Un pol¨ªtico que compagin¨® el realismo y la utop¨ªa
"Extraigo las consecuencias de la derrota personal que supone para m¨ª el no haber alcanzado la mayor¨ªa absoluta y dimito como canciller federal". Estas palabras, pronunciadas por Bruno Kreisky en la noche del pasado domingo, cuando ya se sab¨ªa con certeza que su partido hab¨ªa perdido la mayor¨ªa absoluta en las elecciones generales austriacas, pone el punto final a la larga carrera de un pol¨ªtico brillante, gobernante mucho tiempo indiscutido y personalidad que ha marcado profundamente, no s¨®lo la historia austriaca de la posguerra, sino tambi¨¦n la escena pol¨ªtica internacional.Esta carrera comenz¨® en el a?o 1926, cundo el joven de 15 a?os Bruno Kreisky, hijo de una familia jud¨ªa burguesa, ingresaba en las Juventudes Socialistas Obreras en su ciudad natal, Viena. Ocho a?os m¨¢s tarde, siendo estudiante de Derecho y dirigente de la agrupaci¨®n socialista de la universidad, su partido es declarado ilegal. Pasa a la clandestinidad, es detenido y poco despu¨¦s condenado por afta traici¨®n, en un juicio escenificado por el Gobierno clericofascista austriaco. Tras 22 meses en prisi¨®n, termina su doctorado en leyes poco antes de que la Alemania hitieriana se anexione Austria.
Pronto vuelve a ser detenido, esta vez por la Gestapo, pero a los cinco meses de c¨¢rcel logra huir y llegar a Suecia, donde se han ido reuniendo numerosos militantes de los partidos democr¨¢ticos perseguidos por el r¨¦gimen nacionalista alem¨¢n. All¨ª trabaja para diarios suecos y para una revista brit¨¢nica, colabora en los ¨®rganos de la resistencia austriaca, y all¨ª conoce a la que ser¨ªa su mujer, Eva.Terminada la contienda pasa a ejercer funciones diplom¨¢ticas para el reci¨¦n creado Gobierno austriaco. En 1953 es nombrado secretario de Estado para Asuntos Exteriores, condici¨®n que le permite, dos a?os m¨¢s tarde, formar parte de la delegaci¨®n austriaca que negocia en Mosc¨² la restauraci¨®n de la soheran¨ªa austriaca. En 1950, Kreisky es nombrado ministro de Asuntos Exteriores en un Gobierno de coalici¨®n de conservadores y socialistas. En el partido soxialista, su posici¨®n se fortalece continuamente, y en 1967 pasa a ser el presidente del partido. Tan s¨®lo tres a?os m¨¢s tarde Kreisky ha logrado hacer del SPOE el partido mayor de Austria-
Forma un Gobierno minoritario, convoca elecciones para el a?o siguiente, y las gana por mayor¨ªa absoluta con el 50,04% de los votos. Comienza la era Kreisky de Gobiernos socialistas, apoyados en mayor¨ªas absolutas en el Parlamento, que se reafirman y ampl¨ªan en los comicios de 1975 y 1979.
Este escueto curriculum, forzosamente incompleto, no es m¨¢s que un protocolo de los pasos de un pol¨ªtico vocacional que ha logrado durante toda su vida p¨²blica compaginar el necesario realismo con la no menos necesaria carga ut¨®pica.
Kreisky tambi¨¦n ha tenido tiempo para los peque?os remas. Hace unos a?os, un emigrante espa?ol escribi¨® una postal informal a Kreisky explic¨¢ndole sus dificultades para obtener el permiso de residencia en Austria. Un amigo le hab¨ªa recomendado que lo hiciera y, lleno de escepticismo, la mand¨®. A los pocos d¨ªas, el espa?ol recib¨ªa, estupefacto, la respuesta del canciller, que le informaba que su caso estaba resuelto.
A partir de ahora, Kreisky tendr¨¢ m¨¢s tiempo para pasar en su casa de Mallorca, un peque?o chal¨¦ que salt¨® a la fama en Austria porque, seg¨²n la oposici¨®n, es all¨ª donde el canciller se esfuerza en inventar nuevos impuestos. Adem¨¢s, podr¨¢ cuidar la insuficiencia renal que padece y que en la pasada campa?a electoral ha sido utilizada como arma electoral por los democristianos para fundar la incapacidad que achacan al viejo socialista. Con su habitual iron¨ªa, manifestaba hace pocos d¨ªas a los periodistas extranejros que se encontraba muy bien de salud. "La prueba", se?al¨®, "es que he estado recientemente en Norteam¨¦rica y he vuelto sano. Y aquello est¨¢ siendo azotado por todo tipo de calamidades"-
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