Profesores de segunda y de primera
Me gustar¨ªa comentar varios art¨ªculos y aspectos del proyecto de LRU, pero, por una parte me extender¨ªa demasiado, y por otra, quiz¨¢ no sea procedente comentar intenciones que todav¨ªa son muy poco precisas.Pero un aspecto que est¨¢ ya bastante claro es el que se refiere al profesorado. As¨ª, en el art¨ªculo 34.1 se dice: "El profesorado de las universidades estar¨¢ constituido por funcionarios docentes de los siguientes cuerpos...". Es decir, todos los profesores ser¨¢n funcionarios y s¨®lo en algunos casos excepcionales, y temporalmente, se contempla la existencia de algunos profesores contratados.
Ahora escuchemos los comentarios de la secretaria de Estado de Universidades e Investigaci¨®n, Carmina Virgili (EL PAIS del 13 de mayo de 1983) "La nueva ley intenta eliminar las diferencias entre el profesorado. Se hab¨ªan considerado detenidamente todas las posibilidades y se hab¨ªa llegado a la convicci¨®n de que la f¨®rmula que se ha adoptado es la que mejor garantiza la igualdad de derechos y deberes de todo ¨¦l profesorado. De otro modo, se perfilaba ya la posibilidad de que los contratados acabaran siendo un cuerpo de profesores de segunda categor¨ªa".
Perm¨ªtame la secretaria de Estado que me asombre por tanto eufemismo. Una cosa est¨¢ clara: no es que "se perfilaba ya la posibilidad de que los contratados acabaran siendo un cuerpo de profesores de segunda categor¨ªa", sino que ya lo somos, siempre lo fuimos y lo continuaremos siendo. Pero ?por qu¨¦?.
Como el mismo secretario general t¨¦cnico, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, reconoce (EL PAIS del 13 de mayo de 1983), "no existe una relaci¨®n obligatoria entre la calidad del profesorado y cualquiera de las dos v¨ªas en cuesti¨®n" (funcionarial y contractual). Entonces, ?por qu¨¦ se les considera a los contratados de segunda categor¨ªa? Pues sencilla y ¨²nicamente por la incapacitaci¨®n burocr¨¢tica que se les da: no pueden ser rectores, ni decanos, ni directores de departamento, etc¨¦tera. En otras palabras, no pueden acceder a ning¨²n cargo verdaderamente importante de decisi¨®n y responsabilidad, aunque su calidad sea igual o mayor que la de los funcionarios. Son de segunda categor¨ªa por ley, porque as¨ª lo determina la ley vigente.
Todos, funcionarios
Pero imaginemos que se admitieran las dos v¨ªas, funcionarial y por contrato, con iguales posibilidades legales de acceso a los ¨®rganos de decisi¨®n y responsabilidad, y que ese acceso s¨®lo dependiera de una votaci¨®n democr¨¢tica entre los que reunieran mayores m¨¦ritos y capacidad. ?Qu¨¦ pasar¨ªa entonces? Pues que, evidentemente, cierta cantidad de funcionarios ineptos, o que no cumplen ni sus m¨ªnimas obligaciones docentes, investigadoras o de formaci¨®n de nuevos investigadores, pasar¨ªan a ser autom¨¢ticamente unos marginados sin ning¨²n poder, pero no por la ley, sino porque nadie contar¨ªa con ellos. Est¨¢ claro, entonces, que no se puede admitir la v¨ªa del contrato con todos los derechos, porque har¨ªa temblar los mismos cimientos de la Universidad y quiz¨¢ as¨ª empezase un verdadero cambio. Todo lo contrario, hay que cambiar lo suficiente para que no cambie nada: todos, funcionarios. Adem¨¢s, hay otros ataques con- tra los penenes por diversos frentes. As¨ª, por ejemplo, el editorial de EL PAIS del 13-5-1983: 'Muchos profesores no numerarios -en vez de aceptar que el t¨ªtulo de doctor, los a?os de docencia y los trabajos publicados constitu yen criterios objetivos v¨¢lidos para acceder a la estabilidad en el empleeo- se lanzaron a organizar una demag¨®gica reivindicaci¨®n global orientada a exigir la incor poraci¨®n vitalicia a los puestos universitarios de todos los miem bros de ese estamento, sin contraste de m¨¦ritos y de competencia, cerrando as¨ª las puertas a las siguientes generaciones de licenciados y doctores".
