Faltaba la cena
"Venga, hombre, darse prisa", les dec¨ªan a los toreros, "pues estos se?ores tendr¨¢n que cenar". Los se?ores ¨¦ramos los del tendido 20.000 almas en penumbra, ateridos de fr¨ªo, muertos de hambre.Cerca de las diez y sereno, all¨ª estaban los de seda y oro, intentado derechazos, sin caer en la cuenta de que a¨²n queda mucha feria y la parroquia tiempo tendr¨¢ de ver derechazos, hasta el empacho. A mil por tarde, 23.000.
No todos los de seda y oro ten¨ªan la culpa. La culpa era, principalmente, de un franc¨¦s y un caballo. La empresa, para celebrar el santo de la Isidra y para que nos fu¨¦ramos enterando de lo dura que es la vida, hab¨ªa dispuesto para ayer el n¨²mero del franc¨¦s y el n¨²mero del caballo.
Plaza de Las Ventas
15 de mayo. Segunda corrida de la feria de San Isidro.Cinco toros de Murteira Grave, bien presentados, cornalones, broncos. Tercero, de Carmen Ordo?ez, con casta y genio. Nime?o II. Pinchazo, med¨ªa trasera atravesada y cuatro descabellos (silencio). Pinchazo. y estocada (silencio). Jos¨¦ Luis Palomar. Dos pinchazos y descabello (silencio). Dos pinchazos y descabello (silencio). V¨ªctor Mendes. Dos pinchazos, intenta el descabello y media estocada (silencio). Dos pinchazos y descabello (silencio). Un toro de Carmen Ord¨®?ez, para rejones. Luis Miguel Arranz, vuelta protestada.
El n¨²mero del franc¨¦s, que llaman Nime?o II (Dios quiera que no haya III), consiste en pegar pases despacito. No es exactamente que toree despacio. Torerar despacio es lo que quiere la tauromaquia excelsa y lo que gusta a la afici¨®n pura. Pegar pases despacito es otra cosa. Consiste en dar un pase, quedarse de un aire, al cabo de un rato dar otro, y as¨ª.
Tiene voluntad de agradar Nime?o, con lo cual hace m¨¦rito, pero la continencia derechacil no es una de sus m¨¢s preclaras virtudes y nos aburri¨® a derechazos, tanto en el bronco-distra¨ªdo primer toro, como en el cojo-manejable cuarto. Pero lo malo no era el aburrimiento, sino que corr¨ªa el reloj, y sus compa?eros, que le ten¨ªan pedida la vez, ya hab¨ªan puesto dentro de un burladero la escoba del rev¨¦s.
Luego vino el n¨²mero del caballito, que consiste en pegar galopadas jinete de cuatro equinos, y si se prenden rejones bien, y si no, pues tambi¨¦n. Contagiado el toro del frenes¨ª cuadr¨²pedo, brinc¨® al callej¨®n y asust¨® al personal de servicio. Ca¨ªa la tarde cuando el rejoneador Arranz empezaba la carrera, y el negro manto de la noche iba a cubrir el coso cuando Reg¨® a la meta. En el colmo del abuso y p¨¦rdida de tiempo, dio una vuelta al ruedo que no le hab¨ªan pedido. Fr¨ªo y hambres ya eran, para entonces, tormento colectivo, y ni ropa de abrigo ni cena hab¨ªa dispuesto el empresario. Lamentable imprevisi¨®n. En realidad nos podr¨ªamos haber cenado los toros, una vez comprobado que para otra cosa no val¨ªan.
Mansurrones, broncos, los diestros no pod¨ªan hacerles filigranas, y faenas de dominio tampoco -si bien proced¨ªan-, pues en el tratado de la lidia que estudian los diestros de hoy el correspondiente cap¨ªtulo est¨¢ en letra menuda; y como les dan el doctorado aunque no lo sepan, ninguno se lo aprende.
Hubo, no obstante, unas dobladas hondas de Jos¨¦ Luis Palomar, las cuales fueron lo ¨²nico verdaderamente torero de la tarde. Lo dem¨¢s del recio espada soriano tuvo que ser a la defensiva; librar el derrote, acabar con bien.
A lo mismo hubo de recurrir V¨ªctor Mendes, con la diferencia de que las dobladas toreras, esas no las di¨®. En cambio, prendi¨® un emocionante par al quiebro. Banderille¨® Mendes y banderillearon todos, en conjunto con escaso lucimiento. Las rid¨ªculas solicitudes de permiso para hacer la suerte, la cesi¨®n de los palos, los ringorrangos, tambi¨¦n consum¨ªan su tiempo.
De manera que nos dieron las tantas, para nada. En lo sucesivo, o la empresa pone la cena, o aqu¨ª vamos a tener un contencioso. El vino lo pondremos nosotros.
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