Las adolescentes de los suburbios, principales victimas de la falta de educaci¨®n sexual
Si para muchas mujeres -solteras o casadas- resulta todav¨ªa dif¨ªcil acceder a un m¨¦todo anticonceptivo fiable, cuando esa mujer tiene menos de 18 a?os, la cosa se le presenta realmente grave: a la falta de informaci¨®n, com¨²n a todas las edades, se unen en este caso trabas legales de mayor¨ªa de edad. Ambos factores contribuyen a que para muchas adolescentes el descubrimiento de la sexualidad conlleve un embarazo no deseado. Es imposible saber el n¨²mero de madres solteras y matrimonios precipitados que se produce cada a?o en nuestro pa¨ªs. Sin embargo, los expertos en planificaci¨®n afirman que el porcentaje es especialmente alto en barrios y pueblos obreros de la periferia de las grandes ciudades, si lo comparamos con otras zonas del centro o residenciales donde habitan j¨®venes generalmente de clase social m¨¢s elevada. Las razones de estas diferencias entre unas zonas y otras pueden estar tanto en la mayor o menor precocidad en el inicio de las relaciones sexuales, como en el nivel de conocimiento y uso de m¨¦todos anticonceptivos. Sin olvidar la posibilidad o no de acceder al aborto viajando a otros pa¨ªses.
Para corroborar este dato sobre la mayor incidencia de embarazos tempranos en los barrios obreros, en nuestra visita al centro de planificaci¨®n familiar de Vic¨¢lvaro (Madrid), nos encontramos, entre la docena de mujeres asistentes a la charla, con dos madres solteras: Paloma, 16 a?os y un ni?o de seis meses, y su hermana Conchi, de 18 a?os y una ni?a de tres meses.Paloma, m¨¢s decidida que su hermana, se convierte espont¨¢neamente en portavoz de las dos: 'Yo me qued¨¦ embarazada cuando todav¨ªa no ten¨ªa 15 a?os; a los tres meses se qued¨® mi hermana y ninguna nos hemos casado, o sea que fig¨²rate para mis padres". La situaci¨®n de Conchi y Paloma no es, seg¨²n cuentan, excepcional en el barrio, y eso parece que les da cierta seguridad para afrontarla: "La gente mayor s¨ª te mira mal por estar soltera, pero la juventud, como no he sido la primera ni voy a ser la ¨²ltima, pues no. Porque all¨ª, en el barrio, toda la pandilla ha ca¨ªdo y de las que yo conozco m¨¢s no se ha casado ninguna: una vive con el chico, otra no sabe de qui¨¦n es o no lo dice, y yo, que estoy viviendo con mi novio".
-?Y vuestros padres no os presionan para que os cas¨¦is?
-No. Ellos nos dicen que no nos casemos obligadas. Yo no quiero porque conozco gente que se ha casado muy joven y les ha ido muy mal. Adem¨¢s, mi novio se tiene que ir a la mili en octubre. Cuando venga, ya veremos.
Sin embargo, no todos los padres parecen reaccionar con la liberalidad de los de Paloma ante el embarazo de sus hijas adolescentes. El ejemplo, que parece sacado de una mala novela naturalista del siglo XIX, nos lo dan, como si tal cosa, ellas mismas: "La madre de una amiga m¨ªa no se enter¨® de que su hija estaba embarazada hasta que fue a dar a luz. Y en el barrio tampoco lo sab¨ªamos: resulta que llevaba una faja bien apretada y jerseis anchos hasta en el verano. Ahora, el ni?o est¨¢ bien, pero la cabeza la tiene un poco deforme; de tanta presi¨®n, claro".
Paloma, que a los dos meses de estar embarazada ya se lo dijo a su madre, s¨®lo encuentra una raz¨®n para explicar el comportamiento de su amiga: aplazar el enfrentamiento con sus padres. "Cuando vino de la maternidad, su padre la esperaba con la maleta en la puerta de la calle para echarla. Al final se ha quedado en casa, pero le sigue teniendo miedo a su padre".
