El siete
Los habituales del tendido siete de Las Ventas son algo as¨ª como la conciencia de la fiesta en Madrid. Protestan airadamente los toros in¨²tiles, censuran con sa?ala los matadores que torean con el pico de la muleta, y arremeten ruidosamente contra las arbitrariedades del palco presidencial. Durante las primeras corridas de esta feria han estado trabajando a tope.Acaso los antecedentes de este duro tendido siete fuese la andanada del ocho, que mediada la d¨¦cada de los a?os cincuenta se form¨® como reducto, de la m¨¢s pura afici¨®n: una especie de islita en el oc¨¦ano triunfalista que invad¨ªa la plaza. El origen de esta andanada fue Juanito Parra, ya fallecido, en cuyo recuerdo hay colocada una placa detr¨¢s de la localidad que ocup¨® durante muchos a?os. Berrocal, durante su desafortunada y risible regencia en Madrid, intent¨® acabar con estos inc¨®modos contestatarios: ofreci¨® a los espectadores de la tercera edad las localidades de la andanada del ocho a precios reducidos. Qued¨® muy limitado este intransigente n¨²cleo defensor de la pureza de la fiesta, y muchos tuvieron que irse a otros tendidos, entre otros, el del siete.
"Seremos unos 50 protestantes serios", dice uno de ellos, V¨ªctor. "Somos de todas las edades y condiciones sociales, y la mayor¨ªa s¨®lo nos vemos aqu¨ª, en la plaza, pero nos une una gran afici¨®n". Muchos son j¨®venes.
La preocupaci¨®n fundamental de este sector del p¨²blico -y de los otros n¨²cleos, de aficionados vociferantes de la plaza- es el toro: las reses sin trap¨ªo ni casta, los toros que se caen, los borregos... Algunos aficionados llevan grandes pa?uelos para pedir la retirada de los toros in¨²tiles y lanzan los primeros gritos, que muchas veces se extienden al resto de la plaza. Otro blanco de sus iras son los toreros torpes y c¨ªnicos: los picadores asesinos, los banderilleros que clavan a una mano, los diestros que no se arriman o intentan dar una vuelta al ruedo tras una faena indecorosa..
"Muchos matadores intentan atrevesar nuestro sector con m¨¢s prisas cuando nos metemos con ellos", declara otro aficionado. "Por el contrario, un matador que sabe que ha estado bien nos ense?ar¨¢ la oreja, corno si pidiese una aprobaci¨®n". Dice que toreros valientes y lidiadores que se enfrentan con toros de verdad -como Ruiz Miguel, Ra¨²l S¨¢nchez, Jos¨¦ Luis Palomar- sienten un especial afecto por los aficionados del tendido siete, mientras los taurinos metidos entre barreras les miran con recelos. Algunos de estos aficionados denuncian que, fuera de San Isidro, Chopera ha intentado introducir turistas extranjeros en el tendido, para as¨ª menguar su eficacia.
Pero sigue existiendo una feroz lealtad entre los asiduos de este tendido. EL otro d¨ªa, uno de ellos, Antonio, no pudo encontrar entrada para el siete. Antes de ir a otro tendido prefiri¨® quedarse en casa.
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