sociales en el campo, no evitando al mismo tiempo la ruina econ¨®mica de los peque?os empresarios agrarios. Ah¨ª est¨¢ la historia m¨¢s reciente para demostrarlo.
La pol¨ªtica de precios agrarios tiene como misi¨®n esencial ajustar la oferta y demanda de los productos regulados, aunque en su aplicaci¨®n concreta no olvide el trasfondo que constituye una estructura dada de las rentas agrarias.
c) La pol¨ªtica de precios agrarios no puede basarse en la falacia demag¨®gica del coste de producci¨®n. En el campo espa?ol, y para cada cultivo, existen casi tantas estructuras de costes como explotaciones diferenciadas. La falacia de los costes, en cuanto que impl¨ªcitamente pretende fijar los precios de acuerdo con el coste de la unidad m¨¢s desfavorecida que participe en el mercado, beneficia exclusivamente a las explotaciones de mayor dimensi¨®n y eficiencia -normalmente las grandes- que puedan aprovechar la renta diferencial que generar¨ªa la aplicaci¨®n de una pol¨ªtica de este tipo.
Una deficiente estructura de costes debe atacarse mediante medidas estructurales, que conduzcan a una mejora de la productividad y la eficiencia econ¨®mica, nunca mediante una imposible pol¨ªtica de precios. Lo contrario, adem¨¢s de demag¨®gico, es migajas para hoy y hambre para ma?ana.
d) La pol¨ªtica de precios de los productos regulados no puede establecerse al margen del nivel de recursos disponibles en un momento dado para financiar las intervenciones de sostenimiento de los distintos mercados agrarios, ni en ignorancia de los excedentes existentes de determinados productos.
En nuestro caso, ambos condicionantes -recursos para nueva financiaci¨®n y volumen de excedentes-, que conjuntamente constituyen los costes de intervenci¨®n en los distintos mercados agrarios, alcanzan un nivel que amenaza hacerlos pr¨¢cticamente ingobernables. Pretender ignorar esta realidad es, igualmente, una falacia demag¨®gica.
En definitiva, el objetivo estrat¨¦gico fundamental de una pol¨ªtica de producciones y mercados agrarios es lograr la adecuaci¨®n entre la oferta y la demanda de estos productos. Respetando los principios anteriores, se ha dise?ado una estrategia de precios regulados, cuyo eje lo constituye la quiebra del respeto, tan ancestral como indebido, a tres grandes ¨ªdolos agrarios: trigo, aceite y vino, a trav¨¦s de los cuales y de sus derivaciones -subordinaci¨®n de la pol¨ªtica de piensos y ganadera, y de alcoholes y grasas, a los productos anteriores- quedaba distorsionada cerca del 80% de la producci¨®n final agraria.
Las principales directrices que conforman esta estrategia son las siguientes:
a) Prioridad a los cereales pienso y leguminosas para pienso, sobre todo en el caso de la cebada. Esto se traducir¨¢ en elevaciones de precios significativamente superiores para estos productos -excepto en ma¨ªz- en relaci¨®n con el trigo, hasta alcanzar a este ¨²ltimo, en la ¨®ptica del silo perfecto.
b) Crecimiento reducido de los precios del vino, aceite de oliva y girasol, sobre todo de aqu¨¦l, cuyos problemas van a tener su adecuado tratamiento a trav¨¦s de un enfoque estructural, y redise?o de la pol¨ªtica de grasas y alcoholes.
c) Aumento moderado de los precios de los productos ganaderos, intentando compaginar una razonable retribuci¨®n a los productores con la desincentivaci¨®n de excedentes. El subsector ganadero ha demostrado durante los ¨²ltimos a?os su flexibidad para absorber por la v¨ªa de la productividad -sobre todo en los caso aviar y porcino- los incrementos de precios habidos del lado de sus inputs.
d) Apuesta decidida por el algod¨®n, en la idea de que es un cultivo con futuro econ¨®mico y social Esto supone redise?ar la pol¨ªtica de precios de algod¨®n-remolacha-ma¨ªz a favor del primero, aunque la opci¨®n que se le ofrece no debe considerarse en ning¨²n caso como un cheque en blanco.
e) Aumento moderado de los precios de la remolacha, en la l¨ªnea de mantener un razonable auto abastecimiento, pero desincentivando la aparici¨®n de cualquier excedente.
Las OPA, en esta perspectiva
Los apuntes, inevitablemente breves, realizados en los apartados anteriores esbozan una pol¨ªtica agraria y de precios regulados que es, aqu¨ª y ahora, la ¨²nica posible, y as¨ª debe ser asumida por todos, Administraci¨®n y sector privado.
Su realizaci¨®n, empero, va a exigir un notable esfuerzo de adaptaci¨®n a todos los implicados. La Administraci¨®n -no s¨®lo el MAPA- ha de dotarse de una nueva sensibilidad para tratar con los agricultores. Esta nueva sensibilidad va a ser imprescindible para hacer frente al incremento de contactos que va a producirse con toda seguridad en un pr¨®ximo futuro, y debe materializarse en la apertura de los frentes de di¨¢logo precisos para dar salida razonable al necesario protagonismo de las OPA, desdramatizando la discusi¨®n sobre precios agrarios, que nunca volver¨¢ a producirse en los t¨¦rminos e instituciones habidos hasta ahora.
Pero es en los agricultores, especialmente en sus OPA, donde reside el principal factor de modernizaci¨®n y progreso, en el nuevo trato que se propone. Las OPA han de ser capaces de compatibilizar la cr¨ªtica necesaria a las instituciones p¨²blicas -sobre todo al MAPA-, de presentarse con seguridad y competencia ante cualquier departamento ministerial -abandonando el tradicional ¨²tero protector del MAPA, en un acto decidido de mayor¨ªa de edad- y de afrontar con valent¨ªa y rigor a sus bases para explicarles qu¨¦ resulta posible y qu¨¦ deviene en ut¨®pico e irrealizable.
Ello implica abandonar toda actitud demag¨®gica, irracional y ego¨ªsta, y sustituirla por la madurez y la corresponsabilidad.
Con este enfoque, las OPA acrecer¨¢n su influencia y protagonismo director en el tema agrario, aunque la inevitable adaptaci¨®n conlleve el abandono de viejas muletillas, y la sustituci¨®n de aquellos dirigentes que se muestren insensibles al cambio necesario.
En el necesario protagonismo de unas OPA renovadas reside nuestra mayor esperanza en el futuro agrario de Espa?a.
Juli¨¢n Ar¨¦valo Arias es presidente del FORPPA.
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