La educaci¨®n sexual
En la ¨¦poca en que Paloma y Conchi se quedaron embarazadas sab¨ªan por ejemplo "que con la p¨ªldora entra c¨¢ncer y te quedas est¨¦ril", seg¨²n los cotilleos de alguna amiga superinformada, y otros bulos del estilo de que "es imposible quedarse en estado cuando la mujer no tiene un orgasmo". Como puede verse, la moda de la educaci¨®n sexual para los ni?os, que tanta polvareda levantaba hace unos a?os, ha pasado y nos ha dejado pr¨¢cticamente como est¨¢bamos, es decir, que recibir una buena educaci¨®n sexual sigue siendo privilegio de los pocos ni?os que tienen unos padres que quieren y pueden d¨¢rsela o que asisten a unos colegios en los que el sexo no es pecado. Para el resto -la mayor¨ªa- queda, no ya la desinformaci¨®n pura y simple, sino la informaci¨®n deformada y err¨®nea."La informaci¨®n sexual en la escuela depende, en teor¨ªa, ¨²nica y exclusivamente del Ministerio de Sanidad a trav¨¦s de las inspecciones m¨¦dicas escolares", dice Jos¨¦ Alfredo de Juan, delegado de Sanidad del Ayuntamiento de Madrid. "Hubo un decreto en 1980 en que se explicitaba que todos los colegios deber¨ªan tener un gabinete m¨¦dico. La realidad es que en Madrid hay muy pocos inspectores m¨¦dicos escolares y, en lo que se refiere a las escuelas p¨²blicas, me consta que no hay ninguno. Nosotros tenemos programas de educaci¨®n sanitaria y estamos intentando introducir, a partir de cierta edad, la educaci¨®n sexual en la escuela. Porque, seg¨²n parece, en pa¨ªses de nivel socioecon¨®mico similar al espa?ol se est¨¢n dando embarazos no deseados en ni?as cada vez m¨¢s j¨®venes por desconocimiento de la sexualidad. Ante esto, se impone una informaci¨®n y ya estamos asistiendo a un cambio de actitud por parte de maestros y padres, que piden cada d¨ªa m¨¢s esos programas de educaci¨®n para los ni?os".
"En las charlas que damos a adolescentes en algunos centros escolares", afirma Isabel Serrano, ginec¨®loga, "les insistimos en el riesgo que significa un embarazo a esas edades y les explicamos que no toda la sexualidad tiene que pasar necesariamente por el coito, aunque no hay que hacerse el infantil y pensar que ¨¦ste no va a darse nunca. Por tanto, hay que informarles de los m¨¦todos anticonceptivos m¨¢s apropiados para su edad".
Los m¨¦todos de barrera (cond¨®n, espermicidas) pueden ser los m¨¢s indicados en los adolescentes, porque se trata en muchos casos de relaciones espor¨¢dicas que no aconsejan el uso de un m¨¦todo permanente, sin olvidar la ventaja de que estos sistemas no tienen contraindicaciones ni efectos secundarios para la salud. Abundando en el tema, se?alan los expertos que en Espa?a quedan por hacer cosas tan sencillas como colocar al lado de las m¨¢quinas de tabaco m¨¢quinas con preservativos, lo que, sin duda, facilitar¨ªa el acceso a ellos de j¨®venes y mayores. "Es que todav¨ªa vas a una farmacia a por unos preservativos y te miran como si hubieras bajado de Marte", se?ala alguna mujer.
Resignarse a los 16 a?os
Se trata, en definitiva, de lograr la l¨®gica aspiraci¨®n de tener los hijos que uno quiera y a la edad que quiera, que no suele ser casi nunca a los 16 a?os; de hacer imposible respuestas como la de Paloma, tan cargadas de resignaci¨®n.-?Te gusta tener el ni?o?
-?C¨®mo no me va a gustar ya!
Ambas hermanas, sin embargo, una vez que estaban embarazadas quer¨ªan tener el hijo: "Yo estuve a punto de abortar de forma natural", se?ala Conchi, "y no quer¨ªa". Cuando se le preguntan las razones aparece una especie de empecinamiento adolescente: "Porque ya que lo hab¨ªa hecho, ya lo quer¨ªa".
Ambas tambi¨¦n renunciaron a desprenderse de sus hijos: "All¨ª en Santa Cristina, donde hemos dado a luz, hab¨ªa una monja que iba preguntando a las madres solteras si quer¨ªas dar el ni?o para que lo adoptara otra familia".
Ahora, pocos meses despu¨¦s del parto (que quiz¨¢ son a?os en experiencia y problemas), han venido al centro, que antes no conoc¨ªan, porque bajo ning¨²n concepto quieren un nuevo hijo: "Yo ahora me quedo embarazada y aborto", dice Paloma. "Y yo, todav¨ªa m¨¢s", apostilla Conchi, "porque me han hecho ces¨¢rea y me han dicho los m¨¦dicos que si me quedo embarazada me arriesgo".
-Pero, ?te han dado alg¨²n m¨¦todo para evitarlo?
No.
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