El editorialista, o bien ignora o no entiende absolutamente nada de la cuesti¨®n, o bien act¨²a de mala fe. Desde luego, prefiero pensar que no lo ha entendido, porque ocurre muy frecuentemente, a pesar de que desde hace muchos a?os, y cuando en este pa¨ªs ni siquiera exist¨ªa la palabra huelga, ya defend¨ªamos y reivindic¨¢bamos el contrato laboral, no m¨¢s vitalicio que el que tienen la mayor¨ªa de los trabajadores que no sean funcionarios. Porque, quiz¨¢ no se sepa, .nosotros, actualmente, no tenemos m¨¢s que un contrato administrativo, que puede ser rescindido en cualquier momento por la Administraci¨®n, sin indemnizaci¨®n, sin seguro de desempleo, por ahora, a pesar de que cotizamos a la Seguridad Social, y hasta hace poco, v¨¢lido solamente por un a?o, aunque renovado sucesivamente (ilegal). Cobramos algunos un sueldo base menor que el salario m¨ªnimo interprofesional (?legal), y aunque cobramos complementos de dedicaci¨®n, las pagas extraordinarias (dos, cuando en la mayor¨ªa de las empresas son tres) son del sueldo base y no de la totalidad del sueldo. No se nos reconocen trienios ni antig¨¹edad ninguna.
Y dice que queremos una incorporaci¨®n -vitalicia. Lo que queremos es un contrato laboral como el de la mayor¨ªa y rechazamos la v¨ªa funcionarial como posibilidad ¨²nica por las razones expuestas m¨¢s arriba. Adem¨¢s, no pedimos nada inviable, porque, al parecer, se va a establecer para toda la Administraci¨®n, excepto para Educaci¨®n y Ciencia (?), el que si no se quiere acceder al funcionariado se pueda seguir prestando servicios bajo la f¨®rmula de un contrato.
Por otra parte, nunca se rechaz¨® el que el t¨ªtulo de doctor, los a?os de docencia y los trabajos publicados constituyan criterios objetivos v¨¢lidos para acceder a la estabilidad en el empleo (no necesariamente funcionariado), aunque no estar¨ªa de m¨¢s matizar en qu¨¦ condiciones han de realizarse estas tareas. Unas veces ocurre que los penenes tenemos un gran n¨²mero de clases que impartir y su preparaci¨®n, en muchos casos reci¨¦n acabada la carrera, absorbe al ciento por ciento del tiempo disponible. Otras (o a la vez), unos directores de tesis que no dirigen absolutamente nada. Naturalmente, esto ni se controla ni se valora lo m¨¢s m¨ªnimo cuando a uno se le exige la tesis como condici¨®n sine qua non.
Por ¨²ltimo, ya s¨¦ que se va a esgrimir (ya se ha hecho en otros casos) el argumento de que el 28-O se ratific¨® este proyecto por m¨¢s de 10 millones de votos. No puedo comentar otros casos, pero estoy seguro de que en ¨¦ste no m¨¢s de un mill¨®n se preocup¨® de saber si hab¨ªa algo relativo a la Universidad en el programa de Gobierno y los que nos preocupamos, puedo asegurar que no encontramos m¨¢s que buenas palabras que nos recordaron las o¨ªdas tantas veces y en ¨¦pocas tan distintas. De todas formas, muchos dimos el voto de confianza al cambio, pero ya vemos cu¨¢l es el cambio: perpetuar y agravar la situaci¨®n tradicional.
Para este viaje no necesit¨¢ba-, mos tantas alforjas.
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