Sesenta d¨ªas pendientes de una hamaca
Los dos monta?eros murcianos que escalan el Naranjo duermen y cocinan en un espacio de dos metros c¨²bicos
Desde hace dos meses, dos monta?eros murcianos, Jos¨¦ Luis Garc¨ªa Gallego y Miguel ?ngel D¨ªez Vives, mantienen la atenci¨®n de todo el pa¨ªs con su aventura de escalar el Naranjo de Bulnes por una nueva v¨ªa en la cara oeste, bautizada por ellos como Sue?os de Invierno, y considerada como la m¨¢s dif¨ªcil. En dos metros c¨²bicos, el espacio de la endeble hamaca, estos dos hombres duermen, cocinan y caminan de rodillas sujetados permanentemente por unas cuerdas. Descansan con los bidones del agua dentro de su saco, para evitar su congelaci¨®n, y se cambian, cada noche, la esquina que les servir¨¢ de cama. Sus experiencias, grabadas en una cinta, han servido para elaborar este reportaje.
La hamaca que est¨¢n utilizando los monta?eros murcianos es fundamental para el ¨¦xito de su aventura. Aunque fue construida en Espa?a con un dise?o de Jos¨¦ Luis Garc¨ªa Gallego, ¨¦ste est¨¢ basado en las hamacas Graham, utilizadas normalmente en las escaladas a El Capit¨¢n, en el parque del Yosemite (Estados Unidos). S¨ª es una aut¨¦ntica creaci¨®n de Jos¨¦ Luis la protecci¨®n de goretex, que la cubre para protegerla de las tormentas. El goretex es una nueva fibra textil, a la vez impermeable y transpirable.La hamaca que cuelga del Naranjo mide 1,80 metros de longitud por un metro de ancho, y est¨¢ formada por una estructura de tubos de aluminio que sustenta una lona de nailon. Pesa unos quince kilogramos aproximadamente. Se fija a la pared por dos puntos, que son los extremos superiores de la protecci¨®n. Normalmente est¨¢ instalada en un lugar preciso. Al finalizar la jornada los monta?eros regresan a ella por medio de unas cuerdas. Cuando ascienden una altura considerable -unos cien metros- y encuentran un buen lugar para instalarla, la desmontan y la suben.
Lo m¨¢s dif¨ªcil es hallar el lugar id¨®neo para la instalaci¨®n de la hamaca, ya que los monta?eros no quieren poner buriles y casi nunca disponen de un lugar donde haya dos grietas o fisuras que equidisten entre s¨ª 1,80 metros y en las que se puedan poner clavos normales. Para hacerse una idea de las dificultades, cuando Garc¨ªa Gallego y D¨ªez Vives ten¨ªan la hamaca instalada a 160 metros de altura, un extremo estaba fijado a la pared por un clavo bien colocado y el otro estaba sujeto con cinco puntas de clavos, que, entre todas, hac¨ªan el papel de un clavo bueno.
Almac¨¦n, cocina, dormitorio
La capacidad de la hamaca es de dos metros c¨²bicos, en los que deben realizar la vida cotidiana cuando las condiciones climatol¨®gicas les impiden escalar. Dentro de este habit¨¢culo permanecen constantemente de rodillas o sentados, y con el cuidado de no volcar los cazos de cocina al colocarlos sobre el inestable nailon. Para cocinar han tenido que utilizar su imaginaci¨®n e inventar c¨®mo colgar los quemadores de butano del techo de la hamaca.En esos dos metros c¨²bicos indispensables para su vida, los monta?eros tienen que guardar el material que no puede quedarse a la intemperie -quemadores, cazos, ropa de abrigo, botas dobles, el aparato de radio y el material de cine y fotograf¨ªa-. Los objetos cuelgan de la parte superior de la hamaca por medio de unas cuerdas. Los alimentos se conservan en tres sacos de arrastre, similares a los petates militares, que est¨¢n colgados en el exterior, bien protegidos para evitar que se mojen.
Los monta?eros, cuando viven en la hamaca, no tienen libertad de movimientos, sino que contin¨²an asegurados a la pared por medio de cuerdas y clavos. Incluso duermen as¨ª para evitar caerse durante la noche o por si la hamaca se desprende de los clavos. En sesenta d¨ªas de escalada puede pasar de todo, como que se congele el agua; para evitarlo, alguna noche Garc¨ªa Gallego y D¨ªez Vives tuvieron que meter en sus sacos de dormir los bidones del agua. Dormir resulta especialmente inc¨®modo. En la pared oeste del Naranjo no se sue?a con el cambio de colch¨®n, sino con el cambio de esquina. "A m¨ª me toca esta noche la esquina de fuera, mirando hacia el Cant¨¢brico", dice Jos¨¦ Luis, "y no sabes lo inc¨®modo que resultan las esquinas exteriores cuando hay viento, con la protecci¨®n flameando contra tu cara".
Ambos escaladores est¨¢n satisfechos con el comportamiento de la hamaca, "de la que depende totalmente nuestra seguridad. Es como un barco para un navegante solitario en el oc¨¦ano", seg¨²n declaraciones de Jos¨¦ Luis Garc¨ªa Gallego. Sin embargo, han tenido algunos inconvenientes; el 75% de las noches han descansado mal, "y de todas las pasadas en la pared no hay ninguna en que hayamos descansado bien", a causa del constante flamear de la protecci¨®n en los d¨ªas de viento -han tenido 20 d¨ªas de fuerte viento del noroeste, que les azota de frente-, cuyo ruido les despierta y les crea corrientes de aire dentro de la hamaca. Esto les dificulta tambi¨¦n el cocinar.
