El oto?o del patriarca Kreisky
Se acaba una ¨¦poca en Austria.Parece que el viejo jefe, decepcionado y fatigado, haya querido cortarse la retirada y quiera llegar al fondo de una dimisi¨®n cuya amenaza hab¨ªa esgrimido en el caso de que los socialistas perdiesen la mayor¨ªa absoluta en las elecciones.
En la hora de los balances, la era Kreisky no parece negativa. Y, sobre todo en el plan econ¨®mico, el canciller pod¨ªa enorgullecerse de haber preservado su pa¨ªs de la tormenta que agitaba la mayor¨ªa de los pa¨ªses occidentales.
En 1982, la situaci¨®n, pese a que la oposici¨®n denunciaba un empeoramiento en Austria, hubiese entusiasmado a muchos europeos: el paro era del 3,7%, y la inflaci¨®n, inferior a un 5,4%.
Es verdad que, como su vecino alem¨¢n occidental, el Estado austriaco se hab¨ªa endeudado gravemente y que esta idea no ha debido entusiasmar a los electores de este pa¨ªs. Pero estos ¨¦xitos econ¨®micos se explican tambi¨¦n, y sobre todo, por otro factor que se inscribe igualmente en el activo del reino que se acaba: una paz social ejemplar, fundada sobre la base de una concertaci¨®n permanente. ( ... )
Sin duda alguna, Austria ha tenido bajo el mandato de Kreisky un papel superior al que podr¨ªa asign¨¢rsele a primera vista por su extensi¨®n territorial. Desarrollando h¨¢bilmente el concepto de neutralidad activa y la imagen de lazo de uni¨®n que su 'situaci¨®n geogr¨¢fica pod¨ªa sugerir, Kreisky ha desempe?ado el papel de mediador, acogiendo en Viene las negociaciones Este-Oeste.
, 26 de abril.
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