'Bodas de sangre', la belleza del mito desnudo

Bodas de sangre, basada en la obra hom¨®nima de Garc¨ªa Lorca, traducida al ballet por Antonio Gades, y traducida de nuevo al cine por Carlos Saura, es uno de esos productos excepcionales que raya la perfecci¨®n. No es un reportaje, aunque se nos ofrezca las im¨¢genes de los bailarines en el camerino. No es tampoco la filmaci¨®n de la actuaci¨®n de un ballet, aunque efectivamente es tambi¨¦n la filmaci¨®n de un ballet. La luz, en sus distintos matices, el espacio vac¨ªo de la sala de baile, la respiraci¨®n de los personajes, todo ello son elementos que juegan en el filme de una forma nada habitual en las construcciones coreogr¨¢ficas.Pero adem¨¢s, cada uno de los gestos y de los s¨ªmbolos, incluso musicales -como el Ay, mi sombrero, que canta Pepe Blanco, o la nana que interpreta Marisol-, aparece en su desnudez, frente a la luz tamizada y al espacio vac¨ªo, adquiriendo as¨ª m¨¢s fuerza y tensi¨®n dram¨¢tica. Bodas de sangre es la estilizaci¨®n de un mito de amor y celos, en el que Antonio Gades y Carlos Saura depuran y desnudan la acci¨®n de cualquier elemento que pudiera entorpecer y distraer la atenci¨®n respecto a lo que es la tragedia esencial. Es lo que s¨®lo Brook ha conseguido con Carmen: con una econom¨ªa m¨¢xima de medios expresivos, aguantar todo el dramatismo y toda la emoci¨®n del mito.