Pedro Vivancos, desde un lugar desconocido, orden¨® la disolucion de la secta Raschimura
La secta Raschimura, dedicada a la meditaci¨®n y a negocios macrobi¨®ticos, est¨¢ siendo investigada en Barcelona, Tarragona y Madrid por la denuncia de uno de sus ex miembros. A Raschimura se le acusa de delitos econ¨®micos que van desde el alzamiento de bienes a la estafa, y de delitos relacionados con la libertad, el honor y las costumbres. Pero sobre todo se acusa a Raschimura de intrusismo profesional y de ejercer sin garant¨ªas y permiso la medicina.
Un s¨®lo miembro de la secta permanece por ahora detenido, mientras no se configuran indicios de criminalidad para los restantes. Ayer el responsable y fundador del grupo, Pedro Vivancos, accedi¨® a ser entrevistado. Despu¨¦s abandon¨® la comunidad para retirarse a orar. En su trayecto hacia "un lugar desconocido" orden¨® la disoluci¨®n de la secta. Fue un largo adi¨®s, que tuvo como escenario un gimnasio de k¨¢rate y como protagonistas a una docena de seguidores y 18 hijos, concebidos por siete mujeres diferentes.Su vida es un permanente combate. El mismo lo reconoce mientras permanece sentado, descalzo, en la postura del loto sobre la lona, rodeado de los miembros de su comunidad. Lo era mucho antes de que descubriera las luchas marciales, el k¨¢rate, el taekwondo y el judo y de que en Jap¨®n le bautizaran con el sobrenombre de El brazo m¨¢s r¨¢pido de Tokio. Empez¨® a combatir en Melilla, cuando ten¨ªa quince a?os de edad. Sus padres le hac¨ªan trabajar de camarero en el restaurante familiar. El decidi¨® dejarlo todo para dedicarse a la m¨²sica, a la danza y al flamenco.
Los que lo conocieron por esa ¨¦poca aseguran que nunca fue una primera figura, aunque, eso s¨ª, consiguiera buenos contratos en los puntos m¨¢s dispares de Europa. Bail¨® primero en el ballet de Antonio. Despu¨¦s con su propio grupo. Tampoco logr¨® destacar como profesor de guitarra cl¨¢sica. Ni como maestro. Ni como padre de familia. Quiz¨¢s porque tampoco buscaba el triunfo. Por un momento se ha detenido en el espacio y ha hecho una larga referencia a su vida matrimonial, con su mujer y sus hijos, que un buen d¨ªa desemboc¨® ante el Tribunal Eclesi¨¢stico, donde le dieron la separaci¨®n y le apartaron de sus tres hijos.
-"El juez me pregunt¨® qu¨¦ quer¨ªa. Me ofreci¨® el televisor, los muebles, la casa... Lo ¨²nico que yo quer¨ªa eran mis hijos. Era lo ¨²nico que no me daban. Cre¨ª morir. Ah¨ª est¨¢n mis llantos, recogidos en tres libros de poemas. Jam¨¢s ser¨¢n publicados", ha continuado explicando Pedro Vivancos Garc¨ªa en el extremo de la lona, mientras del fondo del gimanasio llega el lloro de un peque?o. Una mujer se ha levantado y corriendo ha cruzado la estancia, musitando una y otra vez "Josu¨¢, Josu¨¢, Josu¨¢".
La escuela de Sant Cugat
Su vida es tambi¨¦n una permanente y constante pirueta en busca de una familia perdida, ayudando a los desahuciados, a los degradados mientras ense?aba m¨²sica, artes marciales y danza. Fue as¨ª como levant¨® su escuela de Sant Cugat, que bautiz¨® con el nombre de la Escuela de las cuatro artes, su primera experiencia en el mundo de la ense?anza.
De esa ¨¦poca guarda el entra?able recuerdo de aquellas comidas, efectuadas en comunidad, en las que se compart¨ªa lo poco que se pod¨ªa adquirir con 150 pesetas, y que en la mayor¨ªa de las ocasiones consist¨ªa en higado de cerdo y verduras. Recuerda tambi¨¦n que entonces la ¨²nica regla, la ¨²nica ley, era la de su propia fuerza. Todos le respetaban por temor.
Hay tambi¨¦n por esa ¨¦poca un consultorio de masajes chinos en la calle Balmes, muy cerca de la cl¨ªnica del Pilar. Donde no cobraba nada y donde coloc¨® una caja vac¨ªa de zapatos con una ranura. As¨ª consegu¨ªa recaudar las 25.000 pesetas que precisaba cada mes para la pensi¨®n de su esposa y de sus hijos. Hay tambi¨¦n por esa ¨¦poca un parvulario que se levant¨® en una torre de Sant Cugat, propiedad de la nieta de Pilar Franco.
Se ha vuelto a detener en el espacio y con todo detalle ha explicado este deseo ¨ªntimo, personal e irrefrenable. Precisaba tener hijos. Por eso se lo dijo a Paloma -la nieta de Pilar Franco-, la due?a del edificio donde albergaba su parvulario. Utiliza la palabra fecundar y habla de semilla, para a continuaci¨®n referirse a la agon¨ªa de aquella escuela, cuando Paloma estaba ya embarazada.
-"Los padres de los ni?os vinieron un d¨ªa y dijeron que quer¨ªan hacer una asamblea. Sab¨ªa que lo que ellos quer¨ªan era afearme la conducta con Paloma. Soy un guerrero, exclusivamente un guerrero. Me afeit¨¦ la cabeza, me vest¨ª de negro, cog¨ª la espada de samurai con la izquierda y me present¨¦ en la reuni¨®n. Permanec¨ª as¨ª, sentado con el arma medio abierta, escuchando sus quejas. Me hablaron de la falta de papel en el water, de los ni?os descalzos. Cerr¨¦ la espada. Se?ores esto es un circo, exclam¨¦", ha esbozado una mueca y ha buscado en la mirada de Isabela una se?al de asentimiento. Los dos han sonre¨ªdo, mientras Javier, el constructor de ¨®rganos, ha enderezado la espalda y ha cruzado los brazos sobre el pecho.
Curaciones milagrolas
Hay tambi¨¦n una permanente peregrinaci¨®n, de escuela en escuela, de centros y experiencias, que culminaron con la apertura de una escuela de yoga y acupuntura. Asegura que all¨ª empez¨® a ganar "demasiado dinero" y que algunos d¨ªas calcul¨® unos beneficios superiores a las cien mil pesetas. Cerr¨® la escuela sin m¨¢s explicaci¨®n y empez¨® a introducirse en el mundo de la medicina naturista.
Por esa ¨¦poca empezaron a llamarle maestro. La voz empez¨® a correr por Sant Cugat y cada s¨¢bado centenares de personas acud¨ªan para verle y tocarle. Dice que hubo curaciones hep¨¢ticas, renales, de artrosis e incluso de c¨¢ncer. Con sistemas tan sencillos como el de los ayunos. Surgi¨® as¨ª el mito de Raschimura.
Cada una de estas experiencias se sald¨® con un nuevo miembro en la comunidad y con unas residencias estables que estructur¨® en Rub¨ª.
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