El debate de la pol¨ªtica exterior
LAS DECLARACIONES de Felipe Gonz¨¢lez en Bonn acerca de la puesta en pr¨¢ctica de la decisi¨®n de la OTAN de diciembre de 1979 sobre los euromisiles constituyen, en el fondo y en la forma, un hecho absolutamente novedoso en la actuaci¨®n del Gobierno socialista y marcan un hito en la escalada de la pol¨ªtica realista del mismo.Sorprende que las posiciones de Espa?a sobre estas cuestiones fundamentales de pol¨ªtica exterior se fijen de manera un tanto s¨²bita con motivo de viajes al extranjero: se da as¨ª la sensaci¨®n de que se trata de dar satisfacciones a los hu¨¦spedes que se visita. En el caso que nos ocupa, el canciller Kohl se apresur¨® a incluir en su discurso unas frases para registrar -y saludar- la nueva posici¨®n espa?ola. Pero si efectivamente esta es nueva, como as¨ª se ha apreciado, el Parlamento hubiera sido el marco m¨¢s adecuado para explicar al pa¨ªs los motivos de una declaraci¨®n semejante, que debe ser fruto de alg¨²n acuerdo en el Consejo de Ministros. Calvo Sotelo, reci¨¦n nombrado jefe de Gobierno, anunci¨® en su primer viaje a Alemania Occidental, en abril de 1981, que Espa?a entrar¨ªa en la OTAN; esto provoc¨® entonces la indignaci¨®n del PSOE por razones parecidas a las que se han expuesto m¨¢s arriba. Los asesores del presidente deben ser m¨¢s cuidadosos en la elecci¨®n de los m¨¦todos y formas de explicaci¨®n de la pol¨ªtica exterior, sea esta cual sea. La posici¨®n sobre los euromisiles merec¨ªa un debate en regla ante el Congreso y ante la opini¨®n p¨²blica, que conf¨ªa a¨²n en las promesas de desnuclearizaci¨®n de este pa¨ªs y en el talante y las convicciones pacifistas de nuestro primer ministro.
En cuanto al fondo del problema, Espa?a tiene una posici¨®n de partida clara, que es su negativa a aceptar la colocaci¨®n de armas nucleares en su territorio. Al opinar sobre la colocaci¨®n de tales armas en otros pa¨ªses objetiva y oficialmente aliados del nuestro -puesto que seguimos perteneciendo a la OTAN- no podemos prescindir de ese punto de partida. Es preciso explicar por qu¨¦ el Gobierno espa?ol apoyar¨ªa un despliegue nuclear en naciones amigas, pero lo impedir¨ªa en nuestro propio territorio si ¨¦stas lo piden. Este es el sentido de las palabras del l¨ªder de la socialdemocracia alemana occidental, Vogel, que ha comentado las declaraciones de Felipe Gonz¨¢lez diciendo: "Claro, ¨¦l no tiene que aceptar los euromisiles en su pa¨ªs". Es preciso saber tambi¨¦n que la desnuclearizaci¨®n de nuestro territorio no afecta por el momento a Gibraltar, sede de una base de la OTAN.
Pa¨ªses de la OTAN como B¨¦lgica y Holanda a¨²n no tienen posici¨®n definitiva sobre los euromisiles; numerosas fuerzas pol¨ªticas de Europa, y, en concreto, los partidos socialistas (con la excepci¨®n del franc¨¦s), tienen una opini¨®n critica, o por lo menos reservada, sobre el despliegue: consideran necesario presionar tanto a EE UU como a la URSS para que lleguen a un acuerdo en Ginebra y evitar que se dispare una carrera de armamentos nucleares, incluso a costa, como plantea la socialdemocracia alemana occidental, de una moratoria, de un retraso en la aplicaci¨®n de la resoluci¨®n de la OTAN. Podemos suponer que ese es el verdadero sentido final de la declaraci¨®n de Felipe Gonz¨¢lez -que ya ser¨ªa, aun as¨ª, un acercamiento de hecho a las posturas de la OTAN y una novedad en nuestra pol¨ªtica exterior-, pero esta suposici¨®n no borra la imagen de alineamiento que se ha producido entre el Gobierno espa?ol y el del canciller Kohl.
La existencia del poder nuclear ha desfigurado considerablemente el car¨¢cter soberano de los viejos Estados de Europa. Por eso es absolutamente comprensible por la opini¨®n espa?ola que el actual Gobierno socialistase vea obligado a abandonar principios de partida en virtud de evitaci¨®n de lo que podr¨ªan ser males mayores para la estabilidad pol¨ªtica del pa¨ªs o para el equilibrio internacional. El que sea comprensible no quiere decir, por lo dem¨¢s, que no sea discutible, y que no lo deban discutir los espa?oles. En eso, al fin y al cabo, consiste su tan elogiada madurez pol¨ªtica: en la capacidad que tiene nuestro pueblo de entender que el ¨¢rea de acci¨®n del Gobierno en cuestiones de pol¨ªtica internacional est¨¢ condicionada por las superpotencias. A veces es preciso elegir el menor de entre dos o varios males. Y merece la pena creer que eso es lo que est¨¢ haciendo el'presidente del Gobierno. Pero, por lo mismo, necesita el respaldo de la opini¨®n, de modo y manera que es ineludible un debate parlamentario en el cual el Gobierno explique ampliamente sus actitudes y sus proyectos. La oportunidad de tal debate antes del viaje a Washington, en junio, de Felipe Gonz¨¢lez parece obvia. M¨¢s a¨²n despu¨¦s de lo ocurrido en Bonn.
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