En noches con temperatura muy baja -incluso a bajo cero dentro de la hamaca-, el goretex pierde su transpirabilidad; una fina capa de hielo elimina todas las virtudes de este tejido. Con ventiscas de nieve, les entra por la parte inferior, moj¨¢ndoles los sacos de dormir y la ropa de abrigo.
Mudarse de casa
Llegar hasta aqu¨ª no fue f¨¢cil Cada d¨ªa surge un problema, que hay que solucionar. El 14 de marzo Garc¨ªa Gallego y D¨ªez Vives fueron sorprendidos por una tor menta cuando cambiaban de lugar la hamaca, con un fuerte viento que lleg¨® a superar los 100 kil¨®metros por hora. No pudieron montarla bien y el viento les bandeaba durante la noche al ritmo de sus rachas, caus¨¢ndoles desperfectos en la estructura de aluminio.El d¨ªa 23, mientras escalaban por encima de la hamaca, se desprendi¨® una piedra del pico, cay¨® sobre la protecci¨®n, y la rompi¨®. Esa misma noche les sorprendi¨® un fuerte temporal, por lo que decidieron salir al d¨ªa siguiente a cambiarla en medio de la tormenta. Tardaron siete horas en conseguirlo, con riesgo de sufrir problemas de congelaci¨®n.
El ¨²ltimo percance lo tuvieron el 9 de abril, cuando el viento les rompi¨® la protecci¨®n de la hamaca -situada ya a 160 metros de altura-, en una zona expuesta a la intemperie, produci¨¦ndoles dos desgarros de unos 20 cent¨ªmetros cada uno. Sin embargo, decidieron seguir con la misma funda, reservando la de repuesto para un caso de emergencia.
La convivencia en condiciones tan extremas y durante tanto tiempo resulta dif¨ªcil. Permanecer tantos d¨ªas en un espacio tan reducido, sin un aseo adecuado; compartir todo con el mismo compa?ero, soportando sus man¨ªas, agotar los temas de conversaci¨®n con la permanente amenaza de la monta?a y del temporal, precisan de una preparaci¨®n psicol¨®gica extraordinaria. Garc¨ªa Gallego y D¨ªez Vives se conoc¨ªan superficialmente antes de llegar a Bulnes (s¨®lo hab¨ªan escalado juntos una pared de 100 metros en Murcia), pero no han tenido problemas de convivencia. "Nos llevamos perfectamente. Confiamos en nuestras posibilidades y creemos que hemos acertado al formar cordada. Estamos muy contentos de haber venido juntos al Naranjo".
El poco tiempo que les queda libre cuando no escalan, cocinan o descansan lo dedican a escuchar la radio, a comunicarse con Nacho, y a proyectar nuevas escaladas. Garc¨ªa Gallego confiesa que han notado una cierta evoluci¨®n en sus conversaciones. "De cuando comenzamos hasta hoy los temas, l¨®gicamente, han variado. Ahora casi siempre hablamos de nosotros, de la familia, de personas queridas, de filosof¨ªa, de por qu¨¦ estamos aqu¨ª...; en definitiva, conversaciones mucho m¨¢s personales que en los primeros d¨ªas".
Nacho, el tercer hombre
El ¨²nico contacto con el resto del mundo lo realizan por radio, gracias a Nacho Torre, un radioaficionado de Llanes que voluntariamente les est¨¢ prestando un servicio de incalculable valor. Los escaladores as¨ª lo han entendido y, en unas recientes declaraciones, calificaban a Nacho como el tercer Compa?ero de la pared.Nacho, 29 a?os, casado y con un hijo, trabaja como administrativo para una firma de autom¨®viles, y todo el tiempo libre de que dispone -al mediod¨ªa y por la noche- lo dedica a ponerse en contacto con los murcianos. ?l les ayuda a comunicar con sus familiares, les da la predicci¨®n del tiempo, y realiza una especie de consulta m¨¦dica a distancia. Nacho Torre encontr¨® el apoyo de su mujer, Teresa Fern¨¢ndez, y de dos amigos, Juanjo Llarnaz¨¢n y Anselmo Carreras, expertos en electr¨®nica, que dise?aron la caja con la que se puede mantener conversaciones telef¨®nicas con la pared.
Para construir esta caja emplearon diez d¨ªas. Es toda de madera y tiene dos agujeros para introducir el auricular telef¨®nico. En uno de los agujeros hay un altavoz, y en el otro, un micr¨®fono. El cambio de conexi¨®n para hablar o escuchar se realiza con una clavija, que Nacho acciona cada vez que escucha la palabra cambio. Por este motivo Nacho se ha convertido, en cierto modo, en el confidente de los monta?eros, ya que ellos hablan desde all¨ª con periodistas y hasta con sus novias, y necesariamente debe escuchar todas las conversaciones.
Nacho permanece junto a la emisora noches completas, si se ha producido alg¨²n momento cr¨ªtico o han escalado de madrugada, y tambi¨¦n durante los d¨ªas de lo que en el mundo civilizado se llama week-end. Arriba, en el pico, Jos¨¦ Luis Garc¨ªa Gallego y Miguel ?ngel D¨ªez Vives llevan dos meses sin fiestas de guardar, pendientes de una cuerda.
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